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La Filosofía de Tomás de Aquino: Las Cinco Vías para Demostrar la Existencia de Dios, Apuntes de Historia de la Filosofía

Tomás de aquino, en su obra suma teológica, presenta cinco vías o pruebas para demostrar la existencia de dios. Estas vías parten de la experiencia del movimiento, la causalidad eficiente, la contingencia, los grados de perfección y la finalidad. Además, tomás de aquino presenta dos objeciones a la existencia de dios, basadas en el mal existente en el mundo y la posibilidad de explicar el orden del mundo sin necesidad de dios. Tomás de aquino identifica a dios con el primer motor inmóvil, la primera causa incausada, el ser necesario, el ser perfectísimo y la primera inteligencia ordenadora.

Tipo: Apuntes

2022/2023

Subido el 18/01/2024

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¡Descarga La Filosofía de Tomás de Aquino: Las Cinco Vías para Demostrar la Existencia de Dios y más Apuntes en PDF de Historia de la Filosofía solo en Docsity! IES Valle del Segura. Curso 2023-2024 TEMA 3: FILOSOFÍA MEDIEVAL TOMÁS DE AQUINO Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 1 1. BREVE BIOGRAFÍA DE TOMÁS DE AQUINO (1225-1274) Tomás de Aquino, séptimo hijo de los condes de Aquino, nació en 1225 en el castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles. Estudió en el monasterio de Montecasino y en la Universidad de Nápoles. En 1244 tomó en esta ciudad el hábito de dominico en contra de los deseos de su familia. Estudió en París y en Colonia con Alberto Magno, uno de los primeros pensadores cristianos en intentar compaginar la obra de Aristóteles con el cristianismo. En 1252 volvió a París donde ejerció como maestro de teología. Después enseñó en distintos lugares como Anagni, Orvieto, Roma y Viterbo, aunque acabaría regresando de nuevo a París y posteriormente a Nápoles. Murió en 1274, camino del segundo concilio de Lyon. Desde su fe cristiana, Tomás de Aquino estudió a fondo y comentó las obras de Aristóteles. Hay una afinidad estrecha entre ambos, y esto hace que muchos puntos del pensamiento tomista coincidan en sus rasgos generales con el pensamiento del Estagirita. Así ocurre, por ejemplo, con la lógica, la metafísica, la psicología y la ética. Sin embargo, no hay que olvidar que le separan del griego dieciséis siglos, su fe en el Dios bíblico y una finalidad muy diferente: fundamentar racionalmente la teología cristiana. 2. LA RELACIÓN ENTRE LA RAZÓN Y LA FE EN LA FILOSOFÍA MEDIEVAL A la hora de abordar las relaciones entre la razón y la fe en el contexto de la filosofía medieval es necesario partir de una premisa fundamental: la prioridad de la fe sobre la razón. Esta actitud, que queda ya reflejada en el "Credo ut intelligam" (“Creo para comprender”) de Agustín de Hipona, será una constante de toda la filosofía medieval en Europa. Para Agustín de Hipona (354-430) la razón y la fe no son incompatibles, pues, aunque desde el punto de vista teórico pertenecen a ámbitos diferentes, ambas contribuyen, cada una a su manera, a alcanzar el gran objetivo del hombre: el conocimiento de Dios. La razón ayuda al ser humano a obtener la fe, pues, aunque la fe es la guía que indica las verdades que deben aceptarse, la razón puede ayudarnos a comprender mejor el sentido de estas creencias. Sin embargo, no debemos olvidar que, en el fondo, Agustín de Hipona es un teólogo y, por tanto, está más preocupado por comprender la revelación divina que por elaborar un pensamiento racional sistemático. Por eso, a la hora de analizar la relación entre la razón y la fe, a pesar de reconocer su carácter complementario, Agustín de Hipona afirma que la fe tiene primacía sobre la razón por su naturaleza de don sobrenatural. Existe una sola verdad, la verdad revelada por la religión, aunque la razón puede contribuir a que podamos conocerla mejor. Por eso mismo la fe puede y debe apoyarse en el discurso racional ya que, correctamente utilizada, la razón no puede estar en desacuerdo con la fe. Esta vinculación profunda entre la razón y la fe en donde la razón se pone al servicio de la fe será una característica fundamental de la filosofía cristiana posterior y supone una clara dependencia de la filosofía respecto a la teología. Esta relación de dependencia de la razón con respecto a la fe será matizada por Tomás de Aquino varios siglos después al reconocer cierta independencia entre la fe y la razón, teniendo cada una un objeto y un método propio de conocimiento. Para Tomás de Aquino, mientras que la filosofía se ha de ocupar del conocimiento de las llamadas “verdades naturales”, que pueden ser alcanzadas por la razón, la teología se ocupará del conocimiento de las llamadas “verdades reveladas”, aquellas que solo pueden ser conocidas a través de la revelación divina. No obstante, a pesar de esta distinción entre “verdades naturales” y “verdades reveladas”, Tomás de Aquino rechazará también la conocida como “teoría de la doble verdad”, difundida por el averroísmo latino a lo largo del siglo XIII, según la cual habría una verdad para la teología y una verdad para la filosofía. Tomás de Aquino, volviendo a la perspectiva adoptada por Agustín de Hipona, insiste en la existencia de una única verdad, pues, más allá de la distinción entre “verdades naturales” y “verdades reveladas”, existen ciertas verdades comunes a la filosofía y a la teología, los llamados “preámbulos de la fe”. Algunas verdades reveladas son susceptibles de demostración racional, como es el caso de la existencia de Dios que, aparte de ser conocida por la revelación, puede ser demostrada a través de la filosofía. Nuestro autor justifica la existencia de estos “preámbulos de la fe” argumentando que son verdades que se dan a la fe de quienes no llegan a ellas mediante su razón, ya sea por falta de tiempo o de preparación. En este sentido, teología y filosofía son dos Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 2 vías de acceso a una única verdad: el conocimiento de Dios. La filosofía se basa en la razón; la teología se basa en la revelación, pero ambas pueden estar de acuerdo, ya que tanto la verdad adquirida por la razón, como la adquirida por revelación tienen su origen en Dios. Dios no puede engañarnos y, del mismo modo que la revelación es verdadera, la razón humana, obra de la creación de Dios, ha de poder llegar también a la verdad si la utilizamos correctamente. Así pues, la filosofía ayuda a la teología demostrando que no se puede demostrar lo contrario de lo que se cree por revelación. Pero la teología también ayuda a la filosofía, pues si existe conflicto entre la razón y la revelación, es la razón la que debe quedar en entredicho. La verdad revelada tiene más autoridad, pues, al expresar directamente la palabra de Dios, no cabe error en ella. Por consiguiente, en este aspecto la filosofía seguiría siendo una auxiliar útil a la teología, y por ello Tomás de Aquino se refiere a ella todavía como la "criada" (ya no como “sierva”) de la teología. Así pues, a pesar de dotar a la razón de mayor autonomía, incluso Tomás de Aquino seguirá aceptando el predominio de lo teológico sobre lo filosófico, al tiempo que sigue reconociendo como imprescindibles algunos elementos de la fe a la hora de llevar a cabo cualquier reflexión filosófica: ­ El creacionismo, es decir, la creencia en que el mundo fue creado por Dios a partir de la nada (ex nihilo). ­ La inmortalidad del alma. ­ Las verdades reveladas de la Biblia y los Evangelios. ­ La concepción de una historia lineal y trascendente, en oposición a la concepción cíclica de del tiempo característica del pensamiento clásico greco-latino. Puede suponerse que este modo de pensar que parte de la fe es más teológico que filosófico, pero hay que tener en cuenta que, en el contexto medieval, el problema de la fe y de la razón solamente puede plantearse dentro del ámbito de la fe. Partiendo de la fe, la solución de Tomás de Aquino es coherente: se trata de hacer de la fe algo inteligible y demostrable en la medida de lo posible. A esta tarea va encaminado todo su pensamiento y, estrictamente hablando, su posición supondrá el comienzo del fin de la “sumisión” de lo filosófico a lo teológico que se irá consolidando en los siglos posteriores cuando, ya en la Modernidad, razón y fe se desvinculen por completo. 3. EXPLICACIÓN DE NUESTRO TEXTO: LAS CINCO VÍAS TOMISTAS En la Suma Teológica, primera parte, cuestión segunda, artículo tercero, encontramos formuladas las cinco pruebas tomistas de la demostración de la existencia de Dios, (conocidas como “las cinco vías"): 1) la vía del movimiento, 2) la vía de la causalidad eficiente, 3) la vía de la contingencia, 4) la vía de los grados de perfección y 5) la vía de la finalidad. Además, antes de la exposición de cada una de las vías, encontramos dos “objeciones” que vienen a cuestionar la existencia de Dios utilizando dos argumentos diferentes: Mientras que la primera objeción toma como punto de partida el hecho de que el mal existe en el mundo para concluir negando la existencia de Dios entendido como el “Bien infinito”, la segunda cuestiona la existencia de Dios sobre la base de que es posible explicar el orden del mundo sin necesidad de aceptar la existencia de Este como necesaria. Finalmente, después de presentarnos las cinco vías, encontramos la respuesta que Tomás de Aquino da a cada una de esas dos objeciones iniciales. Centrándonos en el contenido de las cinco demostraciones, vamos a exponer brevemente cuál es la argumentación seguida por Tomás de Aquino en cada una de ellas. 1ª) Vía del movimiento. La primera vía parte de la experiencia del movimiento y llega a Dios como Primer Motor Inmóvil a partir del siguiente argumento: Nos consta por los sentidos que hay seres de este mundo que se mueven; pero todo lo que se mueve es movido por otro, y como una serie infinita de causas es imposible, hemos de admitir la existencia de un primer motor no movido por otro, es decir, inmóvil. Y ese primer motor inmóvil es Dios. Como sabemos, la consideración tomista del “movimiento” es claramente deudora de las tesis de Aristóteles, de manera que cuando Tomás de Aquino habla del movimiento no se refiere únicamente al desplazamiento de un cuerpo desde un punto a otro, sino que el concepto de Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 3 movimiento aristotélico-tomista es un concepto amplio que incluye también todo cambio, crecimiento o evolución de algo. De hecho, el movimiento del que habla Tomás de Aquino en la primera vía es el movimiento considerado metafísicamente, es decir, entendido como “paso de la potencia al acto”. Por potencia, siguiendo a Aristóteles, se entiende la posibilidad de llegar a ser algo que todavía no se es de hecho. Así pues, la potencia representa una cierta manera de no-ser, pero no se trata de un no-ser absoluto, sino relativo, algo intermedio entre el ser y el no-ser: el “ser en potencia”. Por otra parte, el acto se refiere a lo que efectivamente es, a lo que ya se es de hecho. Es el cumplimiento de lo que estaba en potencia. Pero si el movimiento es explicado como el paso del “ser en potencia” al “ser en acto”, podemos aplicar fácilmente la doctrina de la causalidad al movimiento, ya que, como dice el principio metafísico: “todo lo que se mueve, ha de ser movido por otro”. Así pues, lo que en potencia puede ser movido, ha de ser movido por algo que ya está en acto moviéndose. Por tanto, nada puede moverse a sí mismo, pues una misma cosa no puede estar en potencia y en acto en el mismo aspecto y al mismo tiempo. Esto resulta evidente ya que si ambas cosas fueran en acto y en potencia en el mismo aspecto y al mismo tiempo, sería tanto como ser y no ser en el mismo aspecto y al mismo tiempo, lo cual es imposible, pues atenta contra el principio de no contradicción. En cualquier caso, si todo lo que se mueve se mueve por otro, es necesario que haya otro ser distinto de él que sea su motor. Ahora bien, si este también se mueve, habrá que seguir buscando la causa de ese movimiento. Pero no se puede llegar al infinito en una serie de cosas que sean a la vez motor y movidas pues, en último término, esto conduciría a negar la existencia del movimiento mismo. En consecuencia, debe existir un “Primer Motor Inmóvil”, es decir, un ser que tenga la capacidad de mover sin ser movido por otro. A ese “Primer Motor Inmóvil” Tomás de Aquino lo identifica con Dios. ¿Y por qué el Primer Motor Inmóvil es Dios? Porque ese Primer Motor Inmóvil es el motor absoluto que mueve sin ser movido, es decir, que obra sin pasar de la potencia al acto, sino estando siempre en acto. Por eso solo Dios puede ser Acto puro, es decir, solo Él puede ser el Primer Motor Inmóvil. 2ª) Vía de la causalidad eficiente. La segunda vía, partiendo de la experiencia de la causalidad eficiente, llega a Dios como Primera Causa Incausada siguiendo el siguiente argumento: Nos consta la existencia de causas eficientes que no pueden ser causa de sí mismas, ya que para ello tendrían que haber existido antes de existir, lo cual es imposible. Además, tampoco podemos admitir una serie infinita de causas eficientes, por lo que tiene que existir una primera causa eficiente incausada. Y esa primera causa incausada es Dios. Al igual que sucede con la vía del movimiento, el argumento empleado por Tomás de Aquino en esta vía tiene su origen en la física y en la metafísica de Aristóteles. Como sabemos, Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, distingue cuatro tipos de causas: a) la causa material, aquello de que está hecha una cosa; b) la causa formal, lo que es una cosa, su esencia; c) la causa eficiente, el agente que la produce o aquello por lo que algo llega a ser; y d) la causa final, el para qué de una cosa o el fin por el que algo llega a ser. Pues bien, la segunda vía parte de la experiencia de la causalidad eficiente, y llega a Dios como Primera Causa Incausada, esto es, como “Causa Eficiente Primera”. El punto de partida es la existencia en el mundo de un orden de causas eficientes orientadas a la producción de algo. Así, por ejemplo, la piedra que se mueve en un momento determinado es movida por el bastón, este por nuestra mano, etc. No obstante, debe tenerse en cuenta que lo que se platea aquí no es solo si algo puede ser causa por sí mismo de su obrar, sino de su ser, es decir, de su propia existencia. Ahora bien, ninguna cosa del mundo es causa de sí misma, por el mismo motivo que nada puede estar a la vez en potencia y acto bajo el mismo aspecto, pues esto equivaldría a estar existiendo antes de existir, algo que por definición es absurdo y contradictorio. Por tanto, nada puede ser la causa eficiente de sí mismo, por lo que requiere para existir de una causa eficiente distinta de sí. Sin embargo, no es posible tampoco una serie infinita de causas eficientes subordinadas, pues si no hay una primera causa, tampoco habrá ni causas intermedias, ni efectos, ya que las causas subordinadas no pueden ser la causa de nada a no ser que reciban Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 6 2ª. Vía de la causalidad eficiente. Esta vía parte de la experiencia de la causalidad eficiente hasta llegar a Dios considerado como Primera Causa Incausada. 3ª. Vía de la contingencia. La tercera vía parte del carácter contingente de todas las cosas que observamos en el mundo para concluir afirmando la existencia de Dios en tanto que Ser Necesario por sí mismo. 4ª. Vía de los grados de perfección. La cuarta vía tiene su punto de partida en que las criaturas son más o menos perfectas hasta llegar a Dios como Ser Sumamente Perfecto. 5ª. Vía de la finalidad. La quinta y última parte de la experiencia de que las todas cosas parecen ordenadas conforme a un fin y concluye afirmando la existencia de Dios en tanto que Inteligencia Ordenadora del mundo. Todas ellas, salvo pequeñas variaciones, tienen una estructura parecida. Encontramos en ellas cuatro elementos: 1) El punto de partida. Debe ser alguna realidad conocida empíricamente, un hecho de experiencia. No obstante, de que el punto de partida sea un hecho de experiencia no se sigue que la demostración sea experimental o física. El punto de partida debe estar situado en la experiencia, pero su consideración no debe ser experimental, sino metafísica. 2) La aplicación de la causalidad al punto de partida. Los entes de los que partimos se muestran como efectos. Ahora bien, como los efectos dependen para existir de su causa, dado el efecto, es necesario que la causa ya exista con anterioridad. Por ello, en el proceso argumentativo de las vías se parte del efecto para llegar a la causa. Ahora bien, si se pretende que la argumentación sea concluyente, es preciso tener en cuenta que la causa por la que nos preguntamos es la “causa propia” del ser del efecto del que partimos. Causa propia es aquella que inmediatamente y por sí misma puede producir un efecto determinado, y de la que, en último término, depende el efecto. No se trata, por tanto, de una causa cualquiera o accidental. 3) La imposibilidad de proceder al infinito en la serie de las causas. Las tres primeras vías presentan el paso de la imposibilidad de proceder al infinito en la serie de las causas, y aunque en la cuarta y la quinta no se formule explícitamente ese paso, puede fácilmente formularse sin violentar los textos tomistas. No es posible proceder al infinito en esta serie de causas subordinadas, sino que hemos de llegar necesariamente a una “causa primera incausada”. La serie de las causas no puede ser infinita, es decir, no es posible que toda causa sea causada, pues, en el fondo, sería lo mismo que afirmar que es posible un efecto sin causa alguna. Si se admite que un efecto puede deberse a una serie infinita de causas segundas, sin necesidad de una causa primera, hay que aceptar también que un efecto sea posible sin ninguna causa. Por otra parte, prolongar la serie de las causas no es más que alargar el problema, pues si no hubiera una primera causa, no habría causas intermedias, ni efecto y, por tanto, no habría nada. 4) El término final: necesidad de la existencia de Dios. Finalmente, la argumentación seguida por Tomás de Aquino en cada una de las vías, concluye con la afirmación de la existencia de Dios, en tanto que punto de partida de la cadena causal: Primer Motor Inmóvil, Causa Eficiente Incausada, Ser Necesario, Ser Perfectísimo, Primera Inteligencia Ordenadora. 5. NOCIONES a) Movimiento y primer motor La consideración tomista del “movimiento” es claramente deudora de las tesis de Aristóteles, de manera que, cuando Tomás de Aquino habla del movimiento, no se refiere únicamente al desplazamiento de un cuerpo desde un punto a otro, o al cambio o evolución de algo, sino que Tomás de Aquino considera el movimiento en la primera vía como “paso de la potencia al acto”. Por potencia, siguiendo a Aristóteles, se entiende la posibilidad de llegar a ser algo que todavía no se es de hecho. Así pues, la potencia representa una cierta manera de no-ser, pero no se trata de un no-ser absoluto, sino relativo, algo intermedio entre el ser y el no-ser: el “ser en potencia”. Por otra parte, el acto se refiere a lo que efectivamente es, a lo que ya se es de hecho. Es el cumplimiento de lo que estaba en potencia. Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 7 Ahora bien, nada puede ser llevado de la potencia al acto si no es por algo que ya está en acto, de modo que si, como reza el principio metafísico, “todo lo que se mueve, ha de ser movido por otro”, entonces, lo que en potencia puede ser movido, ha de ser movido por algo que ya está en acto moviéndose. Por tanto, nada puede moverse a sí mismo, pues una cosa no puede estar en potencia y en acto en el mismo aspecto y al mismo tiempo, pues esto iría en contra del principio de no contradicción. En cualquier caso, no se puede llegar al infinito en una serie de cosas que sean a la vez motor y movidas pues, en último término, esto nos llevaría a negar la existencia del movimiento. En consecuencia, debe existir un “Primer Motor Inmóvil” al que Tomás de Aquino identifica con Dios. Pero ¿por qué el Primer Motor Inmóvil es Dios? Porque ese Primer Motor Inmóvil es el motor absoluto que mueve sin ser movido, es decir, que obra sin pasar de la potencia al acto, sino estando siempre en acto. Por eso solo Dios puede ser Acto puro, es decir, solo Él puede ser el Primer Motor Inmóvil. b) Causa eficiente primera y ser necesario La “Causa Eficiente Primera” y el “Ser Necesario” son los dos apelativos con los que Tomás de Aquino se refiere a Dios al termino de la segunda y la tercera vía respectivamente. No obstante, mientras que el argumento basado en la causalidad eficiente tiene su origen en la física y en la metafísica de Aristóteles, el argumento basado en la distinción entre seres contingentes y necesarios procede de Maimónides. Como sabemos, Tomás de Aquino, siguiendo a Aristóteles, distingue cuatro tipos de causas: a) la causa material, aquello de que está hecha una cosa; b) la causa formal, lo que es una cosa, su esencia; c) la causa eficiente, el agente que la produce o aquello por lo que algo llega a ser; y d) la causa final, el para qué de una cosa o el fin por el que algo llega a ser. Pues bien, la segunda vía parte de la experiencia de la causalidad eficiente, y llega a Dios como Primera Causa Incausada, esto es, como “Causa Eficiente Primera”. El punto de partida es la existencia en el mundo de causas eficientes. No obstante, debe tenerse en cuenta que Tomás de Aquino se está planteando si algo puede ser causa de su ser, es decir, de su propia existencia, por lo que concluye que ninguna cosa del mundo es causa de sí misma, pues esto equivaldría a estar existiendo antes de existir, algo imposible. Por tanto, nada puede ser la causa eficiente de sí mismo, por lo que requiere para existir de una causa eficiente distinta de sí. Pero no es posible una serie infinita de causas eficientes subordinadas, pues si no hay una primera causa, tampoco habrá ni causas intermedias, ni efecto, ni nada. Así pues, es necesario llegar a una “Causa Eficiente Primera” a la que Tomás de Aquino identifica con Dios. Por lo que respecta al “Ser Necesario”, es el corolario al que Tomás de Aquino llega al final de la tercera vía en donde, partiendo de la contingencia de los seres, llega a Dios como Ser Necesario por sí mismo. Para Tomás de Aquino, la experiencia nos muestra claramente que hay cosas que existen, pero que podrían no existir, es decir, cosas cuya existencia es contingente. Pero, si todas las cosas fuesen contingentes, ahora no existiría nada, pues, por definición, todo lo que es contingente se genera y se corrompe y, por tanto, no puede haber existido siempre. Por tanto debe haber alguna cosa que sea necesaria. Ahora bien, todo ser necesario o tiene la causa de su necesidad en sí mismo, o la ha recibido de otro. Pero como una serie infinita de entes necesarios que reciben de otro su necesidad no tendría fundamento, hay que afirmar la existencia de un primer “Ser Necesario” por sí mismo, el Ser mismo subsistente, es decir, Dios. c) Ser perfectísimo e inteligencia ordenadora El “Ser Perfectísimo” y la “Inteligencia Ordenadora” son los dos apelativos con los que Tomás de Aquino se refiere a Dios al termino de la cuarta y la quinta vía respectivamente. No obstante, mientras que el argumento basado en los grados de perfección tiene su origen en el neoplatonismo, el argumento basado en el orden teleológico que rige el mundo parece tener raíces aristotélicas. La cuarta vía tiene su punto de partida en el hecho de que los entes creados que observamos en el mundo son más o menos perfectos y, a partir del análisis de estos grados de perfección que encontramos en los entes, se llega a Dios como “Ser Perfectísimo”. La prueba parte de la experiencia de los grados de perfección, es decir, de la existencia en el mundo de una jerarquía ontológica. Ahora bien, la gradación de perfección se dice siempre por relación a lo perfectísimo, es decir, por comparación a un máximo, a un Ser Perfectísimo. Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 8 En cualquier caso, las perfecciones que se encuentran realizadas en diversos grados, si exceptuamos el máximo, en todos los demás grados son limitadas y deben están causadas por otro ser que las posea en un grado superior. Por eso, tampoco es posible proceder al infinito en esta serie de seres que tienen limitadas sus perfecciones y hay que reconocer la existencia de un ser que, más que tener las perfecciones en su grado máximo, las será: será la misma bondad, la misma verdad, el mismo ser. Ese “Ser Perfectísimo” solo puede ser Dios. Por lo que respecta a la “Primera Inteligencia Ordenadora”, es el corolario al que Tomás de Aquino llega al final de la quinta vía en donde, partiendo de la experiencia de la finalidad de las cosas, llega a Dios como Inteligencia Ordenadora del mundo. En efecto, vemos que todas las cosas, incluso las que carecen de inteligencia, obran por un fin, es decir, no obran por azar o casualidad, sino “intencionadamente”. Ahora bien, cuando decimos que las cosas obran “intencionadamente” no estamos diciendo que obran conforme a su propia intención, pues es obvio que hay cosas, como los seres inertes, que carecen de intencionalidad propia. Lo que estamos diciendo es que la existencia de ese fin es “intencional”, es decir, fundada en la intención de alguna inteligencia. Por ello, el fin último de todas las cosas debe estar en la mente de un ser inteligente, de una “Primera Inteligencia Ordenadora”, al que Tomás de Aquino identifica con Dios. d) Existencia de Dios y existencia del mal En la Suma de Teología, Tomás de Aquino se platea investigar la posibilidad de demostrar racionalmente la existencia de Dios. Para ello, propone cinco demostraciones o vías que hacen patente su existencia. Ahora bien, junto a estas demostraciones, Tomás de Aquino plantea dos objeciones por las que, según parece, también se puede demostrar racionalmente que Dios no existe. Así, mientras que la primera objeción parte de la existencia del mal en el mundo para negar la existencia de Dios en tanto que “Bien infinito”, la segunda expone la posibilidad de acudir a otros principios que expliquen el orden del mundo sin necesidad de acudir a Dios. Pues bien, las nociones que nos ocupan “existencia de Dios” y “existencia del mal” se relacionan directamente con la primera objeción. La primera objeción parte de la consideración inicial de que “si uno de los contrarios es infinito, el otro queda anulado” y concluye negando la existencia de Dios considerado como el Sumo bien, esto es, como el Bien absoluto e infinito; pues si Dios existiera como tal, no existiría el mal, pero es obvio que el mal existe en el mundo. Ahora bien, según Tomás de Aquino, el error de este argumento radica en una consideración incorrecta del mal en tanto que lo opuesto al bien. Para él el mal no es una entidad positiva, el mal es una privación de lo que en sí mismo es bueno. Dios no lo creó, sino que solo lo permitió. Dios permitió el mal físico por un bien mayor: el bien del universo entero. Dios no quiso el sufrimiento como tal, pero quiso que la naturaleza (que es un bien) llevase consigo la capacidad de sufrir. Dios creó un universo cuyo orden exigía la existencia del defecto y la corrupción de algunos seres. Por otra parte, Dios permitió el mal moral también por un bien mayor: que el hombre pudiera ser libre. Dios no quiso el desorden moral ni el pecado en ningún sentido, pero lo permitió para que el hombre pudiera amarle y servirle por propia elección. 6. MATERIALES PARA LA CONTEXTUALIZACIÓN Dentro de la producción filosófica de Tomás de Aquino, podemos destacar obras como la Suma de Teología, el Comentario a las Sentencias, De ente et essentia, los Comentarios a Aristóteles o Summa contra Gentiles. Precisamente esta última, la Summa contra Gentiles, fue escrita para que sirviera principalmente a los predicadores españoles que tenían que dirigirse a judíos y musulmanes, pues, como para ellos no servían argumentos bíblicos o eclesiásticos, se utilizan casi exclusivamente argumentos basados en la razón. No obstante, de entre las obras citadas anteriormente, la Suma de Teología merece una consideración especial, pues es considerada no solo una de las obras más importantes de Tomás de Aquino, sino también de toda la escolástica. Especialmente conocidas son las cinco vías o demostraciones de la existencia de Dios que Tomás de Aquino plantea en la Suma de Teología. Sin embargo, ahondando en el contenido de esta obra, una vez demostrada la existencia de Dios, Tomás de Aquino quiere ir un poco más allá y ve necesario que nos preguntemos también por su esencia. Al final de cada una de las vías citadas anteriormente se nos muestra a Dios como primera causa de las cosas, primer motor inmóvil, etc.; pero como debe haber semejanza entre la esencia Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 11 7. TEXTO TOMÁS DE AQUINO, Suma de Teología, I, q. 2, artículo 3 (trad. J. Martorel Capó, Madrid, B.A.C., 1994, pp. 110-113) CUESTIÓN 2: “Sobre la existencia de Dios” Articulo 3 ¿Existe o no existe Dios? Objeciones por las que parece que Dios no existe: 1. Si uno de los contrarios es infinito, el otro queda totalmente anulado. Esto es lo que sucede con el nombre Dios al darle el significado de bien absoluto. Pues si existiese Dios, no existiría ningún mal. Pero el mal se da en el mundo. Por lo tanto, Dios no existe. 2. Más aún. Lo que encuentra su razón de ser en pocos principios, no se busca en muchos. Parece que todo lo que existe en el mundo, y supuesto que Dios no existe, encuentra su razón de ser en otros principios; pues lo que es natural encuentra su principio en la naturaleza; lo que es intencionado lo encuentra en la razón y voluntad humanas. Así, pues, no hay necesidad alguna de acudir a la existencia de Dios. En cambio está lo que se dice en Éxodo 3,14 de la persona de Dios: Yo existo. Solución. Hay que decir: La existencia de Dios puede ser probada de cinco maneras distintas. 1) La primera y más clara es la que se deduce del movimiento. Pues es cierto, y lo perciben los sentidos, que en este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. De hecho nada se mueve a no ser que, en cuanto potencia, está orientado a aquello por lo que se mueve. Por su parte, quien mueve está en acto. Pues mover no es más que pasar de la potencia al acto. La potencia no puede pasar a acto más que por quien está en acto. Ejemplo: el fuego, en acto caliente, hace que la madera, en potencia caliente, pase a caliente en acto. De este modo la mueve y cambia. Pero no es posible que una cosa sea lo mismo simultáneamente en potencia y en acto; solo lo puede ser respecto a algo distinto. Ejemplo: Lo que es caliente en acto, no puede ser al mismo tiempo caliente en potencia, pero sí puede ser en potencia frío. Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y este por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. Ejemplo: un bastón no mueve nada si no es movido por la mano. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En este, todos reconocen a Dios. 2) La segunda es la que se deduce de la causa eficiente. Pues nos encontramos que en el mundo sensible hay un orden de causas eficientes. Sin embargo, no encontramos, ni es posible, que algo sea causa eficiente de sí mismo, pues sería anterior a sí mismo, cosa imposible. En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y esta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera. Todos la llaman Dios. 3) La tercera es la que se deduce a partir de lo posible y de lo necesario. Y dice: Encontramos que las cosas pueden existir o no existir, pues pueden ser producidas o destruidas, y consecuentemente es posible que existan o que no existan. Es imposible que las cosas sometidas a tal posibilidad existan siempre, pues lo que lleva en sí mismo la posibilidad de no existir, en un tiempo no existió. Si, pues, todas las cosas llevan en sí mismas la posibilidad de no existir, hubo un tiempo en que nada existió. Pero si esto es verdad, tampoco ahora existiría nada, puesto que Tema 3: Tomás de Aquino Historia de la Filosofía (2º Bachillerato) 12 lo que no existe no empieza a existir más que por algo que ya existe. Si, pues, nada existía, es imposible que algo empezara a existir; en consecuencia, nada existiría; y esto es absolutamente falso. Luego no todos los seres son solo posibilidad; sino que es preciso algún ser necesario. Todo ser necesario encuentra su necesidad en otro, o no la tiene. Por otra parte, no es posible que en los seres necesarios se busque la causa de su necesidad llevando este proceder indefinidamente, como quedó probado al tratar las causas eficientes (núm. 2). Por lo tanto, es preciso admitir algo que sea absolutamente necesario, cuya causa de su necesidad no esté en otro, sino que él sea causa de la necesidad de los demás. Todos le dicen Dios. 4) La cuarta se deduce de la jerarquía de valores que encontramos en las cosas. Pues nos encontramos que la bondad, la veracidad, la nobleza y otros valores se dan en las cosas. En unas más y en otras menos. Pero este más y este menos se dice de las cosas en cuanto que se aproximan más o menos a lo máximo. Así, caliente se dice de aquello que se aproxima más al máximo calor. Hay algo, por tanto, que es muy veraz, muy bueno, muy noble; y, en consecuencia, es el máximo ser; pues las cosas que son sumamente verdaderas, son seres máximos, como se dice en II Metaphys. Como quiera que en cualquier género, lo máximo se convierte en causa de lo que pertenece a tal género -así el fuego, que es el máximo calor, es causa de todos los calores, como se explica en el mismo libro-, del mismo modo hay algo que en todos los seres es causa de su existir, de su bondad, de cualquier otra perfección. Le llamamos Dios. 5) La quinta se deduce a partir del ordenamiento de las cosas. Pues vemos que hay cosas que no tienen conocimiento, como son los cuerpos naturales, y que obran por un fin. Esto se puede comprobar observando cómo siempre o a menudo obran igual para conseguir lo mejor. De donde se deduce que, para alcanzar su objetivo, no obran al azar, sino intencionadamente. Las cosas que no tienen conocimiento no tienden al fin sin ser dirigidas por alguien con conocimiento e inteligencia, como la flecha por el arquero. Por lo tanto, hay alguien inteligente por el que todas las cosas son dirigidas al fin. Le llamamos Dios. Respuesta a las objeciones: 1. A la primera hay que decir: Escribe Agustín en el Enchiridio: Dios, por ser el bien sumo, de ninguna manera permitiría que hubiera algún tipo de mal en sus obras, a no ser que, por ser omnipotente y bueno, del mal sacara un bien. Esto pertenece a la infinita bondad de Dios, que puede permitir el mal para sacar de él un bien. 2. A la segunda hay que decir: Como la naturaleza obra por un determinado fin a partir de la dirección de alguien superior, es necesario que las obras de la naturaleza también se reduzcan a Dios como a su primera causa. De la misma manera también, lo hecho a propósito es necesario reducirlo a alguna causa superior que no sea la razón y voluntad humanas; puesto que estas son mudables y perfectibles. Es preciso que todo lo sometido a cambio y posibilidad sea reducido a algún primer principio inmutable y absolutamente necesario, tal como ha sido demostrado.
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