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Trabajo voluntario sobre la Revolución industrial, Guías, Proyectos, Investigaciones de Historia de la Edad Media

Asignatura: Historia Universal de la Edad Moderna II, Profesor: Pilar Pezzi, Carrera: Historia, Universidad: UMA

Tipo: Guías, Proyectos, Investigaciones

2015/2016

Subido el 04/07/2016

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manug96 🇪🇸

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¡Descarga Trabajo voluntario sobre la Revolución industrial y más Guías, Proyectos, Investigaciones en PDF de Historia de la Edad Media solo en Docsity! Trabajo Voluntario. Libro. Datos del libro: Escudero, Antonio (1988): “La Revolución Industrial”, Anaya, Madrid. Extensión: 105 Resumen: En esta obra Antonio Escudero nos habla de los principales aspectos de la Revolución Industrial como los factores que la propiciaron, los principales avances que se alcanzaron o las consecuencias políticas y sociales que trajo, además, entra a valorar las características de las economías preindustriales y nos cuenta como se mide el crecimiento económico. Apartados destacables: En el primer capítulo de la obra el autor nos define el concepto del crecimiento económico y nos dice como se mide. El crecimiento económico puede definirse como el aumento de la producción de bienes y servicios por habitante a lo largo del tiempo y se mide mediante la renta per cápita, que nos muestra el aumento de producción por persona y el correlativo aumento de su consumo de bienes y servicios. En el segundo capítulo entramos a conocer las sociedades preindustriales. Estas sociedades tenían unas rentas per cápita bastante reducidas y que en la mayoría de los casos se encontraban estancadas o crecían a un nivel muy bajo debido a la baja productividad y el escaso consumo, además las epidemias o el hambre que diezmaban a la población de forma periódica hacían caer tanto la producción como el consumo por lo que cualquier subida mínima de estos factores se veía rápidamente asfixiada. La mayoría de la población se dedicaba a la agricultura de autoconsumo, produciendo unos beneficios realmente bajos, debidos a la falta de tecnología y de técnicas eficientes para trabajar la tierra, además, el aumento de población iba reduciendo lenta pero inexorablemente el número de hectáreas cultivables por hombre, lo que unido a la baja productividad antes mencionada provocaba paro y hambruna. Es cierto que ya habían surgido en Inglaterra durante la Edad Moderna algunos métodos de cultivo más eficientes pero se veían lastrados por las estructuras feudales y no serían desarrollados hasta el siglo XIX. En cuanto a la industria, cabe decir que esta era escasa y muy rudimentaria, la escasez se debía a que la demanda era muy baja, pues la mayor parte de la población no podía permitirse adquirir productos industriales, y a que el trabajo industrial se desarrollaba principalmente de forma manual, por lo que también era baja la oferta. La mayoría de la producción industrial se llevaba a cabo en pequeños talleres pero también en las viviendas campesinas mediante el llamado sistema doméstico, este sistema consistía en que el comerciante adelantaba la materia prima al campesino para que la trabajara, después la llevaba a un taller donde se concluía su producción y una vez terminado el producto se encargaba de su venta y distribución. Esta forma de producción nacida en la Edad Moderna allanó el camino hacia la revolución pues permitía al comerciante hacerse con el producto por un valor inferior al de mercado y obtener así un beneficio mayor, lo que podía derivar en una acumulación de capital que servía para seguir financiando la producción industrial. En el tercer capítulo entramos a conocer que fue exactamente la Revolución industrial, esta puede definirse como un periodo de profundo cambio económico que afectó a algunos países desde finales del siglo XVIII hasta las últimas décadas del siglo XIX y que se caracterizó por un espectacular crecimiento de la renta per cápita. Sus características principales son: se aplicaron nuevas tecnologías a la producción de bienes y servicios, se crearon unidades de producción distintas a las pequeñas producciones agrarias y los talleres artesanales, se originó una especialización económica de regiones enteras y se llegó a un crecimiento económico sostenido. En el siguiente capítulo el autor valora las condiciones previas que hicieron posible el surgimiento de la Revolución Industrial, condiciones tales como una demanda de grandes cantidades de productos industriales, mano de obra disponible y capital necesario para crear los centros industriales. Entre los factores que hicieron posible estas condiciones destaca la Revolución Agraria, esta consistió en aplicar a la producción agraria una serie de mejoras como el empleo sistemático de abono, la plantación de cultivos más eficientes, la utilización de mayor tecnología o el empleo de nuevos sistemas de producción. Todas estas mejoras hicieron crecer la productividad lo que redujo el número de hombres necesarios en el campo aumentando así la mano de obra disponible para las fábricas, además, el aumento de los beneficios permitió a los terratenientes acumular capital susceptible de ser utilizado en la industria y el mayor empleo de maquinaria en los cultivos aumentó la demanda de productos industriales. También aumentó la mano de obra la revolución demográfica, producida en parte gracias a la erradicación de la peste y otras enfermedades epidémicas. No menos importante fue la destitución del sistema feudal en favor de la burguesía pues la mentalidad burguesa fue imprescindible a la hora de llevar a cabo la revolución, no es casualidad que Inglaterra, el primer lugar que se industrializó, fue también el primero en tener una revolución burguesa. En el quinto capítulo conocemos el crecimiento de la industria y los servicios que trajo consigo la revolución industrial. La primera industria que comenzó a crecer de forma considerable fue la textil gracias a la creación de la lanzadora volante que permitía tejer el tripe que un telar convencional, esto provocó un desajuste entre el proceso de tejer y el de hilar hasta que maquinas como la spinning Jenny (1768), creada por James Margraves, o la wáter frame (1769), creada por Richard Arkwight permitieron nivelar la balanza en favor del hilado, no sería hasta 1787, con la creación del telar mecánico de Cartwright, cuando consiguió
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