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Traducción de “The Implicit Contracts of European Kinship: Gender, Generation and Society”, Heady, Monografías, Ensayos de Antropología Social

Traducción de “The Implicit Contracts of European Kinship: Gender, Generation and Society”

Tipo: Monografías, Ensayos

2018/2019

Subido el 07/05/2019

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¡Descarga Traducción de “The Implicit Contracts of European Kinship: Gender, Generation and Society”, Heady y más Monografías, Ensayos en PDF de Antropología Social solo en Docsity! Capítulo 2. Traducción de “The Implicit Contracts of European Kinship: Gender, Genera�on and Society” Los contratos implícitos del parentesco europeo: género, generación y sociedad Patrick Heady Coordinador de inves�gación, Asociado del Proyecto KASS Max Planck Ins�tute for Social Anthropology INTRODUCCIÓN Este texto dedicado a los “nuevos modelos de familia” refleja el hecho de cómo, en las úl�mas décadas, se han visto cambios fundamentales en la vida familiar en muchas áreas de Europa. Las personas se suelen conver�r en padres o madres más tarde de lo que era habitual a mediados del siglo XX y se �enen menos hijos. Los vínculos entre ser padre o madre y el matrimonio formal también se han distendido. Una mayor proporción de hijos e hijas nacen antes de que sus padres y madres se casen, si es que llegan a casarse. Se han desarrollado nuevas formas de matrimonio o de contratos similares al matrimonio, en parte para posibilitar la formalización de las relaciones de parejas del mismo sexo, pero también para proporcionar una vía para que las parejas heterosexuales puedan marcar sus uniones sin incurrir en la gama completa de las implicaciones sociales y simbólicas del matrimonio tradicional. El divorcio es, en general, más fácil y más frecuente que a mediados del siglo XX, en los casos en -- que se permi�a. En alguna medida, las relaciones dentro de la familia conyugal han cambiado. Los cambios legales han debilitado, en general, la autoridad unilateral del esposo y padre, aumentando los derechos de mujeres y niños/as dentro de la unidad familiar. Pruebas anecdó�cas sugieren que estos cambios en el estatus formal se han acompañado de algunos cambios en los roles domés�cos. Sin embargo, al estudiar los “nuevos” modelos de familia, no debemos cometer la equivocación de suponer que los modelos de familia “an�guos” o “tradicionales” que prevalecían antes de mediados del siglo XX fueran iguales siempre y en todos lados. Había diferencias fundamentales entre dis�ntas zonas de Europa, además de diferencias entre el campo y las ciudades; de hecho, muchas de estas diferencias han persis�do hasta el presente, cons�tuyendo el punto de par�da –o, mejor, toda una gama de puntos de par�da- para el desarrollo de nuevas formas de familia. En este capítulo, intento explorar las razones que hay detrás de estas diferencias que ya exis�an, además de preguntarme si los factores que subyacen a las formas de familia existentes pueden ayudarnos a entender la emergencia de las nuevas formas de familia. RECURSOS EXPLICATIVOS Las explicaciones dependen tanto de los datos como de la teoría; así, es apropiado empezar con un esquema de las fuentes de información que u�lizaré, además de dar unas indicaciones acerca del enfoque teórico y su relación con otras perspec�vas posibles. Fuentes de datos U�lizaré varias fuentes dis�ntas, incluidos estudios históricos, encuestas sociales compara�vas, y estadís�cas demográficas, para esbozar los antecedentes de la distribución geográfica de dis�ntas pautas de familia y su desarrollo a lo largo del �empo. En primer plano, sin embargo, se encontrarán los datos de un proyecto compara�vo específico, KASS (“Kinship and Social Security” in Europe, “Parentesco y Seguridad Social” en Europa), diseñado específicamente para inves�gar la ayuda prác�ca entre parientes en dis�ntas sociedades europeas y ubicar las relaciones familiares dentro del contexto de redes más amplias de parentesco y de comunidades locales1. Un obje�vo importante ha sido iden�ficar los modelos locales de vida familiar y las maneras en que interaccionan con los desarrollos económicos y polí�cos. Aunque el principal interés ha sido saber hasta qué punto ofrecen las redes de parentesco a sus miembros una forma de seguridad social, los datos que hemos recogido también nos han proporcionado la oportunidad de inves�gar muchos aspectos dis�ntos de la vida familiar, incluida la fer�lidad. Estrategia de inves�gación de KASS: ¿Qué hizo KASS? Enfoque en 8 países y 19 localidades de trabajo de campo 1. Estudió cómo los sistemas estatales de seguridad social y legales afectan a las familias, y cómo las familias se han desarrollado a lo largo del siglo XX. Esto se llevó a cabo u�lizando fuentes secundarias. 2. Estudió empíricamente la ayuda entre parientes (y los factores que lo promocionaban y la dificultaban) en 19 lugares de trabajo de campo. • mediante la etnogra�a • mediante la información de entrevistas informa�zadas sobre redes de parentesco • mediante la compilación de 30 redes de parentesco ego-céntricos en cada lugar de trabajo de campo • con una media de 80 miembros en cada red (incluidos algunos no- parientes dispuestos a ayudar) • que tomaban nota de la ayuda que el informante (ego) daba --- y recibía de cada miembro de su red, de otras interacciones sociales con estos miembros de la red, y de información contextual • mediante las estadís�cas locales de población 1 KASS se financió con una ayuda del VI Programa de Inves�gación-marco de la Unión Europea. El proyecto lo coordinó el Max Planck Ins�tute for Social Anthropology en Halle, Alemania. Los resultados se han publicado en tres volúmenes: Grandits 2010; Heady y Schweitzer 2010; Heady y Kohli 2010. Este es un buen punto para ir más allá de los contrastes entre líneas explica�vas culturales y económicas, y de los niveles de análisis de estado y familia, para inves�gar la estrategia de inves�gación que se adoptó en el proyecto KASS y lo que nos puede enseñar. Esta estrategia hace posible extender los resultados que hemos presentado en esta sección a dos direcciones importantes: una, en la atención que se presta a los niveles intermedios de las redes de parentesco y las comunidades locales; y dos, en los aspectos de la vida familiar que se �enen en cuenta. TRES CONTRATOS Y DOS MODELOS Las conexiones estadís�cas Volveré a la distribución macro-regional de pautas familiares más adelante, aunque primero quiero que veamos otros indicadores estadís�cos de organización familiar y los vínculos que hay entre ellos. Las variables de estos indicadores son importantes de por sí, pudiendo además proporcionarnos información acerca de los tres contratos implícitos anteriormente definidos: entre las generaciones, entre parejas reproduc�vas, y entre el individuo y la comunidad en general. Figura 1 Dispersión de la endogamia espacial según la co-residencia intergeneracional La Figura 1 combina uno de los indicadores del contrato intergeneracional -la proporción de adultos que viven en unidades domés�cas de tres generaciones (eje inferior del gráfico)-, con el indicador de la conexión entre lazos de parentesco y par�cipación local. Este segundo indicador, que se mide en el eje ver�cal, se denomina endogamia local y se define como la proporción de parejas en las que ambos cónyuges han nacido a menos de diez kilómetros de su residencia actual. Esta es además una medida de los lazos de los cónyuges con el área local, pudiendo también indicar su par�cipación con�nua en los lazos familiares tempranos, ya que, a no ser que ambos progenitores se hayan mudado después, la pareja seguirá viviendo cerca sus respec�vas familias. La fuerte correlación con la primera y más directa medida de la par�cipación con�nua con la generación de los progenitores confirma esto y sugiere una asociación entre el contrato intergeneracional, y el contrato entre el individuo y la sociedad en general: los lazos familiares persistentes se asocian con un alto grado de par�cipación en la comunidad local. La concentración espacial de parientes se puede entender, entonces, como un indicador tanto de ‘familismo’ como de ‘localismo’. La Figura 2 indica que esta combinación se asocia estrechamente con el tercer contrato implícito, referido a la división de trabajo entre cónyuges o, de manera más general, entre hombres y mujeres. Esta variable mide hasta qué punto los hombres ayudan con una de las tareas que se define, en todas partes, como responsabilidad principal de la mujer: la preparación de las comidas de la familia. Es, además, un indicador del grado de énfasis que se pone en la par�cipación de la mujer en la esfera domés�ca. De todo esto se concluye, que la clara dis�nción entre los roles de género es especialmente caracterís�ca de las localidades en las que los lazos intergeneracionales y el sen�miento de comunidad local son fuertes. Figura 2 Dispersión de la asignación de tareas domésticas según género según la concentración espacial de parientes La impresión que se �ene tras esta visión estadís�ca preliminar de las variaciones en los tres contratos implícitos es que debe haber una fuerte conexión entre ellos. Las formas que adoptan los tres contratos parecen variar conjuntamente, ubicando cada localidad en un con�nuo entre dos modelos de parentesco que muestran un contraste. Modelos que se pueden describir de manera provisional --- de la siguiente manera: Modelo 1: “intergeneracional, con segregación por género, imbricado localmente” Modelo 2: “nuclear, con menos segregación por género, desvinculado localmente” Las etnogra�as Los relatos etnográficos nos pueden dar una idea más completa de qué implican estos tres contratos y su combinación en los dos modelos genéricos arriba señalados. Esta es la razón por la que el segundo tomo de la serie KASS presenta etnogra�as de parentesco en cada una de las diecinueve localidades etnográficas, permi�endo a los lectores reunir una impresión acumula�va de las diferencias y los aspectos compar�dos (Heady y Schweitzer 2010). En los siguientes párrafos, u�lizaré citas selec�vas para iluminar algunos de los puntos principales. La ayuda intergeneracional fluye principalmente entre padres/madres y sus -- hijos/as y nietos/as ---- en ambos sen�dos, aunque a lo largo del ciclo de vida completo-- muchas personas son receptores netos de sus padres/madres y abuelos/as, y donantes netos a sus hijos/as y nietos/as. No se insiste en una reciprocidad estricta, sin embargo, existe la sensación de que la ayuda que proporcionan ambos progenitores crea en sus vástagos alguna obligación de devolverla si llega a ser necesario. La diferencia principal entre las sociedades del Modelo 1 y las del Modelo 2 es si se enfa�zan ac�vamente los flujos de ayuda en ambos sen�dos o si por el contrario, existe un intento de minimizarlos a favor de un ideal de independencia mutua. Los etnógrafos, en su descripción de la situación en Tramon�, una localidad del trabajo de campo en el sur de Italia, dicen lo siguiente: La obligación social de ayudar a un hijo o una hija a poner su casa (sistemarsi) se combina con la norma de que se espera que los hijos/as cuiden de sus padres/madres mayores. La generación adulta, parejas casadas con hijos, se encuentra en el centro de las cadenas de apoyo. Por una parte, �enen que cuidar de sus padres/madres, quienes cuidaron de ellos cuando eran pequeños y, por otra parte, deben mantener a sus propios/as hijos/as. El término de A�as-Donfut (2001), ‘généra�on pivot´(generación eje) es una descripción excelente de su papel. [Capello y Colclough 2012: 315). Esta obligación no es solo una cues�ón de presión moral. Los hijos/as que cuidan de sus padres mayores a menudo reciben una mayor parte de la herencia a cambio. Contrastemos esto con la situación en los lugares del trabajo de campo en Alemania (en la anterior Alemania Oriental, en las afueras y cerca de Berlín). [Los informantes mayores] a menudo insis�an en que no esperaban que sus hijos/as o nietos/as les cuidaran. Había un fuerte énfasis en la autonomía individual durante el mayor �empo posible, que se expresaba en el comentario: “No quiero ser una carga” (Streif 2006). No querer conver�rse en una carga es una ac�tud �pica de la generación mayor. Algunos se oponen vehementemente a la idea. [Thelen y Baerwolf 2010: 260] No obstante, este tema “introducía un grado de tensión y silencio en las entrevistas” (op. cit.), sugiriendo que, de hecho, las personas mayores encontraban di�cil sobrellevar las consecuencias de estas normas sociales. Si atendemos al contrato con la sociedad en general, las etnogra�as demuestran que la endogamia local está asociada a un sen�do más general de par�cipación en la comunidad local. En Dziekanowice, en la Polonia rural, los etnógrafos informaron que: Uno de nuestros interlocutores captó el estado actual de las relaciones de parentesco en Dziekanowice cuando afirmó, acertadamente, lo siguiente: “Si entraras en los detalles, resultaría que aquí somos todos una sola familia”. Hasta cierto punto, esto era verdad, ya que muchas redes de parentesco en el pueblo o se solapan o se interconectan. (Buchowski et al., 2012: 354) Esta consciencia de estar emparentados, �pica de otras comunidades endogámicas en la muestra de KASS, no significa que las familias pueden pedir ayuda prác�ca de forma regular a parientes distantes genealógicamente; aunque la agrupación espacial sí significa que una familia suele poder pedir ayuda a un número de parientes próximos. En el caso de Dziekanowice, por ejemplo, toda la comunidad se solidarizó para reconstruir una casa que se había quemado [op.cit. p. 354]. La forma principal en la que las comunidades endógamas expresan su relación mutua es a través del control social. Como comentó un joven en Schönau, -- localidad rural austriaca donde los inves�gadores de KASS realizaron trabajo de campo: Claro que existe la presión social. Aquí, �enes que tener un empleo, una educación y todo lo demás que entra en la norma: construir casas, tener hijos, plantar árboles, envejecer, asis�r de forma regular a los actos religiosos de la iglesia. Esta es la situación en el pueblo. […] Hay personas que se desvían de las normas, pero nunca se sienten felices por eso. La gente les evita, más o menos. Realmente tampoco--- veo que sea tan malo, porque quien mala cama hace, en ella se yace. [Seiser and Schweitzer 2012: 121] El control social puede extenderse también al nivel de vida y las oportunidades escolares que los padres proporcionan a sus hijos. En Tramon�, es costumbre que los y las jóvenes permanezcan en casa hasta que se casen, momento en el que se mudan a su propia casa, que sus padres/madres pueden haberles dado o ayudado a construir. Los etnógrafos indican que el hecho de permanecer en la casa de los padres/madres permite a los/las hijos/as estudiar durante más �empo, además de disfrutar de un nivel de vida que, de otro modo, no se podrían permi�r. Comentan que: Los padres también salen ganando de este acuerdo: ofrecer un buen comienzo en la vida y la posibilidad de encontrar mejores empleos, además de tardíamente en el mediterráneo y en Europa del este. (Hasta la fecha, el porcentaje de la fuerza de trabajo dedicada a la agricultura es más bajo en Suecia y Alemania y más alto en Croacia, Polonia y Rusia.) La variable que se mide en el eje ver�cal es la endogamia espacial. El gráfico muestra un incremento regular en el nivel de endogamia según nos desplazamos desde el noroeste hacia el sur y el este. Dentro de cada macro-región, la endogamia es más frecuente en las áreas rurales que en las urbanas. Las distribuciones de las variables que miden la co-residencia intergeneracional y la segregación por género de los roles domés�cos son muy similares. La pauta macro-regional sugiere que nuestras tres variables recogen la misma dimensión de variación que Reher (1998) describe con su compara�va familia fuerte/familia débil: las “familias fuertes” de Reher corresponden a nuestro Modelo 1 (“intergeneracional, con segregación por género, imbricadas localmente”) y sus “familias débiles” a nuestro Modelo 2 (“nuclear, menos segregadas por género, localmente desprendidas”). Figura 4 – ayuda doméstica intensive según macro-región La Figura 4 confirma esta correspondencia, indicando que el alcance de la ayuda domés�ca recibida de los parientes sigue la misma pauta geográfica2. Sin embargo, aunque la distribución macro-regional es la misma que la que describe Reher, la explicación ha variado. El contraste entre los Modelos 1 y 2 no es solo un asunto de relaciones familiares, sino de contratos implícitos que afectan a muchos aspectos dis�ntos de la sociedad local y que reflejan lo que describiría Bourdieu como dos habitus diferentes: un habitus afin a la producción agrícola; y otro que corresponde mejor con la economía de manufactura y servicio que cambia rápidamente. Lo que no 2 Ayuda domés�ca “intensa” se define como ayuda que se proporciona la mayor parte de los días de la semana anterior a la entrevista o encuesta. Las personas que ayudan pueden vivir en la misma unidad domés�ca que la persona que recibe la ayuda, o no. está claro es si el habitus también responde a otras fuentes de valores sociales o a los efectos de las polí�cas estatales, por lo que no podemos asegurar si las diferencias macro-regionales en el habitus son simplemente una respuesta diferida a los procesos con dis�nta temporalización de cambio económico y de urbanización, o si reflejan factores polí�cos o culturales independientes que, de por sí, afectan a las relaciones sociales y económicas. Aunque no podemos resolver este problema aquí, posiblemente refinemos nuestras ideas si extendemos el análisis a los nuevos desarrollos en pautas familiares. EXPLICAR LOS NUEVOS DESARROLLOS En las úl�mas décadas toda Europa ha visto un doble cambio respecto al tema que nos ocupa, la familia: por un lado, el relajamiento de las reglas de la vida familiar, par�cularmente de la celebración y la permanencia del matrimonio; por otro,-- un movimiento en la dirección de una fer�lidad más tardía y menor. No obstante, la magnitud rela�va de estos dos cambios no se distribuye de manera uniforme. El relajo de los vínculos familiares ha sido más marcado en el norte y el oeste de Europa, donde prevalecen los sistemas del Modelo 2 (sistemas de “familia débil”). Mientras que, por contraste, la caída de la fer�lidad ha sido mayor en el sur y este de Europa donde los sistemas del Modelo 1 (“familia fuerte”) son o eran la regla. Las explicaciones que ofrezcamos de cada uno de estos dos cambios tendrán que tener en cuenta tanto la tendencia general compar�da, como las diferencias regionales. Aflojar las reglas de la formación de la familia Las reglas importan más y, por lo tanto, es más probable que la gente las cumpla, cuando las acciones de las que se tratan afectan a un gran número de personas, además de las que están directamente involucradas. En las comunidades agrícolas, donde las familias conyugales son los eslabones en un sistema de cooperación basado en el parentesco y de transmisión de la propiedad, se esperaría que los procesos de formación familiar estuvieran más formalizados que en otros lugares en los que la cooperación ac�va se limita más bien a los miembros de la familia conyugal. Y de hecho, parece que las uniones informales son menos comunes entre las familias agrícolas (Heady et al., 2010). Así, el movimiento con�nuado desde la agricultura a las zonas urbanas durante la segunda mitad del siglo XX en Europa, debe haber disminuido las presiones sociales para casarse. También es más probable que la gente cumpla con las reglas cuando las personas más directamente involucradas se enfrentan a una sanción seria si las incumplen. Las consecuencias económicas de la disolución de una unión, especialmente una unión con hijos/as dependientes, siguen siendo muy serias para la esposa, aunque la mayor par�cipación de las mujeres en el mercado laboral significa que son menos devastadoras de lo que lo eran a mediados del siglo XX, cuando muchas mujeres dependían totalmente de los ingresos de sus maridos. Por lo tanto, han disminuido mucho los incen�vos para que las mujeres insistan en un contrato matrimonial vinculante con su pareja, al igual que los incen�vos de mantener un matrimonio una vez hecho el contrato. Los desplazamientos del poder económico también han impactado las relaciones de autoridad dentro de la familia. El incremento de la capacidad de generar ingresos de las mujeres ha ayudado a asegurar una disminución rela�va en la autoridad masculina. También se ha desplazado la manera en las que las ventajas económicas se transmiten a través de las generaciones. Esta transmisión se ha ido alejando de la transmisión directa de propiedad y destrezas de padres y madres a hijos e hijas, caracterís�ca de la agricultura y de las empresas a pequeña escala, hacia un sistema dominado por la transmisión de ventajas escolares. Este úl�mo sistema da menos lugar a que la generación de los mayores u�lice de manera directa el poder económico para mantener su autoridad sobre los/las jóvenes. Además, el menor énfasis en la transmisión directa de la propiedad produc�va ha quitado un incen�vo prác�co para la co-residencia intergeneracional, lo que puede tener mucho que ver con la disminución del número de unidades domés�cas de tres generaciones en Italia y en otros lugares. Desde esta perspec�va, es fácil ver por qué la relajación de las reglas de formación familiar y la liberalización de la vida familiar, en general, han avanzado más en el norte y oeste de Europa. Esta es la región en la que empezaron antes y más lejos han llegado los cambios económicos, y donde entran menos en conflicto con el habitus ya existente de la familia y la vida social. Los niveles de fer�lidad: constreñimientos prác�cos y cohesión social La caída reciente e imprevista de la natalidad, llegando a niveles excepcionalmente bajos en muchas zonas de Europa, revela lo poco que los demógrafos y demás cien�ficos sociales en�enden este aspecto fundamental de la vida social. Una cues�ón central para cualquier teoría de fecundidad es la importancia que se asigna a las exigencias prác�cas (los costes de oportunidad o los beneficios posibles de ser padres/madres) y la que se asigna -si es que se asigna alguna- a las sociales o culturales que afectan el deseo de ser padres/madres. Igual importancia �ene la cues�ón de cómo hay que concebir estas demandas sociales o culturales. Para algunos teóricos, es una cues�ón de conjuntos de valores: la importancia rela�va que se da a la reproducción comparándola con la realización personal (Lesthaege 1983) o los niveles de vida en el sen�do material (Dalla Zuanna 2001). Para otros, se debe entender la reproducción biológica como parte de un proceso más amplio de reproducción social cuyo propósito es perpetuar tanto la afiliación biológica, como la forma estructural de la sociedad en cues�ón (Augus�ns 1989; Bourdieu 2007 [1996]). La estrecha conexión entre la reproducción �sica y social se subraya en casi todas las sociedades mediante los ritos del ciclo de vida que vinculan los procesos de nacimiento, maduración, matrimonio y muerte, al ser miembro de categorías sociales específicas (Van Gennep 1989 [1909]). Merece la pena indicar que, en esta conexión, las implicaciones causales podrían ir en cualquiera de los dos sen�dos posibles: o la fecundidad permite la renovación de las estructuras sociales; o la existencia de nichos sociales reconocidos para parejas nuevas y para sus hijos/hijas potenciales crea una precondición para la reproducción biológica. Estos son temas profundos, imposibles de resolver en un ar�culo como este. No obstante, las dis�ntas perspec�vas teóricas que se ofrecen pueden ayudarnos a interpretar, de manera provisional, los datos que emergen de las estadís�cas demográficas y de estudios como el proyecto KASS. Las exigencias prác�cas proporcionan la explicación más directa de la caída de la fecundidad en Europa durante las úl�mas décadas. La frecuencia cada vez menor de unidades domés�cas de tres generaciones �ene que haber limitado la medida en la que los abuelos han podido ayudar a cuidar de sus nietos/as. Más importante, la mayor par�cipación de las mujeres casadas en el trabajo remunerado significa que la de su control también emerge en los comentarios de los informantes de las dos localidades de trabajo de campo del norte de Italia, en el corazón de la economía moderna: en la gran ciudad de Milán (Ghezzi 2010) y en el pequeño pueblo de Maranzano (Lorenzini 2010), donde una tradición anterior de producción artesanal independiente de muebles, ha sido sus�tuida recientemente por un sistema de empresas produc�vas a mayor escala y menos personales. En ambos lugares, los padres y las madres potenciales explican su baja fecundidad diciendo que simplemente no �enen �empo de cuidar de hijos e hijas. Sin duda, habrá razones prác�cas específicas detrás de esta situación, pero también indica una pérdida de control sobre los ritmos de la vida prác�ca, que es incompa�ble con un modelo social que percibe las interacciones prác�cas como señales significa�vas dentro de un sistema coherente de relaciones sociales. Lorenzini vincula la percepción de que hay poco �empo, a la manera en la que los cambios en la tecnología y los nuevos desarrollos en el mercado de los muebles han alterado la estructura de la economía del lugar, socavando las empresas familiares, amenazando la existencia con�nuada de la industria local y, así, la con�nuidad de la comunidad misma. Aunque las evidencias ciertamente no son concluyentes, sugieren la posibilidad de otra dimensión en los contratos implícitos entre padres y madres potenciales y la sociedad en general: cuando las cosas van bien, la sociedad proporciona a los padres y madres y a sus hijos e hijas una posición social segura y, a cambio, padres y madres aseguran la con�nuidad biológica de la sociedad misma. CONCLUSIÓN La crí�ca de Schneider (2002 (1984)) de los estudios del parentesco y el “giro cultural” de la antropología en conjunto han influido fuertemente en mucho del trabajo antropológico sobre el parentesco europeo moderno. Ha habido una fascinación especial con la construcción cultural de ideas de emparentamiento biológico y con los contextos (tales como la adopción y las nuevas tecnologías de reproducción) en los que las definiciones culturales de lo “natural” parecen cues�onarse (Carsten 2004; Strathern 1992; Edwards y Salazar 2009). Típicamente, los autores de esta tradición del “nuevo parentesco” han prestado bastante poca atención a preocupaciones anteriores sobre las estructuras sociales, definidas por herencia y matrimonio, el significado económico del parentesco y los debates sobre el materialismo, el idealismo y la teoría de la prác�ca a los que dio lugar este corpus de trabajos. El argumento de este ar�culo ha sido que este corpus anterior de teoría antropológica proporciona algunas maneras muy eficaces, aunque no defini�vas, de entender los recientes desarrollos en el parentesco europeo y de integrarlos con la inves�gación etnográfica anterior y con el trabajo llevado a cabo en otras disciplinas. Espero que el tratamiento de cues�ones específicas, aunque ha sido— inevitablemente-- algo somero, ilustre la relevancia con�nuada de estas explicaciones, y al mismo �empo demuestre que muchos de los resultados de la inves�gación y formulaciones teóricas no son, ni mucho menos, ní�dos e indiscu�bles. De hecho, la apertura de esta tradición a nuevos desarrollos se ve en la gama de conceptos dis�ntos (‘modelo, ‘contrato implícito’, ‘habitus’, ‘reproducción social’ y demás) de los que se ha nutrido este ar�culo. Es posible que esto sea una manía personal, pero me inclino a pensar que refleja una sensación más general de que hace falta más trabajo teórico sobre las conexiones que subyacen a la acción individual y a la estructura social. El reto vigente es encontrar maneras de incluir tanto la racionalidad prác�ca y los significados sociales en las descripciones analí�cas que hagan plena jus�cia a la complejidad de los resultados etnográficos y los datos cuan�ta�vos. AGRADECIMIENTOS Este ar�culo no hubiera sido posible sin el trabajo y el apoyo de todos los par�cipantes en el proyecto KASS, tanto los que se han citado directamente como los que no. Estoy muy agradecido a todos, incluidos los numerosos ciudadanos que sacrificaron un �empo considerable para responder a nuestras preguntas. Además, quiero agradecer específicamente a Nancy Konvalinka y a sus colegas en el I Simposio Internacional sobre Nuevos Modelos de Familia: Las Familias Tardías, en sep�embre de 2010, por sus comentarios es�mulantes y perspicaces sobre el borrador inicial de este trabajo. Debo también las gracias a Campus Verlag por el permiso para reproducir extractos y gráficos de los volúmenes 2 y 3 de Family, kinship and state in contemporary Europe. REFERENCIAS A�as-Donfut C, Lapierre N, Segalen M 2002 Le nouvel esprit de famille. Paris: Odille Jacob. Augus�ns G 1989 Comment se perpétuer? Devenir des lignées et des�ns des patrimoines dans les paysanneries européennes. Nanterre: Société d’Ethnologie Bourdieu P 1977 Outline of theory of prac�ce. Cambridge: Cambridge University Press. Bourdieu P 2007 (1996) Raisons pra�ques: sur la théorie de l’ac�on. Paris: Seuil. Buchowski M, Kołborn I, Stanisz A 2010 Some aspects of family life in Dziekanowice: and ethnographic account. 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