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contesto storico Spagna nel XIX secolo, Sbobinature di Letteratura Spagnola

appunti sul contesto storico spagnolo nel XIX secolo

Tipologia: Sbobinature

2019/2020

Caricato il 06/12/2020

valeria-murtas
valeria-murtas 🇮🇹

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Scarica contesto storico Spagna nel XIX secolo e più Sbobinature in PDF di Letteratura Spagnola solo su Docsity! CONTEXTO HISTORICO A LA SOMBRA DE LA REVOLUCIÓN (1789-1808) Hoy nos hemos ido hasta Aranjuez para poder mostrarle estas imágenes, se trata de la dramatización que todos los años hacen más de 200 vecinos del motín de Aranjuez, que tuvo lugar en esta ciudad la noche del 17 de marzo de 1808, hace ahora 195 años, y que acabó con el reinado de Carlos IV y su valido Manuel Godoy. A pesar de las apariencias, ese estallido popular de cólera contra Godoy no fue espontáneo, fue minuciosamente preparado por sus enemigos, que eran muchos, detrás de todos ellos apoyándoles estaba el príncipe heredero, que luego reinó con el nombre de Fernando VII y que estaba ansioso de ocupar el trono de su padre y acabar con el todopoderoso Godoy, al que odiaba. En la representación que hacen los vecinos de Aranjuez, el primer acto es el asalto al palacio de Godoy. El segundo acto, es la marcha de los amotinados sobre el Palacio Real para forzar la renuncia de Carlos IV al trono. El motín de Aranjuez ha pasado a la historia de España como el primer golpe de Estado del siglo XIX, Fernando VII se hizo con el poder destronando a su padre, Carlos IV. Con su renuncia al trono, Carlos IV pone fin a sus casi dos décadas reinando, dejando tras de sí la Corona desprestigiada, a la familia enfrentada y al país en la antesala de una guerra. Cuarenta años atrás, cuando sólo era un joven príncipe heredero, el infante don Carlos y su esposa, su prima María Luisa de Parma, fueron sorprendidos intrigando en contra de su padre, el rey Carlos III. Su padre, para hacerle reflexionar, le escribió entonces una carta donde le recomendaba que, por el bien de la Corona y el suyo propio, evitase por todos los medios la desunión entre padre e hijo, entre el rey y el príncipe heredero. "Si no lo haces, le decía, llegará el día en que te arrepentirás”. En 1773 el pintor Francisco Goya deja Zaragoza para asentarse cerca de la Corte, en Madrid. Goya va a hacer con sus pinceles la mejor crónica gráfica de esta época. Al poco tiempo de su llegada a Madrid comienza a pintar cartones para la Real Fábrica de Tapices. Sus primeros tapices con escenas de caza, son muy apreciados por el príncipe don Carlos, que los cuelga en sus habitaciones de El Escorial. Pronto se introduce Goya en los círculos de la nobleza y la Corte, donde retrata a los aristócratas más cultos y refinados: los duques de Osuna, o la familia del infante don Luis, hermano de Carlos III. En sus salones conoce a los intelectuales ilustrados que van a ser sus amigos: -Don Luis Bernardo de Iriarte, diplomático, traductor de los clásicos franceses. -Don Leandro Fernández de Moratín, el más prometedor de los autores teatrales de España. -Don Gaspar Melchor de Jovellanos, nuestro insigne jurista. En el invierno de 1788 muere el rey Carlos III. Comienza entonces el reinado de Carlos IV. Llega al trono después de una larga espera, con 40 años de edad. Hereda de su padre, además del reino de España y un gran imperio colonial, el poder absoluto para gobernar. En él se concentran todos los poderes del Estado. El rey es a la vez legislador, juez y gobernante. Carlos IV es un rey culto, amante de la música y de la pintura, le gusta mucho Goya. Gran aficionado a la caza, como su padre, es bondadoso, pero débil de carácter. Todo lo contrario que su mujer, su prima María Luisa de Parma, con la que lleva casado más de 20 años, y que tiene una personalidad mucho más fuerte. Ella ha sido la reina más denostada de nuestra historia, acusada de infiel, viciosa, astuta y egoísta. Lo cierto es que tuvo 14 hijos, sufrió varios abortos y tuvo que soportar la muerte de 7 de sus hijos. La España que se encuentra el nuevo rey es un país distendido, nada dramático, que está pasando por una buena época. Con una industria aún muy escasa, el campo es la principal ocupación de los españoles. De él comen y viven, dependiendo de las buenas o malas cosechas. Aunque las dificultades para la supervivencia son muchas y la esperanza de vida apenas supera los 25 años, sus 10 millones de habitantes disfrutan de las romerías y fiestas que proporciona el santoral de un país tradicionalmente católico. Siguiendo las costumbres de su padre, el rey Carlos IV y su familia se trasladaban acompañados de toda la Corte, de un palacio a otro dependiendo de las estaciones del año. La primavera la pasaban en el Real Sitio de Aranjuez. Al llegar el verano se iban a San Ildefonso de la Granja. En el otoño se establecían en El Escorial, y finalmente, regresaban al palacio Real de Madrid en invierno. Los reales sitios, como eran conocidos los palacios reales, eran los centros de poder de la época donde, además de la corte, acudían los ministros, los diplomáticos, los jueces y toda una nube de pretendientes que buscaban mejorar su situación a la sombra del Estado. Aranjuez era, de todas, la residencia favorita de los reyes. En esta ciudad, que alcanzó todo su esplendor en esta época, se tradujo a la realidad el modelo ideal de ciudad ilustrada: limpia, higiénica y bien ordenada. Los embajadores extranjeros contaban que, comparada con la de otros países europeos, la vida en la corte era muy aburrida. De hecho estaba dominada por la rutina y por la devoción a la caza que tenía el monarca. En momentos especiales el tedio se rompía con espectáculos extraordinarios como la ascensión en globo, una demostración de los avances de la ciencia racionalista.  La primera decisión del gobierno que toma Carlos IV es confirmar en el cargo al secretario de Estado, el equivalente hoy a primer ministro, al conde de Floridablanca, que ya lo era con Carlos III.  Su segunda decisión es la de convocar a las Cortes para que tomen juramento y príncipe de Asturias al infante don Fernando que tiene entonces 5 años.  Otra de las primeras decisiones del nuevo rey es el nombramiento de Goya como pintor de cámara. Con el asalto a la prisión de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, estalla la Revolución Francesa. El pueblo de París toma a sangre y fuego la prisión que simboliza el poder absoluto de su rey, Luis XVI. El comienzo de la Revolución no sólo hará tambalear el trono francés sino los de todas las viejas monarquías de Europa, incluida la española, que tiene lazos familiares con la francesa, Luis XVI y Carlos IV son primos. Desde el primer momento la atención del rey hacia lo que ocurre en Francia es constante. Ambas Coronas son hermanas de disnatía, la de los Borbones, y están, además unidas por pactos de familia de mutua ayuda. Pero las noticias que le llegan son desalentadoras, los miembros de la Asamblea Nacional acaban de abolir los derechos feudales de la nobleza sobre las tierras. Y continúan reunidos. Los representantes del pueblo de Francia constituidos en Asamblea Nacional, que se vendían sobre todo en el exterior. Los fracasos militares y la pésima situación económica del país ponen al primer ministro en una situación desesperada. Godoy, entonces, busca apoyos, reestructura el gobierno e incorpora a él a los ilustrados más relevantes: sitúa a Melchor de Jovellanos en Gracia y Justicia, a Francisco Saavedra en Hacienda. Y a otros, como el poeta Meléndez Valdés o el dramaturgo Fernández Moratín en diferentes cargos de Administración. Todos ellos pertenecen al círculo de amigos de Goya y son retratados por el pintor. Las malas cosechas de esos años empeoran la situación. Los precios suben, los alimentos escasean y el hambre se extiende entre la población. El temor a que un levantamiento popular contra el favorito real ponga en peligro a la Corona, lleva a los reyes a apartar a Godoy del Gobierno y a poner en marcha la primera desamortización, que consiste en poner a la venta algunas tierras de la Iglesia para remediar los graves apuros económicos del Estado. Casi a punto de entrar en el año 1800, la Revolución Francesa da un nuevo giro. Napoleón Bonaparte, un victorioso general con tan solo 30 años, sube al poder mediante un golpe de Estado y se convierte en el hombre fuerte de Francia. Napoleón también marcará el signo de nuestra política porque, en su partida mortal con Inglaterra, España pasa a ser mero peón del general francés. En esos momentos lo que está en juego es el control de Europa y, Napoleón considera que, o se está con él o se está contra él. La intervención de Napoleón en la política interior española es inmediata. Él influye en Carlos IV para que Godoy se encargue de nuevo de la marcha del país. El rey no sólo accede sino que, además, nombra a Godoy Generalísimo de los Ejércitos. Mientras Goya pinta el retrato de la familia real, el valido de Carlos IV abandona el reformismo para buscar el apoyo conservador de la Iglesia y la nobleza. Los ilustrados que habían sido llamados al Gobierno por Godoy, se ven ahora perseguidos, encarcelados o desterrados por él. El propio Goya tiene problemas con la Inquisición, que ordena retirar del mercado sus grabados de la serie "Los caprichos!, 80 dibujos en los que el pintor critica descarnadamente a la sociedad de la época. La primavera de las luces y de la razón toca a su fin. Justo con el comienzo del siglo XIX, en 1801, España declara la guerra a Portugal y hacia allí se dirigen las tropas españolas. Son 60.000 hombres mandados por su jefe supremo, el Generalísimo Godoy. Godoy trataba con ello complacer a Napoleón, decidido a acabar con la alianza de Portugal e Inglaterra que permitía a los ingleses los puertos portugueses como refugio de su flota. Para poder salirse con la suya, Godoy tuvo que convencer a Carlos IV de que una guerra rápida salvaría a la Monarquía portuguesa de Napoleón. El rey de Portugal estaba casado con la infanta Carlota Joaquina, hija del rey de España. La guerra apenas dura dos semanas. Después de la conquista por los españoles en la ciudad fronteriza de Olivenza, los portugueses se aprestan a firmar la paz. Aceptan cerrar sus puertos a los ingleses y ceden a Olivenza a España. Esta guerra relámpago ha pasado a la Historia como "la guerra de las naranjas", por un ramo de naranjas portuguesas que Godoy envió a la reina María Luisa como regalo tras la victoria. En Marzo del año siguiente, en 1802, Francia e Inglaterra deciden darse una tregua y firman la paz en Amiens. Gracias a ella, España consigue de los ingleses la devolución de la isla de Menorca. Pero la paz, que resultaba tan necesaria para la recuperación económica de nuestro país, durará poco. Apenas trascurrido un año, franceses e ingleses vuelven a enzarzase en otro conflicto. Godoy se esfuerza por mantener a España al margen, pero acaba sucumbiendo a la presión de Napoleón, que necesita a la Flota española para llevar a cabo sus planes. El plan de Napoleón consiste en invadir Inglaterra con un Ejército de 160.000 hombres y necesitaba reforzar su Flota con la española para el desembarco en la isla. La escuadra franco-española, mandada por un almirante francés, está formada por 33 navíos -15 de ellos españoles- permanece fondeada en el puerto de Cádiz a la espera de las órdenes de Napoleón. En la mar abierta espera la escuadra inglesa mandada por el almirante Nelson, con 27 navíos. Cuando la escuadra franco-española abandona el puerto de Cádiz para ir en busca de la inglesa, los gaditanos, que presienten una catástrofe, acuden en masa a rezar ante la Virgen del Carmen. Las dos escuadras navegan ya hacia el estrecho de Gibraltar y Nelson se dispone a poner en práctica el plan que sus oficiales bautizaron como "el toque Nelson". Se trata de atacar por el centro con dos columnas de navíos, para atravesar y romper la formación del enemigo y permitir, después, la lucha buque a buque. La escuadra franco-española se dirige al combate desunida y llena de recelo recíproco, hasta el punto de que el almirante francés ordena las naves para el combate, alternando navíos españoles y franceses, para que se vigilen unos a otros. La batalla comienza al mediodía del 21 de Octubre de 1805 frente al cabo de Trafalgar. La batalla dura hasta el anochecer. La escuadra inglesa consigue imponerse a la combinada franco- española. El plan del almirante Nelson ha funcionado como lo había previsto. Pero él no puede ver la victoria porque muere en el combate. Tampoco ven su derrota los más de 1000 españoles que perecen en la lucha, entre ellos, los oficiales Churruca, Gravina, Alcalá Galiano lo mejor de la Marina española. Con esta derrota, España pierde, además de 10 barcos, la esperanza de seguir comerciando con las colonias. El Atlántico pasa a ser dominio absoluto de los ingleses. El hundimiento económico de España se acelera. Los fracasos militares y la crisis económica dejan a Godoy sin más apoyo que el de los reyes. El malestar de la nobleza y el clero llega hasta los aposentos del príncipe don Fernando, que se convierte en el centro de las intrigas contra el valido del rey. La conjura crece de tal modo que da origen a lo que ahora se conoce como un grupo de presión, el de los "fernandinos", con el propósito de derribar a Godoy y arrastrar al rey Carlos IV en su caída. En octubre de 1807 los conspiradores son detenidos. El príncipe heredero es recluido, por orden del rey, en sus habitaciones. Poco después los conjurados son juzgados y declarados inocentes, aunque son desterrados. El príncipe Fernando es perdonado por su padre. El desenlace de la conjura aumenta la popularidad del príncipe de Asturias. El pueblo le ve como una víctima de las intrigas de su madre y el favorito de ésta. El desprestigio de Godoy aumenta. Godoy pierde definitivamente la batalla de la opinión pública. Después de una victoriosa campaña militar por Europa, Napoleón -ahora autoproclamado emperador- vuelve a la carga contra Inglaterra. Fracasada la invasión, ahora se propone rendirla mediante un bloqueo económico que la impida comerciar con el continente. Pero para eso necesita neutralizar definitivamente a Portugal. El plan de Napoleón consiste en invadir Portugal desde España con tropas francesas y también españolas. Godoy cede a las presiones y España acaba firmando el tratado de Fontainebleau, en el que se fija el reparto de Portugal. Un Ejercito francés de 28.000 hombres atravesaría España para colaborar en la invasión y, después de la victoria, el sur de Portugal sería para Godoy. En Febrero de 1808 las tropas francesas, al mando del general Murat, comienzan a entrar a la Península. Pero ocupan las fortalezas de las ciudades por las que pasan. Es decir, se comportan como conquistadores. Lo que sucede en realidad es que Napoleón está poniendo en práctica su plan secreto: incorporar a Francia el nordeste de España, desde Pasajes hasta Tarragona, y extender su frontera hasta el Ebro. El avance de las tropas francesas hacia Madrid alarma a Godoy, que sugiere a los reyes que se trasladen a Aranjuez para después dirigirse a Cádiz y embarcar con destino a América. Los enemigos de Godoy los "fernandinos", apoyados por el príncipe heredero que se opone a la salida de los reyes, vuelven a poner en marcha la conjura contra el valido. El motín comienza en Aranjuez la noche del 17 de Marzo de 1808 y acaba dos días más tarde con la abdicación del rey Carlos IV. Su hijo, el instigador del levantamiento, es el nuevo Rey: Fernando VII. Napoleón que ha estado atento, incluso alentando, el enfrentamiento en el seno de la Corona española, cambia de planes y convoca en Bayona a padre e hijo para mediar en sus diferencias. Detrás de este cálido recibimiento Napoleón esconde sus verdaderas intenciones: hacer abdicar a los dos Borbones y nombrar rey de España a su hermano, José Bonaparte. De este modo, y de un solo golpe, se va a apoderar de España y de sus colonias en América. El nuevo rey de España se llamará José I. En Madrid, la crispación y el malestar de la población había ido en aumento desde que, a finales de Marzo de 1808, las tropas del general Murat se establecieron en la ciudad. El 2 de Mayo, los madrileños presencian la salida del palacio de Oriente, con destino a Bayona,... ...de los últimos miembros de la Familia Real, incluido el hijo menor de los reyes, el infante Francisco de Paula. A medida que la noticia se propaga por Madrid el motín popular se extiende por toda la ciudad. En la Puerta del Sol se produce el sangriento choque con los mamelucos, mercenarios egipcios al servicio de los franceses, que años más tarde inmortalizaría Goya. Todos los llamamientos a la calma por parte de las autoridades son desobedecidos. Los amotinados, hostigados por las tropas francesas se agrupan en el cuartel de artillería de Monteleón, donde sus oficiales, encabezados por Daoiz y Velarde, han sacado los cañones a la calle. El levantamiento del 2 de Mayo es aplastado. Pero ese día da comienzo en España una larga guerra de liberación y al mismo tiempo una revolución burguesa que situará a España en la era contemporánea. De momento, sin embargo, lo único que comienza es la represión. VIVAN LAS CAENAS (1808-1823) El pueblo abandonado a su suerte después de la doble abdicaciòn de los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII a favor de Napoleòn se rebela contra el invasor de España y usurpador de su Corona. La mecha de la insurrepciòn se extiende ràpidamente y los levantamientos contra los franceses como la polvora de un pueblo a otro, de una ciudad a otra hasta generalizarse en todo el paìs. La insurreciòn española constituye el primer movimiento de liberaciòn nacional que surge en Europa para liberarse del yugo de Napoleòn y de sus afanes de imperialistas. El alzamiento popular que desautoriza y desobedece a la instituciones populares produce un vacìo de poder que es ocupado de forma espòntanea primero por juntas locales y después por juntas provinciales. Las juntas son unas instituciones formadas por las personas de mayor prestigio de cada comunidad que se encargan de restablecer el orden pùblico y de organizar la resistencia contra el invasor. Como los afrancesado, los liberales quieren tener una Constituciòn que le sirva para reformar el paìs y, ademàs, para legitimar al gobierno nacido de la insurreciòn. Con el juramento que prestaron la centena de diputados presentes en la solemne apertura de estas Cortes generales y extraordinarias el 4 de Agosto de 1810 da comienzo la historia de el parlamentarismo español y una autentica revoluciòn. Lo primero que hacen lod diputados reunidos en el teatro de la isla de Leòn es proclamar que la soberanìa reside en la Naciòn y representada esta por las Cortes. A continuaciòn, y después de reconocer a Fernando VII como su rey, las Cortes establecen la separaciòn de poderes y asumen para si el poder legislativo. Hasta ese momento habìa sido prerogativa del rey la elaboraciòn de las leyes. En las cortes de Càdiz se produce otro hecho novedoso, sus disputados son elegidos directamente por los ciudadanos que tenìan derecho a voto, y no como se habìa hecho hasta entonces por sus estamientos respectivos: la nobleza, el clero y el pueblo. Y allì donde la guerra habìa impedido celebrar la elecciòn los disputados son nombrados en calidad de suplentes. También las colonias cuentan con representaciòn. El efecto inmediato de esta nueva forma de elecciòn es que las clases medias urbanas se convierten en las protagonistas de estas cortes y se alzan de primera vez con el poder legislativo. Desde el comienzo de los debates, los disputados se dividen en: -ABSOLUTISTAS o enemigos de las reformas y -LIBERALES o defensores de los cambios radicales. Al año siguiente, en Febrero de 1811, las Cortes cambian de sede. Se trasladan a la iglesia San Felipe de Neri, en la ciudad de Càdiz. Aquì continuan con su frenética actividad legislativa. Aprueban la libertad de imprenta, decretan la aboliciòn de la tortura y la de todo los privilegios feudales y comienzan a elaborar el proyecto de una Constituciòn que es aprobada, después de un año de debates, en Marzo de 1812. A lo largo de cerca de 400 artìculos la Constituciòn establece que la forma de gobierno de España es la Monarquia parlamentaria. Reconoce Fernando VII como rey constitucional y declara a la religiòn catolica como la ùnica de los españoles y suprime la Inquisiciòn. La Constituciòn de Càdiz es promulgada el 19 de Marzo de 1812 en el dìa de San Jose, coincidiendo con el cuarto aniversario de la subida del trono de Ferando VII. Por este motivo, el pueblo gaditano la bautiza como “LA PEPA”. Con la Constituciòn de Càdiz, se hace realidad en España de una forma pacifica, el triunfo de la burguesia y de su programa polìtico: EL LIBERALISMO. España es tras los Estados Unidos y Francia, el tercer paìs del mundo en recoger en su Constituciòn los principios democraticos de la igualdad y la libertad de su ciudadanos. Mientras tanto la guerra continùa. La larga duraciòn del conflicto, cerca de 6 años, sumada a su caràcter de guerra total donde todo el pueblo, incluido mujeres, ancianos y niños se enfrentan al ejercito Napoleònico, produce en ambos bandos episodios de crueldad inaudita. GOYA, que presencia muchos de estos horrores, los recoge en una colecciòn de grabados “Los desastres de la guerra”. Es la primeva vez que un artista refleja la guerra sin gloria. En sus grabados, que dan testimonio de la barbarie y de la guerra sin cuartel de los contendientes, no hay heroés sino asesinos y muertos. A las calamidades propias de una guerra de desgaste se habìa añadido en 1812 una hambruna que asolò a gran parte del paìs. En Madrid, las autoridades municipales, tuvieron que establecer un servicio de recogida de cadàveres para intentar contener la propagaciòn de enfermedades contagiosas. En esta guerra, España pierde casi un millòn de habitantes. Con la victoria obtenida por el ejercito anglo-español en los Arapiles, muy cerca de Salamanca en Julio de 1812, los franceses sufren la derrota màs severa desde la batalla de Bailén. Con ella empiezan a desvanecierse los proyectos para España de Napoleòn, ahora màs interesado a la invasiòn de Rusia. Al mes siguiente de la victoria de los Arapiles, las tropas del duque de Wellinghton entran por primera vez en Madrid. Pero la liberaciòn definitiva no llegarà hasta el Enero del siguiente año, 1813, tras la derrota de Napoleòn en Rusia. El debilitamiento de las tropas francesas en España està tan manifiesto que Jose Bonaparte decide emprender con su ejercito la retirada hacia Francia. Poco antes de que las tropas francesas lleguen a la frontera, Wellinghton al mando de un ejercito de 100mil de soldados formado por ingleses, portugueses y españoles, les da alcance en Vitoria y los vuelve a derrotar. Con las prisas por atraversar los Pirineos, el ejercito de Napoleòn deja sobre el campo de batalla, algunos de los muchos objetos de arte que habìan sido expoliados durante su retirada. A cambio de la neutralidad de España en la etapa final de la guerra Europea, Napoleòn se ve obligado a reconocer a Fernando VII como rey de España. La paz entre las dos naciones se firma en Diciembre de 1813. Detràs de las tropas de Napoleòn, parten hacia Francia, al exilio, parten 12mil españoles, o sea los AFRANCESADOS. Este es el primer gran exilio de españoles que abandonan el paìs huyendo de otros españoles. Cuando por fin, en Marzo de 1814, regresa Fernando VII a España hace honor a su apodo. EL DESEADO. Todos desean su vuelta. -Los liberales le aguardan para que jure y acate la Constituciòn aprobada en Càdiz y prosiga con las reformas. - Los absolutistas, tambièn llamados realistas, porque son partidarios del fortalecer el poder real, le esperan que vuelva a las instituciones tradicionales. Y finalmente, el pueblo, que ha sufrido una guerra durisìma, confìa ciegamente que con la vuelta del rey se consiga una paz duradera y se soluciones los graves problemas economicos. Por el momento, todos le reciben con entusiasmo. Después de haber recorrido media España en olor de multitudes, el 13 de Mayo de 1914, Fernando VII hace su entrada triunfal en Madrid y la hace, de nuevo, como rey absolùto de todos los españoles. Unos dìas antes habìa firmado un decreto disolviendo las Cortes y derogando todas las reformas aprobadas por ellas, incluìda la Constituciòn. Con este golpe de Estado recupera todos los poderes de un monarca absolùto. Antes de tomar esa decisiòn y de enfrentarse a las Cortes y a la regencia que ostentaba el poder ejecutivo hasta que el monarca jurara la Constituciòn, Fernando VII estuvo midiendo sus fuerzas. Durante su estancia en Valencia habìa recibido el respaldo casi total del ejercito tradicional y el apoyo incondicional de un grupo de diputados absolutistas que representaban a un tercio de las Cortes. Sabìa también que contaba con el apoyo de la iglesia y con la simpatia del pueblo que no habìa dejado de aclamarle desde su vuelta a España. Los españoles dejan de ser ciudadanos y vuelven a ser sùbditos. Inmediatamente después del golpe, el rey ordena la detenciòn de los liberales màs señalados, algunos como los diputados Augustìn Arguelles o Jose de la Pintana que se habìan distacado en los debates constitucionales son encarcelados. Otros muchos consiguen exiliarse en Francia donde van hacer compañia a los afrancesados. Detràs de los Pirìneos se van a encontrar cerca de 30mil españoles, los mejor preparados y los màs lucidos con que cuenta la España de aquellos momentos. La vuelta a la Monarquia absoluta supone también el restablecimiento de las viejas instituciones como la Inquisiciòn. El proprio Goya es investigado por el tribunal. El pintor, sospechoso de haber simpatizado con los franceses, continùa a duras penas siendo pintor de càmara del rey. En esta época, 1814, antes de aislarse en su Quinta del Sordo, Goya pinta un cuadro que retrata lo que està ocurriendo en el paìs. Una alegorìa donde el Tiempo sujeta a la Verdad y quiere llevarsela consigo. Es una escena que tiene como testigo a la Historia. Durante la guerra con Francia, las colonias americanas también crearon sus propias Juntas de Gobierno y algunas, como la de Buenos Aires y Caracas, se radicalizaron y pidieron la Independencia. Fue la BURGUESIA CRIOLLA, los descendientes de españoles nacidos en las colonias la que empezò la lucha por su independencia aprovechando que España estaba defendiendo la suya frente a los franceses. Buscaban sobre todo, el poder polìtico de los territorios que estaban en manos de los peninsulares y la libertad del comercio con otros paìses. Un hacendado, criollo, Simòn de Bolivar, que serà despuès conocido por “El Libertador”, encabeza en Venezuela una sublevaciòn que proclama la guerra a muerte a los españoles. Sus primeros exitos incomòdan tanto al Estado como a la burguesia española que ven peligrar la fuente principal de sus ingresos. El rey manda desde España, en 1815, un ejercito de 10.000 hombres que de momento, consigue detener la insurreciòn. A pesar de la presiòn desatada por Fernando VII contra los liberales, una minorìa urbana de intelectuales, comerciantes, y una incìpiente burguesia industrial continùa manteniendo vivo el éspiritu liberal. La burguesia es conciente de que el gran mercado colonial lleva ya tiempo hundiendose. Pretende reorientar su actividad hacia el mercado español y para eso necesita profundas reformas en el paìs. Unas reformas que solo los liberales podrìan hacer. Los liberales pasan a la clandestinidad y comienzan a conspirar contra la monarquìa absoluta y restablecer la Constituciòn. Como lugar de encuentro empiezan a utilizar pos su caràcter secreto, las logias masònicas. La masòneria acabarà desempeñando un papel revolucionario y liberal que antes no tenìa. España habìa salido de la guerra con un ejercito desunido y sobredimensionado especialmente en nùmero de oficiales porque durante la contienda habìa surgido un ejército nuevo: el de la guerrilla que, al terminar la guerra se incorporò al tradicional. Con la restauraciòn absolutista de Fernando VII la divisiòn del ejército español se hace evidente: -por una parte està el ejercito profesional que apoya al rey -por otra, el guerrillero, que està contra el monarca. irremediablemente partida en dos. Tras el regreso de Fernando VII, opta por buscar refugio en Francia. En las paredes de la que habìa sido su casa, queda como un presagio su visiòn del tragico destino de España. EL CAFÉ DEL PRINCIPE DE MADRID El madrileño café del Principe de Madrid fue uno de los primeros locales historicos y literarios que hubo en España. En estos establecimientos se reuniron los literatos pertenecientes a la generaciòn del Romanticismo como Mariano Josè de Larra, Venturo de La Vega o Josè Espronceda. Este café tomò su nombre del teatro del Principe junto al que se encontraba situado en la madrileña plaza de Santa Ana. Fue abierto en el ano 1807 por el matrimonio formado por I. Fernandez y Andrea ? . Al principio los escritores del romanticismo frecuentaban el cercano café de Venecia situado al otro lado del teatro del Principe en la esquina con la Calle del Prado. Sin embargo decidiron trasladarse a este local en 1829. A diferencia de otros establecimientos similares decorados de forma suntuosa, el café del Principe no era un lugar acogedor. Fue descrito por Mariano Jose de Larra como un lugar reducido, puerco y òpaco. Y por Mariano Roca de T. como un café negro y tenebroso. Lo cierto es que los literatos del Romanticismo tomaron este local como sede y decidiron nombrar al cafè y a su tertulia como Parnasillo. Los asistentes se dividian en secciones segùn sus tendencias literarias: los lìricos, los dramaticos, los bucòlicos. Componìan una numerosa clientela parlanchina a la que acompañaron a los màs ilustres polìticos de la época ya que las tertulias de aquella época constituìan un aùtentico vivero de oratoria y pensamiento donde se criticaba con veemencia la situaciòn polìtica del momento. En asuntos literarios, ademàs de las habituales conversaciones sobre novela o poesia, se elegìan obras teatrales que eran criticadas por los asistentes llegando incluso a conformar una especie de jurado popular que decidìa si una pieza dramàtica debìa ser o no estrenada. Alrededor del 1836 todos estos jovenes alborotadores fueron asentandose econòmicamente y se integraron en las capas màs altas de la sociedad madrileña. El Parnasillo fue apagandose mientras sus miembros se integraban en otros tipos de sociedades culturales como el liceo artistico literario o el ateneo a que también asistieron con asiduidad Larra, de Ribas, Torrilla ecc.. De esta manera terminò el café del Principe denominado el Parnasillo. Un café no excesivamente lujoso pero sì uno de los cientros literarios màs importantes de la historia de España. POR LA SENDA LIBERAL (1824-1850) En el otoño de 1823 los caminos de España se llenan, una vez màs, de españoles, en esta ocasiòn liberales, que parten al exilio. Huyen de la represiòn que Fernando VII ha desatado tras recuperar todos los poderes del Estado que tre años atràs le habìan sido arrebatados por la revoluciòn liberal. Esta vez, los exiliados se dirigen a dos paìses: Francia e Inglaterra. Los que van a Francia optan por ciudades cercanas a España, como Toulouse o Burdeos. Desde allì, esperaràn la ocasiòn para volver a su paìs. A partir del 1 de octubre de 1823, Fernando VII continùa con su reinado, ahora como rey absoluto, con todos los poderes del Estado. Aunque esta vez, para no repetir el fracaso vivido tras la pasada experiencia absolutista, el rey decide introducir medidas reformistas. La màs importante y que perdura todavìa hoy, es el establecimiento del Consejo de ministros. El Consejo, formado por seis ministerios, nace como un mero òrgano de consulta del rey. Los ministros son los ejecutores de la polìtica del Gobierno, previa autorizaciòn del monarca. Luis Lòpez Ballesteros, ministro de Hacienda, sobresale de entre todos de su época por el acierto de su polìtica reformista. A lo largo de los nuevos años que permanece al frente del ministerio, adopta importantes medidas liberalizadoras que logran reanimar la maltrecha economìa nacional. La creaciòn de la Bolsa o la aprobaciòn del còdigo de comercio, por ejemplo. Ademàs, establece por primera vez en la historia de España la fijaciòn de un presupuesto anual. Una medida con la que intenta acabar con el eterno problema de la deuda. La polìtica reformista del gobierno provoca verdadera alarma entre los absolutistas màs reaccionarios, también llamados REALISTAS EXALTADOS, que durante el gobierno de los liberales habìan apoyado al rey. Los realistas exaltados se convierten a partir de entonces en la oposiciòn màs fuerte en las zonas rurales. Y es en Cataluña, donde al calor de una revuelta de campesinos, adquiere màs fuerza. Aquel movimiento de rebeldìa es conocido como LA GUERRA DE LOS AGRAVIADOS. Entonces, es cuando se oye por primera vez el grito de: Viva Carlos V! Viva el rey don Carlos! El llamado rey don Carlos, es el infante Carlos Maria Isidro, hermano de Fernando VII. Un hombre con fama de piadoso, que es elegido por el movimiento ultra como su nuevo rey. El infante don Carlos es, de hecho, el heredero del trono de su hermano, quien después de tres matrimonios no tiene descendencia. La prematura muerte de la tercera esposa del rey Marìa Amalia de Sajonia, en la primavera de 1829, aumenta las posibilidades sucesorias del infante don Carlos. Para desesperaciòn de los realistas exaltados, seis meses después de enviudar, Fernando VII, que tiene 45 años, vuelve a contraer matrimonio. Su cuarta esposa es su sobrina, Marìa Cristina de Borbòn, de 23 años. La boda tiene lugar en Aranjuez, y es celebrada con festejos populares. A los cuatro meses de la boda real, y antes de anunciar oficialmente el embarazo de la reina, Fernando VII suprime, en Abril de 1830, la ley sàlica, que desde el establecimiento de los Borbones en España impedì a reinar a las mujeres. De esta forma, el monarca se asegura de que su pròximo descendiente pueda reinar aunque sea mujer. Eso significa que su hermano don Carlos queda excluìdo de la sucesiòn. Y asì es en efecto. En el mes de Octubre de 1830 nace una niña, la infanta Isabel. Ella es la heredera. Animados por la instauraciòn de una monarquìa liberal en Francia, los liberales radicales españoles, que tienen en el exilio a sus lìderes màs destacados, continùan conspirando en España amparados en sociedades secretas. Todos los intentos que hacen los liberales radicales, tanto desde Francia como desde Gibraltar, por derribar por la fuerza el régimen absolutista, fracasan. Como consecuencia, muchos de ellos son detenidos y ejecutados. De todos los ajusticiamentos, el que màs conmueve a la sociedad es el de la joven granadina Mariana Pineda. Ejecutada a garrote civil por haber participado en una conspiraciòn liberal, para la cual habìa bordado una bandera. En Diciembre de 1831, el general Torrijos y los 50 hombres que le siguieron en un pronunciamento fracasado, son fusilados. El intento frustrado encabezado por el general Torrijos serà el ùltimo que hagan los liberales por derribar a Fernando VII. A partir de entonces intentaràn buscar el pacto con la Corona para lograr acceder al poder. En el verano de 1832, estando en el palacio de La Granja, Fernando VII cae gravemente enfermo. La enfermedad del rey es aprovechada por uno de sus ministros, Diego Calomarre, para que este firme un documento por el que se reestablece la ley sàlica. Pero eso intriga palaciega, cuyo ùnico objetivo es conseguir el acceso al trono del infante don Carlos, fracasa en cuanto Fernando VII se reestablece. En vista de lo sucedido, el rey decide deshacerse de sus ministros màs integristas y recurre a liberales moderados, en una operaciòn destinada a obtener su apoyo para asegurarse que su hija Isabel le suceda en el trono. El nuevo gobierno, màs reformista que el anterior, decreta una amplia amnistìa para los liberales en el exilio y toma medidas contundentes contra los realistas. El infante don Carlos, el pretendiente, es expulsado de España. Ademàs, y para asegurarse la sucesiòn de su hija Isabel, que aùn no ha cumplido 3 años, el rey se las arregla para que jure como princesa de Asturias. El 29 de septiembre de 1833, con la llegada del Otoño, muere en el palacio de La Granja Fernando VII. El que fue el ùltimo monarca absolutista de España habìa iniciado su reinado en 1808, en vìsperas de una guerra y lo termina dejando la naciòn en puertas de otro enfrentamiento, pero esta vez entre españoles. Mientras su cuerpo es enterrado en el Escorial, su hermano don Carlos, que no reconoce a su sobrina Isabel como su nueva reina, se autoproclama rey y se subleva. Sus partidarios, llamados los CARLISTAS, se levantan con él. Comienza asì la primera GUERRA CARLISTA, que desgarrarà al paìs durante los siguientes siete años. Marìa Cristina, viuda del rey Fernando VII, pasa a ser reina regente hasta que su hija Isabel, que en ese momento tiene 3 años, llegue a la mayorìa de edad. La reina gobernadora, que hereda de su marido todos los poderes de Estado, necesita salvar el trono de su hija y hacer frente a los carlistas. Para lograr ambas cosas busca el apoyo de los liberales. Para formar el gobierno, recurre a los viejos liberales que en su dìa participaron en las Cortes de Càdiz y que ahora son moderados. Los liberales por su parte, colaboran con la reina con la esperanza de poder poner en marcha su propia revoluciòn, es decir, convertir la monarquìa absoluta en monarquìa constitucional y reformar a fondo la estructura econòmica de España, para que el paìs pueda equipararse al resto de las naciones europeas. Con el pretexto del pleito sucesorio se enfrentan en el campo de batalla dos visiones de España, dos formas de entender el Estado: el gobierno y la sociedad. En un bando pugna imponerse la idea de la monarquìa tradicional, representada por el infante don Carlos, respaldado por la intransigencia religiosa del clero rural y de los campesinos de Cataluña, Aragòn, Valencia, Navarra y las Provincias Vascongadas. En el otro bando se alza la idea de la España liberal, heredera de la emprendidas por el gobierno de liberales moderados, que se habìan estado turnando en el poder con liberales progresistas, deciden a estos ùltimos a intentar recuperar las riendas del gobierno. Para ello, alientan un pronunciamento militar. El golpe se produce en el verano de 1836 en el palacio de La Granja, cuando un grupo de sargentos obliga a la reina regente a reestablecer la Constituciòn de 1812, la Pepa. Una vez en el gobierno, los liberales progresistas convocan Cortes constituyentes que aprueban una nueva constituciòn, la de 1837. Màs moderada que la de Càdiz, y muy parecida a las de nuestro entorno europeo, esta Constituciòn, hecha a medida de los liberales radicales, establece la soberanìa nacional, la separaciòn de poderes y la aconfesionalidad del Estado, y reconoce los derechos individuales. Sin embrago, y con el fin de dar màs estabilidad al nuevo régimen y poder continuar con las reformas econòmicas, el nuevo texto fortalece el papel de la Corona y le da màs protagonismo en el proceso polìtico. Los carlistas continùan con sus expediciones. El proprio infante don Carlos encabeza la llamada expediciòn real, que en el otoño de 1837 llega hasta las puertas de Madrid después de haber marchado sobre Aragòn, Cataluña y Valencia. Se proponen tomar la capital de España. La amenaza carlista, es en esta ocasiòn lo bastante seria como para poner realmente en peligro la supervivencia del estado liberal. Para evitar la desmoralizaciòn popular y dar confianza a los madrileños, Marìa Cristina, la reina regente, se pasea en su carroza por la ciudad y visita a las tropas que la defienden. Al final, el pretendiente don Carlos no se atreve a forzar la entrada en Madrid y ordena la retirada hacia el norte. Pero esta decisiòn suya provoca una gran crisis interna en el carlismo, que se divide entre los partidarios de buscar una salida pactada con el ejército liberal y quienes defienden que hay que seguir con la guerra. Don años màs tarde, en 1839, acaba imponiéndose la facciòn encabezada por el general Maroto, jefe supremo del ejército carlista, quien manda fusilar a los generales que no estàn de acuerdo con el fin de la contienda. La primera guerra carlista acaba en el norte con el llamado ABRAZO DE VERGARA, entre los dos jefes militares enfrentados. Maroto por los carlistas y Espartero por los isabelianos. El general liberal se compromete a pedir al gobierno el mantenimiento de los fueros en las provincias vascongadas y en Navarra. Por su parte, el general carlista reconoce a Isabel II como reina a cambio de que a èl y a sus hombres les conserven sus empleos, grados y condecoraciones en el Ejército nacional al que quedan incorporados. Ademàs de la paz alcanzada en Vergara, el general carlista Cabrera continùa la guerra en el Maestrazgo durante un año màs, hasta que acosado por el ejército liberal huye hacia el exilio. La guerra carlista termina, pero después de siete años de guerra civil el paìs està exhausto. Miles de españoles han muerto en los campos de batalla o en la retaguardia, victìmas de odio o de la venganza. Con el asentamiento de la polìtica liberal en España, en la sociedad urbana se va imponiendo un estilo de vida nuevo que los exiliados que han vuelto de Francia introducen en el paìs. ES EL MOVIMIENTO ROMÀNTICO: el romanticismo es pasiòn, imaginaciòn, sentimientos desbordados. Es una forma de sentir y de ver la realidad que oscila entre el entusiasmo y el pesimismo. Simboliza la modernidad y està intimamente asociado a la idea de libertad. Con la libertad de expresiòn recogida por la nueva Constituciòn liberal comienza el despertar de la prensa. Los periòdicos que nacen en esta época, màs de cien, lo hacen con vocaciòn polìtica. Sus pàginas estàn al servicio de uno de los dos partidos: de los liberales moderados y del los liberales progresistas. De entre todos los diarios sobresale por su calidad EL ESPAÑOL. Fundado por el editor Andrés Borrego, el periòdico moderado se convierte en la primera gran empresa periodìstica de España, donde colaboran los intelectuales del momento. Con sus proclamas, editoriales y polémicas la prensa anima el debate polìtico en las tertulias de los cafés y en la vida del Parlamento, ya de por sì bastante exaltada. En politìca, el romàntico està tan seguro se sus convicciones que no suele aceptar el triunfo del adversario y cree firmemente que la revoluciòn es el mejor camino para imponer los cambios. La aversiòn entre los partidos se intensifica de tal modo que a veces las discusiones polìticas se dirimen en un duelo. El joven escritor Mariano José de Larra es el articulista màs leìdo. Sus artìculos, extraordinariamente modernos y cargados de ironìa y pesimismo, dibujan un retrato fiel de su época. Larra, hijo de un médico afrancesado que tuvo que exiliarse, se habìa formado en Francia y conocìa muy bien Europa. Por eso desea para España el mismo desarrollo material y polìtico que Europa està haciendo realidad. En 1837, poco antes de cumplir 28 años, Larra, dentro del màs puro estilo romàntico, se pega un tiro a causa de un desengaño amoroso. Tiene el honor de ser el primer suicida que es enterrado dentro de un cementerio. Es el gobierno liberal el que presiona a la Iglesia para que Larra sea enterrado en suelo sagrado. Esto sienta un precediente que sin duda tienen en cuenta los casi 6mil españoles que en esta época eligen el suicidio como forma de abandonar este mundo. Los generales liberales, vencedores de la guerra contra los carlistas, se convierten en los protagonistas absolutos de la vida polìtica durante el reinado de Isabel II. Espartero, Narvàez y O’Donnell, aclamados como héroes por el pueblo, premiados con decoraciones y tìtulos nobiliarios, son llamados por los partidos para que ocupen sus presidencias. Tanto los progresistas como los moderados, buscan en los espadones militares la fuerza que les permita derribar a su adversario sin tener que acudir a las urnas. Y es que las elecciones son casi siempre ganadas por el mismo partido que las convoca. En ellas solo tienen derecho a participar los ciudadanos que pagan una determinada cantidad de impuestos. No màs de 100mil españoles en el mejor de los casos, segùn el nivel en el que se sitùa el listòn. Los progresistas bajan el listòn para ampliar la base electoral y los moderados lo suben para disminuirla. Con el final de la guerra contra los carlistas en 1840 se recrudece la batalla polìtica entre los progresistas y los moderados, que en ese momento estàn en el gobierno. Estos pretenden sacar adelante una ley de ayuntamientos por la que los alcaldes dejan de ser elegidos por los vecinos y pasan a ser nombrados por el gobierno. La medida perjudica a los progresistas, quienes son los que tienen màs alcaldìas. A pesar de la fuerte oposiciòn que desata la ley, la reina regente Marìa Cristina, que siempre ha estado màs cerca del liberalismo moderado, la sanciona con su firma. El general Espartero, en nombre de los progresistas, encabeza un pronunciamiento en contra de la regente. El Ejército guarda silencio, es decir, no respalda la reina. Marìa Cristina comprueba hasta qué punto se ha quedado sin apoyos y decide renunciar a la regencia y optar por el exilio. Su hija, la reina Isabel, que tiene diez años se queda en España esperando la mayorìa de edad para reinar. Espartero es proclamado nuevo regente. Se inicia con él el régimen de LOS ESPADONES. Baldomero Espartero, llamado el general del pueblo y lìder del partido progresista es uno de los personajes màs populares de la España del siglo XIX. Hijo de un modesto constructor de carros de La Mancha, es nombrado conde de Luchana y duque de la Victoria. Aclamado como héroe de la guerra civil llega a ser conocido como el pacificador de España. Pero sus dotes polìticas no estàn a la altura de las militares. Gobierna de manera autoritaria, rodeado de una camarilla y manteniendo al margen de las decisiones polìticas a gran parte de los notables de su partido. Reprime con dureza los levantamientos que pretenden derribarle del gobierno. Bombardea varios barrios de Barcelona para sofocar un motìn y manda fusilar, entre dos, al militar liberal Diego de Leòn, después de que este fracasara en su intento de golpe para reponer como regente a Marìa Cristina. Su mandato desata tal grado de oposiciòn que consigue unir a todos los liberales, progresistas y moderados, para acabar con los excesos de su poder personal. En Julio de 1843, al grito de libertad o muerte, se produce un pronunciamiento contra Espartero que es apoyado por moderados y progresistas. Ràpidamente se extiende por todo el paìs y acaba triunfando en Torrejòn de Ardoz. Allì, el general Espartero, que se ha quedado sin apoyos, se reùne con el nuevo hombre fuerte de la polìtica española, el general moderado Narvàez, para pactar su salida hacia el exilio. Derribado Espartero y ante la falta de regente, las Cortes declaran mayor de edad a Isabel II, que acaba de cumplir 13 años, y la proclaman reina. Muy pocas semanas antes se asiste a uno de sus primeros actos oficiales. Estas dos paletas tienen un alto valor simbòlico. Esta sirviò a la reina Isabel II para ponere l 10 de Octubre de 1843 la primera piedra de este palacio, el Palacio del Congreso de los diputados. Y esta otra es la que utilizò el rey don Juan Carlos para colocar la primera piedra de las obras de ampliaciòn del palacio. Siendo regente del reino el general Espartero el Gobierno encargò un concurso pùblico para la construcciòn, decìa textualmente la ley promulgada al efecto, de un edificio digno de la representaciòn nacional, si bien sencillo y de severo caràcter. Ganò el concurso el arquitecto don Narciso Pascual Colomer, cuyo presupuesto ascendìa a casi 15 millones de reales. El 10 de Octubre de 1843, la reina Isabel, que ese dìa cumplìa 13 años, ponìa la primera piedra del edificio cuya construcciòn habìa de durar siete años. Con el régimen liberal consolidado, la burguesia se convierte en la nueva aristocracia de la sociedad. Por lo que se refiere a la nobleza, aunque ha perdido parte de su poder, ha salido muy bien parada de la revoluciòn liberal. Ha conservado intactas sus propiedades rurales y en muchos casos las han incrementado. Los nobles ùnicamente han perdido sus viejos derechos medievales. Ademàs, su prestigio social no solo se mantiene, sino que resulta altamente apreciado por la nueva burguesìa. En el campo, junto a la nobleza, surge un nuevo grupo de terratenientes que han comprado en las subastas de la desamortizaciòn. Conforman una potente burguesìa agraria. En las grande ciudades, y a la cabeza de la reconstrucciòn econòmica que està llevando a cabo el régimen liberal, se sitùa la burguesia de los negocios, formada por financieros, industriales y contratistas del Estado. Las simpatìas polìticas de todos estos sectores sociales estàn depositadas en los liberales moderados. El capitàn Ramòn Marìa Narvàez asume la presidencia del Gobierno en 1844 y permanece 10 años en el cargo. Conocido como el espadòn de Loja por su lugar de nacimiento, Narvàez se convierte en el hombre del Estado y del partido moderado. Sus objetivos son: - fortalecer la Corona, -centralizar la Administraciòn y La reina favorece con sus decisiones a los liberales moderados. Los liberales progresistas llevan alejados del poder desde que ella subió al trono 10 años atrás. Por lo que se refiere a los liberales moderados, esos 10 años de ejercicio del poder les han desgastado. Sobre todo por la intransigencia de su líder político, el general Narváez, quien finalmente es obligado por los suyos a retirarse a un segundo plano. Las divisiones internas y los enfrentamientos dentro del partido moderado llevan la inestabilidad política a España, que padece una sucesión de gobiernos cada vez más débiles y más autoritarios. El descontento se extiende incluso entre los propios moderados. En 1854 un grupo de militantes, moderados pero reformista, que quieren recuperar para el partido el espíritu liberal de la constitución de 1845, pone en marcha una conspiración para derribar por la fuerza a su propio gobierno. El levantamiento contra el Gobierno se produce en junio de ese año, 1854, en Vicálvaro, pueblo cercano a Madrid. El golpe de Estado lo encabeza, una vez más, un militar. En esta ocasión, el espadón es el del general liberal moderado Leopoldo O'Donnell. Se produce un primer enfrentamiento con las tropas gubernamentales. Pero no hay un claro ganador. El general O'Donnell se ve obligado a retirarse hacia Andalucía en búsqueda de nuevos apoyos. En la localidad de Manzanares, O'Donnell recibe el apoyo del general Francisco Serrano. Los dos militares deciden lanzar un manifiesto conjunto para conseguir la movilización de los liberales progresistas, sin los cuales la insurrección tiene el fracaso asegurado. El manifiesto lo redacta un joven malagueño, el liberal moderado Antonio Cánovas. En él se pide: -una regeneración de la política, -un trono sin camarillas una nueva ley electoral, -libertad de expresión, más autonomía local y -una bajada de impuestos. Es decir, reclamaciones progresistas. El manifiesto surte efecto. Varias ciudades apoyan la sublevación. Las calles de Barcelona, Valencia, Valladolid, Madrid y Málaga se llenan de amotinados que se hacen con los poderes locales y crean juntas revolucionarias. Durante el mes de julio de 1854 el alzamiento popular se extiende por el país y se hace más virulento. Se suceden los disturbios y los asaltos y saqueos a los palacetes de los hombres de negocios. Llega un momento en que el levantamiento escapa al control de quienes lo había iniciado y se convierte en una sublevación popular. La reina, que siente que su corona se tambalea, se resigna a llamar en su auxilio al que fuera prestigioso líder de los progresistas, el general Espartero. Espartero vive desterrado en Logroño desde que volvió del exilio. Espartero es nombrado presidente del Gobierno. Con él vuelve al poder el partido progresista, después de haber permanecido 11 años en la oposición. El general O'Donnell, que había sido el promotor del levantamiento se tiene que conformar con entrar en el nuevo gobierno como ministro de la Guerra. O'Donnell decide fundar un partido centrista, La Unión Liberal, que pretende aglutinar a los más flexibles de los moderados y de los progresistas. El gobierno progresista convoca elecciones y las gana. Enseguida, las Cortes se disponen a redactar una nueva constitución, más acorde con la idea progresista de lo que debe ser España. El otro gran objetivo es el de dar un fuerte impulso a la economía nacional que la ponga a la altura del nuevo capitalismo europeo. El nuevo ministro de Hacienda es Pascual Madoz. Madoz quiere resolver los crónicos problemas de Hacienda y relanzar los viejos proyectos de expansión ferroviaria. Necesita dinero y, por eso, aprueba una nueva ley de desamortización. Con la desamortización de Madoz se nacionalizan y subastan, sobre todo, las tierras comunales de los municipios, pero también bienes que aún le quedan a la Iglesia después de la desamortización de Mendizábal. Tras esta desamortización civil de Madoz, los municipios pierden el medio más importante para financiarse, las tierras, lo cual provoca un auténtico desastre social en todos los pueblos. Los campesinos más humildes pierden su medio de vida y los pequeños ayuntamientos, que solían pagar al médico y al maestro con los beneficios del arrendamiento de terrenos, se empobrecen aún más. El desamparo rural se acrecienta. A partir de 1855 se desata en el país la fiebre de la construcción de ferrocarriles. La explicación está en el respaldo que el Gobierno ofrece a los proyectos de nuevos trazados. El Estado invierte en ellos parte del dinero obtenido con la desamortización, pero sobre todo aprueba una nueva ley de ferrocarriles que incentiva extraordinariamente la participación del capital extranjero. El capital extranjero, especialmente francés, entra masivamente en España y, en consecuencia, se hace con la propiedad de la mayor parte de las compañías ferroviarias. En 10 años entran en funcionamiento más de 5.000 km y 2.000 más están en obras. Con la expansión del ferrocarril España vive los efectos de la revolución de los transportes. El tiempo se acelera y las distancias se acortan. Hasta ese momento, la velocidad máxima que podía alcanzar el hombre- era la de un caballo a galope, la misma que en tiempos de los romanos. El trasporte de mercancías y viajeros se había basado durante siglos en la utilización de bueyes, mulas y caballos. La velocidad de las diligencias, el transporte más rápido hasta entonces, apenas llegaba a los 10 km a la hora, con el retraso añadido de cambiar los caballos en las casas de postas; cada 10 ó 15 km. Con la llegada del tren la velocidad se triplica. En ir de Madrid a Irún en diligencia tirada por caballos se tardaba tres días. Ahora en ferrocarril el viaje se hace en una jornada. Los llamados caminos de hierro se van a encargar de vertebrar España. El ferrocarril provoca la expansión real del comercio español porque establece una rápida comunicación entre todas las regiones. Además, permitirá una mayor movilidad de la población. Pero los dos sistemas, el tradicional y el moderno, convivirán largos años, dadas las dificultades que la orografía española presenta para extender el ferrocarril por todo el país. En España, tender un kilómetro de vías cuesta de 5 a 10 veces más que en Francia o Alemania. A pesar de los esfuerzos de los liberales por modernizar España, las epidemias de cólera y las hambrunas continúan abatiéndose cíclicamente sobre el país. En 1855 el cólera se lleva por delante a miles de españoles. La esperanza de vida al nacer no llega entonces a los 30 años de media. Sin embargo la población sigue aumentando lentamente. A mediados de siglo España pasa ya de los 15 millones de habitantes. De ellos tan solo dos millones viven en ciudades. El resto, que es la gran mayoría, continúa en el campo. Es en esta época cuando se inicia la emigración del campo a la ciudad. Las zonas costeras del Mediterráneo y del Cantábrico, junto con Madrid, son los destinos preferidos de los inmigrantes que van buscando los lugares donde las industrias tienen necesidad de mano de obra. Con la creación de un mercado nacional, gracias al ferrocarril, y con la aplicación del vapor a los telares mecánicos, empieza a desarrollarse en Cataluña una importante industria textil. Otra actividad industrial que inicia en estos momentos su despegue es la de la obtención del hierro, la siderurgia. Aún se pueden ver en Marbella, Málaga, restos de lo que fueron los primeros altos hornos, alimentados por madera, que se instalan en España. Años más tarde, cuando el carbón sustituye a la madera, la actividad siderúrgica se traslada a Asturias y a Vizcaya. Alrededor de 175.000 obreros trabajan en la industria, en la minería y en la construcción de ferrocarriles en jornadas de 10 a 12 horas diarias. Estos trabajadores, que malviven con un mísero salario, constituyen el primer proletariado industrial español. En 1855 se produce en Barcelona la primera huelga general, promovida por los trabajadores textiles que reclaman libertad de asociación y una jornada laboral de 10 horas. La afluencia de inmigrantes y el desarrollo de las nuevas industrias hace que las ciudades más dinámicas se queden pequeñas para albergar a la nueva población. Necesitan ensancharse, derribar las viejas murallas medievales que no les deja crecer, y dar paso a la nueva ciudad. El proyecto para el ensanche de Barcelona, del ingeniero Ildefonso Cerdá, pionero del urbanismo moderno, plasma el modelo ideal de la nueva ciudad. Racional, ordenada, higiénica y, sobre todo, al servicio de los ciudadanos y de su libertad individual. Pero en el momento de llevarlo a la práctica el proyecto es parcialmente mutilado por los promotores. Todas las ciudades en desarrollo, San Sebastián, Valencia, Almería, Bilbao, Madrid, acometen su ensanche. En la capital de España el hombre de negocios, José de Salamanca, construye el conocido como "barrio de Salamanca", otro ejemplo de la nueva ciudad moderna. En los cafés, que siguen siendo los termómetros políticos del país, arrecian las críticas contra el gobierno, y no solo de la derecha. A la izquierda de los progresistas está creciendo un movimiento político cuyos adeptos no están dispuestos a que se traicione el espíritu de la revolución, son los demócratas. El partido demócrata, nacido en la década anterior de una escisión del partido progresista, reivindica el sufragio universal y la libertad de asociación y de conciencia. La mayor parte de sus miembros son republicanos. Su figura más conocida es la del catedrático universitario Emilio Castelar. En el verano de 1856 estalla una nueva revuelta social en varias ciudades. El Gobierno progresista comete graves errores en la resolución de esos conflictos. Eso es aprovechado por el general O'Donnell, apoyado por la reina Isabel II, para dar un golpe de Estado y hacerse con el poder. Lo primero que hace O'Donnell al llegar al gobierno es disolver las Cortes, de mayoría progresista, convocar nuevas elecciones y restablecer la constitución de 1845. El general Leopoldo O'Donnell, fundador y líder del partido centrista Unión Liberal, va a ser el nuevo hombre fuerte de los próximos años y aplicará una política de libertad y orden. Durante 10 años su partido se alternará en el gobierno con los liberales moderados del general Narváez, dejando fuera a los progresistas. Pero hay una ocasión, en 1858, en que O'Donnell logra mantenerse en el poder durante cinco años seguidos, el período más largo de un gobierno en todo el s. XIX. El Gobierno presidido por O'Donnell, temeroso de que una nueva revolución le apeara del poder, aplica una receta importada de Gran Bretaña y de Francia, recurrir a la guerra exterior para asegurarse la unidad interior. En octubre de 1859 España declara la guerra a Marruecos. El propio O`Donnell encabeza el ejército de 40.000 hombres que parte a la guerra. El plan de las tropas españolas es, partiendo de Ceuta, avanzar sobre Tetuán. Los primeros enfrentamientos se saldan a favor de los rifeños. Pero el general progresista Juan Prim, al mando de los voluntarios catalanes, consigue en el Valle de los Castillejos la primera gran victoria sobre el enemigo. La gesta convierte a Prim en héroe nacional. La guerra de África se salda en un tiempo relativamente corto, seis meses, con la victoria española. Después de sucesivas derrotas, que Londres y se extendió inmediatamente por varios países de Europa. Era la primera respuesta obrera, unificada y coordinada contra la explotación laboral practicada por el capitalismo liberal. Nació con la voluntad de cumplir tres grandes objetivos: -reforzar el sindicalismo de clase. -consolidar la huelga como instrumento para lograr abolir la propiedad privada. -implantar el socialismo. Dentro de esta primera Internacional conviven dos tendencias: -la anarquista y -la marxista. Las elecciones se celebran en España en enero de 1869, y en las que por primera vez se reconoce el derecho al voto a todos los españoles varones mayores de 25 años. Los resultados electorales dan la mayoría absoluta a la coalición de progresistas, demócratas y unionistas que en ese momento está al frente del gobierno provisional. Muy por detrás quedan los republicanos y los carlistas. Los moderados no obtienen ningún diputado. Durante seis meses las Cortes debaten el texto de una nueva constitución que se aprueba en junio de 1869. Esta es la más liberal y democrática de todas las promulgadas hasta ahora.  Proclama la soberanía nacional.  Recoge exhaustivamente todos los derechos y libertades individuales de los ciudadanos, que deberán ser garantizados por el Estado.  Consagra la libertad de cultos y adopta la monarquía parlamentaria como forma de gobierno. El monarca reina pero no gobierna. Sin embargo, la nueva constitución plantea un problema, y es que España sigue siendo una monarquía, pero en esos momentos no tiene rey. Esta va a ser la tarea más urgente del nuevo presidente del Gobierno, el general Prim: buscar un monarca que sustituya a la depuesta Isabel II. Mientras eso sucede, las Cortes optan por nombrar al general Serrano regente del reino. En Cuba la sublevación independentista de Yara se ha consolidado en la zona oriental, la más pobre y agreste de la isla. Allí abundan los pequeños propietarios, que al sumarse a la rebelión liberan a los esclavos para atraerlos a su causa. De ese modo consiguen reclutar en poco tiempo un ejército de 10.000 hombres, los llamados "mambises", que hostigan incesantemente a los españoles con acciones de guerrilla. La insurrección independentista ha sorprendido al ejército español en Cuba con muy pocos efectivos disponibles para el combate. Solo 8.000 soldados, de los 27.000 que hay en la isla, están en buenas condiciones de salud. Los demás están fuera de servicio, víctimas de distintas enfermedades tropicales. La más temida por los soldados es la fiebre amarilla, también llamada el vómito negro, por su altísima mortalidad. Para hacer frente a las necesidades de la Guerra de Cuba, el Gobierno se ve en la necesidad de llamar a filas a 25.000 jóvenes, desoyendo así el clamor popular que había acompañado la revolución del 68. Se llama "reclutamiento de quintas" al sorteo que se realiza para elegir, entre los mozos útiles, una quinta parte de ellos. Estos son los llamados a filas. El sistema tiene una perversa particularidad, los hijos de familias adineradas tienen la posibilidad de eludir el servicio militar mediante el pago al Estado de una elevada cantidad de dinero. El resultado es que solo cumplen con la patria quienes no pueden pagar la redención en metálico. Por este motivo, las llamadas a quintas suelen ir acompañadas de motines populares. 200.000 soldados españoles cruzarán el Atlántico durante los diez años que va a durar la Guerra de Cuba. Más de un año de gestiones ante las cancillerías europeas le lleva a Prim encontrar un candidato para ocupar el trono. Finalmente se decide por Amadeo de Saboya, hijo del rey de Italia, Victor Manuel II. El general Prim somete la propuesta a las Cortes. Aunque un tercio de los diputados, mayoritariamente republicanos, vota en contra, los otros dos tercios votan a favor. La propuesta es aprobada y, en noviembre de 1870, Amadeo I es aceptado como nuevo rey de España. Esta es la primera vez que un monarca es elegido democráticamente. Unos meses antes, en junio, la reina Isabel II, que sigue exiliada en Francia, ha abdicado en su hijo, Alfonso, que cuenta entonces 13 años de edad. El 27 de diciembre de 1870, mientras el rey Amadeo está de camino hacia España, se produce un suceso que va a cambiar el signo de la nueva monarquía. El general Prim, presidente del Gobierno, resulta gravemente herido en un atentado. Todavía hoy continúa siendo un enigma la autoría del magnicidio. Con la inesperada muerte de Prim desaparece el principal apoyo de Amadeo I, quien, ante la capilla ardiente del presidente asesinado, toma plena conciencia de la honda soledad política con la que debe empezar a afrontar su reinado. EL REGRESO DE LOS BORBONES (1872-1893) Incapaz de encontrar salidas para atajar los problemas que le han ido surgiendo en los que, para él, han sido dos largos años de reinado, el rey Amadeo I decide presentar su renuncia al trono de España. Eso sucede el 10 de febrero de 1873. Al día siguiente, Amadeo de Saboya, abandona el Palacio Real. El fin de su efímero reinado supone el fracaso de la monarquía democrática instaurada por la Revolución del 68: "la Gloriosa". Su reinado había empezado con un mal presagio: el asesinato del general Prim, que había sido su principal apoyo. La desaparición de Prim hombre fuerte de la Revolución del 68 y líder de los liberales progresistas había provocado la ruptura del Gobierno tripartito formado por unionistas, progresistas y demócratas que venían gobernando desde el triunfo de La Gloriosa y que estaba destinado a sostener con su apoyo al nuevo monarca. A su vez el partido progresista, el eje de la coalición se había escindido en dos tendencias: -una moderada, el partido Constitucional, que siguió a Sagasta -otra más extremista, el partido Radical, que siguió a Ruiz Zorrilla. La división y el enfrentamiento entre todos los partidos había sido la causa de que durante los dos años de su reinado, se celebraran tres elecciones generales y se sucedieran seis gobiernos, cada vez más débiles. Desde su llegada a España, Amadeo I no había contado con el apoyo de la nobleza ni tampoco de la Iglesia. La aristocracia siguió siendo fiel a la dinastía de los Borbones y la jerarquía eclesiástica, que había tenido que asumir la libertad de cultos establecida en la Constitución, recelaba de que el nuevo Rey llegara a apoyar la separación total entre la Iglesia y el Estado que cada vez con más insistencia pedían las sociedades liberales, cada día más anticlericales. El derrocamiento de los Borbones y la aceptación de la monarquía como forma de gobierno, habían alentado las esperanzas de los carlistas, que aspiraban a derribar al monarca italiano para proclamar después como rey a su nuevo pretendiente: Carlos VII. En abril de 1872 habían estallado varios levantamientos carlistas en Navarra y las Vascongadas. Hasta aquel momento habían existido dos tendencias dentro del carlismo: -los que aspiraban llegar al poder desde la legalidad mediante las elecciones -los que apostaban por la insurrección armada. Fueron estos últimos los que acabaron imponiéndose. El 2 de mayo de 1872 entró en España Carlos VII para encabezar la nueva guerra carlista que ya se había puesto en marcha. Intentaba atraer a su causa a aquella parte de España que se negaba a aceptar los cambios de la revolución liberal. El pretendiente carlista prometía restaurar el orden perdidoù: devolver a la Iglesia su tradicional preeminencia y defender los fueros frente al centralismo de los liberales radicales. La guerra de Cuba, que duraba ya 4 años fue otro de los conflictos con los que Amadeo I tuvo que enfrentarse durante su reinado. La guerra de guerrillas de los independentistas se había visto alentada por la incapacidad de los gobiernos de Amadeo presionados por los oligarcas de la Isla, para suprimir la esclavitud en la colonia. Por si fuera poco, Amadeo I sufrió también un atentado del que salió ileso. Por todas estas razones cuando el 11 de febrero de 1873 abandona el Palacio Real para regresar a Italia, lo hace con alivio. El mismo día de la salida de Amadeo de Saboya, el Congreso y el Senado reunidos en sesión conjunta, proclaman la República como forma de gobierno de la Nación. Fracasada la monarquía democrática, la República es la única salida Nque le queda a la revolución de 1868 para mantener su espíritu. La votan los republicanos y los radicales. La República, en la que el interés de los gobernantes se identifica con el interés del pueblo es esencialmente pacífica. Las Cortes eligen al republicano Estanislao Figueras para presidir el primer gobierno de la República unitaria. Cuatro meses más tarde abandona el cargo. Las elecciones del 10 de mayo de 1873 dan la victoria a los republicanos federales. Las Cortes proclaman la República federal y eligen al federalista moderado Pi y Margall como nuevo presidente. Los federales moderados intentan sacar adelante, en el Congreso una nueva Constitución que recoja la nueva forma de Gobierno y que acabe con el Estado centralizado. En su proyecto, España había de quedar formada por 17 Estados con amplia autonomía y se establecía la separación de Iglesia y Estado. En contra de este proyecto constitucional se sitúan los federales intransigentes partidarios de la República cantonal, es decir de la federación desde abajo, lograda mediante la insurrección y la unión voluntaria de territorios independientes. Cartagena es la primera ciudad que el 12 de julio de 1873 pone en práctica la sublevación cantonal. Sus ciudadanos, con la ayuda de las tripulaciones de los buques de la Armada fondeados en su puerto, se hacen con el control de la ciudad y proclaman el cantón libre de Cartagena. En los días siguientes, las sublevaciones cantonales se extienden como un reguero de pólvora por todo el litoral mediterráneo y Andalucía. Decenas de ciudades se proclaman independientes. Cada cantón pasa a ser gobernado por una Junta Revolucionaria. La insurrección cantonal provoca la caída de Pi y Margall a los dos meses de su nombramiento. Las Cortes republicanas eligen como nuevo presidente al federalista moderado Nicolás Salmerón. Dispuesto a restablecer el orden Salmerón recupera la fórmula pierden el primer envite pero la semilla del nacionalismo ha prendido ya en gran parte de la sociedad cubana. El sistema político montado por Cánovas está basado en el bipartidismo: dos grandes partidos se alternan en el poder. Uno de centro derecha, el Partido Conservador, liderado por Cánovas que ha dejado el espacio de la derecha a los moderados. Y otro de centro izquierda, el Partido Liberal, dirigido por Sagasta, donde están gran parte de los progresistas de la Revolución y algunos republicanos, como Castelar. El Rey, según la Constitución, es el encargado de administrar el poder entre los partidos. Él es quien propone al partido de turno para formar gobierno. Si el partido llamado no tiene una mayoría suficiente en las Cortes, procede a disolverlas y a convocar elecciones con la seguridad de que obtendrá entonces una mayoría holgada. Nunca, en todo el siglo XIX, desde que comenzó el sistema de elecciones, las perdió el partido que las convocaba. Son los gobiernos quienes hacen las elecciones y no las elecciones al gobierno. El ministro de la Gobernación, llamado popularmente "el elector" es el encargado de "cocinarlas" a través de la red de Gobernadores Civiles del Estado. El último eslabón y, el más decisivo de la presión que el Gobierno ejerce sobre los electores son los CACIQUES. Personas de gran influencia en su demarcación, son los encargados de transmitir a una población mayoritariamente analfabeta, el 70% no sabe leer ni escribir, los deseos del gobierno de turno. La regla de oro aplicada por los caciques con su clientela electoral es: "para los enemigos, la Ley; para los amigos, el favor". El caciquismo se hace fuerte en la España rural donde los pequeños propietarios dependen de los caciques para su relación con el Estado y en las pequeñas ciudades donde las clases medias viven gracias al trabajo en la Administración. La Ley de Minas aprobada por los liberales progresistas en 1869 que consistía de hecho en la desamortización del subsuelo español, puso en venta gran cantidad de minas, propiedad de la Corona que estaban mal explotadas por falta de medios. La liberalización del sector minero atrae hacia nuestro país a inversores extranjeros interesados en su explotación. Esta mina, la de Riotinto en Huelva con 5.000 años de historia explotada desde los tartesos, rica en oro, plata y cobre fue comprada en 1873 por una compañía inglesa por poco más de 22 millones de las antiguas pesetas, 132.000 euros. En el último tercio del siglo XIX la minería se convierte en el sector más dinámico de la economía española. La extracción de cobre, plomo, zinc, mercurio y hierro que demanda la industria europea, tira de la demanda de mano de obra y de la inversión en infraestructuras y nuevas tecnologías. Gran cantidad de campesinos abandonan el campo y se trasladan a las zonas mineras en busca de trabajo. En Riotinto, la plantilla pasa de 1.000 a 10.000 mineros. El Norte de España; Asturias, Cantabria y Vizcaya, es la zona más favorecida por la expansión de la minería. Aún se pueden apreciar en la costa de Vizcaya las heridas que ha dejado en el paisaje la extracción a cielo abierto, del mineral del hierro, muy apreciado por la industria siderúrgica europea por su bajo contenido en fósforo, cualidad necesaria para la obtención de acero mediante los nuevos altos hornos. España se convierte en el mayor exportador de Europa de mineral de hierro, la mayor parte sale hacia Inglaterra. Los grandes beneficios que obtienen los exportadores vizcaínos con el mineral de hierro son reinvertidos en la construcción de modernos Altos Hornos en la orilla de la ría del Nervión. Vizcaya entra en ese momento en la Edad del Acero. La prosperidad de Bilbao se dispara. En 50 años multiplica por 5 su población. Alrededor de la minería y la siderurgia los empresarios vascos crean otros negocios: Banca, seguros, navieras y astilleros. En los astilleros del Nervión empiezan a construirse modernos cruceros acorazados, como el "Vizcaya" para reforzar la Armada española. Cataluña, especialmente Barcelona se convierte durante el último tercio del siglo XIX en el centro de mayor expansión industrial de todo el país. La producción de la industria textil de algodón y la lana que había comenzado a mecanizarse años atrás crece ininterrumpidamente debido a la conquista del mercado nacional gracias al ferrocarril y a las medidas proteccionistas que le deja el campo libre en las colonias. Cataluña experimenta una época de prosperidad como nunca había conocido. El pueblo la bautiza como la "Fiebre del Oro". Barcelona se convierte en la capital económica de España. El desarrollo de la industria provoca una mayor demanda de mano de obra. La clase obrera, que aumenta sin parar, se nutre de campesinos que abandonan el campo y se establecen en barracones o chabolas, en torno a las ciudades industriales y las zonas mineras. La ausencia de las más mínimas condiciones sanitarias en estos poblados, unida a la insuficiente alimentación y al hacinamiento, traen enfermedades y epidemias que se ceban en la población. En los años 80 del siglo XIX, la esperanza de vida de un español es, junto a la de Rusia, la más baja de Europa: 29 años. En Francia es de 43 años. La vida de los obreros en las fábricas y minas es extremadamente dura. La jornada de trabajo está en torno a las 12 horas con un jornal de 3 a 5 pesetas diarias (de 2 a 3 céntimos de euro). Estos jornales, a pesar de triplicar a los del campo no llegan para mantener a una familia. Por eso todos sus miembros, incluidos los niños tienen que trabajar para pagar, entre otras cosas el alto alquiler del cuartucho o del barracón donde los padres viven hacinados con los 5 hijos que tienen de promedio. En el campo, donde sigue viviendo la mayor parte de la población la vida es aún más dura. Se trabaja de sol a sol por una peseta de jornal. La miseria, el atraso, la escasa alimentación y la ausencia de futuro hace que los campesinos más jóvenes emigren hacia la ciudad o hacia América. Durante las dos últimas décadas del XIX, salen de España principalmente hacia Cuba, huyendo del hambre, un millón de españoles, de una población de 17 millones. El 2 de mayo de 1879 en este salón de la fonda "Casa Labra", de Madrid, se reúnen los 25 miembros fundadores del Partido Socialista Obrero Español: 16 tipógrafos, 4 médicos, 2 plateros, 1 doctor en Ciencias, 1 marmolista y 1 zapatero. El tipógrafo Pablo Iglesias les ha convencido de la necesidad de pasar a la acción fundando un partido: El PSOE. Todos ellos pertenecen a una de las dos tendencias en que se ha dividido la Internacional obrera, la marxista y la otra es la anarquista. En su programa fundacional defienden la abolición de clases a socialización de la propiedad y la ocupación del poder político por la clase trabajadora. La liberalización política que lleva a cabo Sagasta durante su turno en el poder, permite a los anarquistas después de haber pasado varios años en la clandestinidad, celebrar en 1881, un congreso en Barcelona. En él adoptan el nombre de Federación de Trabajadores. Dentro del movimiento anarquista existen entonces dos tendencias: -la colectivista, partidaria de la acción sindical a través de una organización legal, -la revolucionaria partidaria del sabotaje y de la acción directa. Los anarquistas cuentan en 1882 con casi 60.000 afiliados. Cataluña, Zaragoza, Valencia y sobre todo, las zonas rurales de Andalucía son los lugares, donde mayor implantación tiene el anarquismo. Los jornaleros andaluces, ante su crítica situación y la ausencia de medidas sociales por parte de los gobiernos se suman al anarquismo en busca de la única esperanza que les queda: la revolución libertaria. Los motines populares contra los propietarios de los cortijos empiezan a producirse. En medio de un clima de agitación creciente, en 1882 son asesinados en Andalucía 3 presuntos confidentes policiales. La Guardia Civil acusa del delito a una sociedad secreta anarquista: "La mano negra". El proceso judicial contra "La mano negra" es el pretexto usado por el Gobierno para desarticular las incipientes organizaciones anarquistas en España. Nunca se ha sabido quién estaba detrás de "La mano negra". La Iglesia española sigue la nueva estrategia decidida por el Vaticano que aconseja reconocer al Estado Liberal a cambio de obtener más influencia social y se muestra ahora dispuesta a colaborar con la monarquía liberal. A su vez, el Estado, consigue por esa vía, apaciguar la hostilidad de la mayoría de los católicos hacia el Régimen liberal. El liberalismo ha dejado de ser pecado, y la Iglesia, con la benevolencia de los gobiernos, tanto conservadores como liberales, se dispone a catolizar de nuevo a España. Poco a poco, la Iglesia católica va impregnando a la burguesía liberal de su estricta moral y de su liturgia hasta lograr recuperar el poder social perdido tras la revolución liberal de los años 30. La Iglesia apuesta por la enseñanza religiosa como una de las vías para el adoctrinamiento católico de los españoles. En poco tiempo el país se puebla de órdenes religiosas muchas de ellas venidas de otros países europeos que abren colegios dedicados a impartir enseñanza primaria y secundaria, sobre todo a los hijos de la burguesía. Un grupo de catedráticos expulsados de la Universidad de Madrid por defender la libertad de cátedra, encabezados por Francisco Giner de los Ríos funda la Institución Libre de Enseñanza que tiene su sede en este edificio. Su objetivo es impartir una enseñanza no dogmática bajo el principio de libertad y el cultivo de la ciencia encaminada a formar a la élite necesaria para la modernización de España. La enseñanza que imparte la Institución Libre es un foco de renovación pedagógica: introduce la coeducación de chicos y chicas, rehúye el cultivo exclusivo de la memoria como forma de aprendizaje, potencia la personalidad de los alumnos, su espíritu crítico su sensibilidad y el amor a la naturaleza. El país entero se conmueve en Noviembre de 1885 con la prematura muerte de Alfonso XII víctima de la tuberculosis. Tiene 28 años. Deja dos hijas pequeñas y un tercer hijo, que aún no ha nacido. Su segunda mujer, M Cristina de Habsburgo está embarazada de tres meses. El sistema político puesto en marcha por Cánovas se va a poner a prueba con el vacío institucional que deja la muerte del Rey. Cuando la viuda de Alfonso XII, M Cristina, jura ante las Cortes como reina regente de España, Cánovas y Sagasta, los líderes de los dos grandes partidos han sellado ya un pacto de defensa del Régimen. El trato refuerza el modelo bipartidista y garantiza la alternancia en el poder. Cánovas cede el poder a Sagasta. Se inicia así, de la mano de los liberales la regencia de M Cristina. A los seis meses de la muerte de su padre, en mayo de 1886 nace en el Palacio Real de Madrid Alfonso XIII, el hijo póstumo de Alfonso XII. El recién nacido es Rey desde el mismo momento de llegar al mundo aunque será su madre, M Cristina quien reine en su nombre hasta su mayoría de edad. El nuevo Rey, es recibido por los españoles con expectación y alivio. Con alivio, porque el nacimiento de otra niña hubiera favorecido de nuevo la sublevación de los carlistas, y con expectación, porque Alfonso XIII está destinado a ser el monarca del próximo siglo, el siglo XX. Barcelona, que se ha convertido en la capital económica del país se dispone, en 1888, a abrir las puertas de la primera Exposición Universal que se organiza en España. Además del Gran Hotel Internacional que fue construido en el tiempo récord de 55 días, existen edificios y monumentos construidos para la Exposición que aún se pueden contemplar en Barcelona.
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