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Riassunto Capitoli 1,2,5,6 di "POESÍA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA" + commento personale, Sintesi del corso di Letteratura Spagnola

Per l'esame di Letteratura Spagnola 2 della magistrale LLCEA, con il professor Dante Liano.

Tipologia: Sintesi del corso

2020/2021
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Caricato il 28/05/2021

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Scarica Riassunto Capitoli 1,2,5,6 di "POESÍA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA" + commento personale e più Sintesi del corso in PDF di Letteratura Spagnola solo su Docsity! Silvia Amadio LLCEA Matr. 4906835 POESÍA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA (1939-1980) Fanny Rubio y José Luis Falcó  Capítulo I Las referencias de anteguerra En la cultura poética española de la postguerra, aparecen una serie de escritores en primera línea y se van localizando cercanas influencias. El primer escritor que hay que recordar es Juan Ramón Jiménez, el cual se mantuvo fiel a los poetas ingleses como Shelley, Keats, Blake y Yeats, y también a los simbolistas franceses. Unamuno, hoy en día, es recordado por la crítica de postguerra como un escritor religioso y su poesía como “existencial-religiosa”, en la cual encontró refugio. Unamuno se acercó a la poesía de la meditación también gracias a Cernuda, y se inspiró en Leopardi, Wordsworth, Coleridge y Browning. Antonio Machado es el poeta rescatado por el equipo “liberal” de la Falange, y a partir de 1939, su figura ha sido rescatada por las promociones de postguerra. En la revista Escorial, lo proclamaron como el gran poeta de España, sin tenerlo solo en el concepto de poeta nefando. Así que, la Generación del 36 rescata a Machado en la línea del realismo intimista trascendente, es decir con una visión espiritualizada del paisaje e inquietud religiosa. Luego, en los años 50, Machado se convierte en el ejemplo del hombre muerto en el exilio. Para los poetas del realismo, lo machadiano era una actitud, aunque en algunos casos, como el de Blas de Otero, la poesía estaba penetrada de la lectura machadiana. En 1966, en cambio, la consideración de Machado cambió: el nombre del poeta, hasta aquel momento, había sido manejado oportunistamente, entonces, en poetas como Ángel González y José Agustín Goytisolo el perfil de Machado empezó a cobrar autenticidad. Pues, en estos últimos años, el apresuramiento literario ha creado nuevas caricaturas del poeta, en nombre de la sencillez de su estilo. Otro tipo de influencia fue la de Manuel Machado, iniciador de tertulias y autor vinculado al metro clásico y a la expresión culta. No fue el poeta del “Cante Hondo”, sino que el heredero del gusto musical de Verlaine y de la precisión expresiva. Fue inspiración de obras poéticas recientes que tienen como punto de partida la tradición literaria o cuadros. La figura de Pío Baroja fue admirada por el sector de los estudiantes universitarios y en 1944 escribió un libro de poemas que provocó la crítica de la prensa oficial. Luego, en los últimos 30 años del siglo XX, la influencia fue la de la generación del 27, que, con sus miembros dispersos, fue asumida por los poetas de las cuatro décadas. Su consideración tenía que ver con su participación en las empresas intelectuales de la República, como “Hora de España”, “El mono azul” y el “Romancero General de la Guerra de España”, donde publicaron Alberti, Miguel Hernández, Vicente Aleixandre etc. Las obras de estos autores de postguerra, cuyo caso más claro es el de Juan Ramón Jiménez, tardaron un poco en difundirse en libros de conjunto, sin embargo, durante las cuatro décadas, aparecieron homenajes a la generación del 27 en muchas revistas. Por ejemplo, García Lorca siempre aparecía como “el poeta que murió por error” y Alberti como el “condenado”. Gracias a tres escritores del interior, es decir, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre y Gerardo Diego, los poetas de postguerra tienen relación con la generación del 27. Los primeros dos gracias a la publicación de “Hijos de la ira” y “Sombra del paraíso”, mientras que Gerardo Diego gracias a sus publicaciones periódicas, en las cuales reafirma su poesía de preguerra, con su modo serio de comunicar su interioridad. En la primera postguerra, los jóvenes leyeron a estos escritores ávidamente. Otro escritor importante de la generación del 27 es Miguel Hernández, que en la etapa que transcurrió en la cárcel, escribió muchos de los poemas de “Cancionero y romancero de ausencias”. Él, junto con otros, se planteó la renovación de la poesía a favor del hombre y fue fuente de inspiración por poetas como Crémer, Hierro, Otero e Hidalgo. Sin embargo, hasta 1945, el nombre de Hernández no apareció en la revista especializada “Espadaña”, solo en 1949 llegaron los homenajes a “El rayo que no cesa” en la colección “Austral”. Pedro Pérez Clotet es otro autor de anteguerra, director de “Isla”, desde la cual ejerció mecenazgos poéticos de la postguerra. Francisco Pino, en cambio, fue director de “Cancionero”, revista en la cual se publicaron también textos de Verlaine y Rimbaud y que se enlazó con las empresas de vanguardia “Meseta” y “Ddooss”.  Capítulo 2 Poesía trasterrada 1. 1939. Una historia partida En 1939 muchos intelectuales españoles se fueron de España para exiliarse en toda Europa, América y Norte de África. Este exilio se puede dividir en fases que corresponden a lugares diferentes: primero se concentró en Londres y en México, otros se fueron también a Francia. Antonio Machado, por ejemplo, se fue a Francia desde Barcelona y murió tempranamente en Colliure. León Felipe, en cambio, se desterró a América y terminó en México. Él, junto con Juan Ramón Jiménez formaron un puente entre las generaciones de postguerra y la tradición literaria hasta el 27. compromiso ético fue distinto, pero todos tenían una voluntad poética de estilo que superó el tema de lo social, sin dejar de contemplar al hombre en su entorno histórico. Por lo que se refiere a los temas en la poesía de estos años, según Aleixandre la poesía narrativa fue predominante hacia el final de la década. Además, “el subtema de la angustia ha remitido; el de la esperanza se ha intensificado, pero solo en su vertiente social, porque en su ladera religiosa también ha empalidecido.”4 La nueva promoción, que muchos han llamado la generación del 50, rompió con la poesía tremendista, neorromántica, social, rescatando el habla poética. En esta generación del 50 o promoción del sesenta, como afirma José Olivio Jiménez, se notan diferentes influencias: algunos son lectores de Celaya, Hierro y Otero; otros admiraron Carreido y Labordeta. La referencia de Antonio Machado sigue siendo moral y estética y la influencia de Cernuda es la más explícita en la revista “Caña Gris” de Jacobo Muñoz. Otros acontecimientos importantes fueron influyentes en esta generación, como el homenaje a Miguel Hernández en octubre de 1960, en el cual intervinieron autores como Gil de Biedma y Goytisolo. En 1959 también hubo un homenaje para el veinte aniversario de la muerte de Machado. 1. El grupo Son poetas que no han vivido la guerra civil, porque nacieron entre 1925 y 1935, pero han vivido sus consecuencias. Algunos ejemplos de sus publicaciones son “Las adivinaciones” de Caballero Bondal, “El retorno” de Goytisolo y “Áspero mundo” de Ángel González (todos en la colección “Adonais” de Madrid), “Metropolitano” de Gil de Biedma, “Compañeros de viaje” de Joaquín Marco etc.Todos quedaron como títulos muy valiosos de la poesía de postguerra. Todos ellos se sienten unidos por la misma actividad de resistencia política y se adscriben a la estética del realismo. Desarrollan mayormente su actividad en los años desde 1956 a 1962, año en el cual empieza a disolverse la corriente realista. En este periodo, la revista unamuniana “Aldebarán” fue una tribuna para los jóvenes escritores como Claudio Rodríguez y Javier Ferrán. La promoción del sesenta nació como oposición al formalismo oficioso y como crítica en contra del realismo social. Ellos intentaron coordinar la individualidad y la colectividad, por lo tanto presentaron caracteres particulares. A partir de Ángel González siguieron una línea conectada con los primeros sociales, luego, con Claudio Rodríguez, empezaron a ser realistas metafísicos. Sin embargo, hay un hecho en común entre todos: la poesía para ellos no es una sensación anímica o sentimental, sino una concepción científica del mundo que presupone el conocimiento. De hecho, estos escritores partieron organizado sus recuerdos 4 CANO J.L., “Entrevista con V. Aleixandre” en “Cuadernos del Congreso para la libertad de la cultura”, 39, noviembre-diciembre 1959, p.67. infantiles, fijándose en la sinceridad, en el compromiso y en la actitud cívica. Fundieron lo épico con lo lírico, el yo con las circunstancias. Los poetas más preocupados por el lenguaje, como Valente, Caballero Bonald, se enlazaron con la Generación del 27, con sus antecesores tanto próximos como lejanos y con escritores menos conocidos en el mundo editorial, como Ricardo Molina. 2. Unas colecciones La colección “Collioure”, editada por Jaime Salinas y dirigida por José María Castellet, es la que mejor representa a la generación del 50. Está marcada por el recuerdo de Antonio Machado, al cual se dedicó la antología del director de la colección. Él optaba por una línea comprometida que los enlazaba con el grupo de poetas mayores del cual heredaron la actitud ética. Mientras tanto, se intentaba crear un nuevo modo de sentir la realidad, buscando coherencia entre literatura y proceso. Ellos querían referirse a la poesía de lo cotidiano, realista, porque solo renovándola el hombre podía desalienarse. Otra colección muy importante fue “El Bardo”, dirigida por Batlló. Entre 1964 y 1974 dieron una idea totalizadora de la poesía española de postguerra. Por mucho tiempo esta colección estuvo vinculada a la editorial Ciencia Nueva, de hecho, publico la “Antología” de Salvador Espriu en edición bilingüe y la “Antología de la nueva poesía española” del propio Batlló. El primer título de “El Bardo” fue “La linterna sorda” de Celaya, el cual, junto con “La luz a nuestro lado” de Leopoldo de Luis marcaron el rumbo de la colección. Además, dio a conocer a España una serie de jóvenes escritores poco conocidos; tenía incluso unos traductores que se ocupaban de las obras extranjeras y producían también obras bilingües. Cuando “Adonais” perdió su prestigio, “El Bardo” fue la colección más actualizada y constante del país. Goytisolo, que publicó en esta colección, retornó analíticamente a su infancia, hablando de manera trágica, pero al mismo tiempo irónica. Joaquín Marco, en “Abrir una ventana a veces no es sencillo”, criticó el moralismo del realismo social, manteniendo una poesía con fuerte carga subjetiva. Otros autores que publicaron en “El Bardo” fueron Rafael Guillén, Félix de Azúa, Ana María Moix etc. 3. La teoría En un primer momento, estos escritores se definieron realistas, criticando las imperfecciones de la poesía social. Destaca la voluntad autocrítica de esta promoción: tenían la necesidad de preguntarse qué es la lírica, qué se entiende por pueblo etc. La discusión en torno a la poesía popular tuvo lugar en el “Seminario Internacional sobre Realismo y Realidad”, organizado por el Club de Amigos de la Unesco en 1963. Querían una poesía de tono menor, cotidiano, a través de la cual podían retomar conciencia del mundo, de sus contradicciones y ambigüedades. Un tema que dividió las dos generaciones de postguerra fue el de la poesía como comunicación y como conocimiento: en la obra de Ribes de 1952, varios autores compartían la idea de la poesía como comunicación, influenciados por Aleixandre; en cambio, autores que vinieron después rechazaron esta idea, tomando la de Bousoño, según el cual la poesía es la comunicación de la intuición por el “vehículo verbal”. Concibió la poesía como un hablar real del poeta, como una comunicación lingüística real. Otros autores de la promoción, frente a estas ideas de Bousoño, se preguntaron cuál era la base. Carlos Barral, en la revista “Laye”, afirmó rotundamente que la poesía no es comunicación y, más bien, dijo que esta teoría simplifica demasiado el proceso poético, ignora la autonomía del momento creativo. Además, Barral rechazó la “ambición social” y todos los temas de su tiempo que cortaban la vocación creativa. Sin embargo, el rechazo de la poesía como comunicación no va en contra del realismo, sino contra algunos poetas realistas que producían contenidos intencionalmente elaborados por los autores mismos. Gil de Biedma afirmó que la comunicación es un elemento de la poesía, pero no la define. José Ángel Valente dijo que la poesía es conocimiento y solo en segundo lugar es comunicación; esa ordena la realidad a medida que la conoce. 4. Las antologías del 60 Las antologías de los que representan a la primera promoción poética fueron fácilmente controlables, mientras que los que siguen han sido avasallados por decenas de proyectos, que coincidieron con el crecimiento del número de lectores. Unas antologías significativas fueron las de Jiménez Martos, Castellet, Batlló, González Martín, Florencio Martínez Ruiz etc. Unas ausencias importantes fueron las de Jiménez Martos, Martínez Ruiz, González Muela. El verdadero portavoz de la segunda generación realista fue José María Castellet, el cual, en 1960 publicó en la editorial Seix y Barral su antología “Veinte años de poesía española”, en la cual manifestó la aversión que el fenómeno realista había producido. Castellet mismo dijo que elaboró esta antología gracias a la necesidad de un análisis de conjunto de la evolución de la poesía desde 1939. Su antología estaba ordenada de manera cronológica, por lo tanto ayudaba a desvelar sus líneas motrices. Según Castellet, la poesía contemporánea española era una confrontación entre simbolismo y realismo. Castellet afirmó que el tema de la generación del cincuenta era el hombre histórico que pertenece a un mundo de transformación, el cual le obliga a comprometerse. Esto no quería decir que la poesía tenía una función social y tampoco que exaltaba la revolución. Su poesía se define como social porque expresa las experiencias sociales que antes eran solo materia teatral o novelesca. Las características de estos poetas es que representaron la poesía como algo indefinible, querían defender una moral o una ética del lenguaje, dando nueva vida al sueño, a la fantasía y a la sugerencia. Antonio Prieto produjo la antología “Espejo del amor y de la muerte”, la cual tuvo un carácter de manifiesto por la “nota de autores” firmada por todos los antologados. Como características, Prieto destacó la nostalgia de una edad mítica y el gusto por el pasado retornado. Aportó nuevos nombres, como D’Annunzio, Verlaine, Juan Ramón Jiménez etc., y señaló que la vida se consideraba como la fuente más importante de la que debería emanar la poesía. Luis Antonio de Villena y Luis Alberto de Cuenca tenían un gusto común por los clásicos griegos y latinos, por la poesía provenzal y por el decadentismo. Lostalé, en cambio, presentaba un tipo de poesía amorosa diferente, con un tono elegiaco. Eduardo Calvo era el más cercano a los “novísimos”, se inspiraba principalmente en Gimferrer. En 1972, Antonio Prieto publicó la antología “Laberinto”, que no tuvo mucha difusión. Incluía a poetas universitarios como José María Bermejo. La antología “Teoría y poemas” del “Equipo Claraboya” de León acusó a los “novísimos” de ser neodecadentes, porque consideraban su poesía como un reflejo del neocapitalismo, ya arraigado en Cataluña. Los acusaron de incluir en sus obras solo estados anímicos personales y referencias a la mitología decadente de su época. Sin embargo, esta antología demostró que no se podía llegar a una alternativa bien definida. Agustín Delgado y Ángel Fierro siguieron siendo los poetas a mitad entre poesía social y nueva estética de los años 60. Batlló preparó la antología “Poetas españoles contemporáneos”, la cual recopiló un gran número de opciones poéticas diversamente representadas por los autores, entre los cuales, había algunos que ya no seguían la línea de los “novísimos”. De hecho, en 1974, ya habían alcanzado una voz propia, alejada de las primitivas influencias. Por lo que se refiere a la poética, se notan lugares comunes como el sentimiento de inutilidad de la literatura, el proceso poético concebido como aventura lingüística y el concepto de poesía como modalidad especial de conocimiento. Entre los autores, Talens produjo una poesía impersonal en la cual colaboró a la transformación de la realidad; su materia de análisis fue cómo los hombres son manipulados en la historia. Víctor Pozanco creó después la antología “Nueve poetas del resurgimiento”, la cual quería mostrar las características que diferenciaban a estos poetas de los de la generación del 60 y de los novísimos. Al principio indicó una serie de características comunes a todos los antologados, opuestas a las que había escrito Castellet: sentían una fuerte rebelión en contra de las fuentes de inspiración artística, una fe renovada en el neobarroquismo y neosimbolismo y una búsqueda de orígenes en la Antigüedad grecolatina o en el Siglo de Oro. Pozanco los consideraba coartífices de una nueva sensibilidad que se desarrolló en los países latinos. Se inspiraron en Machado, Salinas, Cernuda, Vallejo etc. La última antología nacional fue “Joven poesía española”, que recogió en sus páginas muchos poetas de la última promoción, aunque no todos. Se publicó cuando los poetas empezaron a hacer recuento de su obra, por esto se advierte un tono de vacilación en muchos de ellos que estaban perdiendo el espíritu combativo. Ya no eran los de la “última promoción”, estaban entrando en un periodo de madurez. Por lo que se refiere a las antologías se ámbito local, cabe destacar solo algunas. La primera es “Nueva poesía I: Cádiz”, redactada por José Ramón Ripoll que denunció las manipulaciones de la cultura popular y apostó por la poesía como instrumento crítico de la historia, de la sociedad y de la cotidianidad. Dentro de la antología se pueden observar diferentes puntos de vista sobre la concepción de la poesía, ya que los años 60 son los de concienciación social andaluza. Es un tipo de poesía profundamente influido por poetas andaluces como Lorca y Alberti. La segunda antología es “Nueva poesía 2: Sevilla” de Rafael Cortázar, el cual afirmó que desde los años 60, Andalucía retomó la conciencia de una situación popular y de una problemática profunda. La poesía popular andaluza siempre estuvo en estrecha relación con el cante, expresión de una realidad herida. La tercera antología es “Degeneración del 70”, hecha por Francisco Gálvez Moreno. Todos los antologados tenían un deseo en común, el de ruptura y marginación. Querían que la poesía fuera un acto de existencia, testimonio de la vida concreta. La cuarta es “Qadish”, la cual es una muestra de la poesía gaditana, con tono combativo y cercano a él de la poesía social. La última es “Círculo en nieve”, que recoge cinco poetas valencianos menores de 30 años. Ellos, diferentemente de los andaluces, no parecían tener conciencia social y tampoco tenían compromisos con el propio lenguaje. Rechazaban todo lo anecdótico y lo emotivo, reflexionaban sobre la esencia y la utilidad de la literatura y del lenguaje. 3. Metapoesía El fenómeno de la metapoesía nace en el momento en que la obra de arte es autónoma, pues la realidad a la cual se refieren los poemas puede ser solo la del lenguaje. Así que la poesía puede hablar solo de si misma. Esto se manifestó sobre todo en la obra “El sueño de Escipión” de Carnero, que le da a la obra poética un protagonismo casi excesivo. Sin embargo, pensando en las prioridades de la generación del 60, es normal que se fijasen en el propio acto poético, en la esencia y en la función de la poesía. Según Carlos Bousoño, el planteamiento de la metapoesía “lleva implícito una voluntad de rechazo de los mecanismos uniformadores, deshumanizadores y represor del Poder.”5 Estos jóvenes, entonces, tenían escondido un carácter comprometido, que los poetas del 70 heredaron. De todos modos, cada poeta concebía la metapoesía diferentemente. Algunos hasta rechazaron este término, negando que su función era la de contrastar la represión del poder. J. Talens, por ejemplo, afirmó que la metaliteratura no existe, que era lo mismo que la literatura. Propuso entonces el término “función meta poética”, en la cual distinguió tres categorías fundamentales: lenguaje analítico, lenguaje reflexivo, lenguaje crítico. Solo este último es subversivo. Tanto la teoría de Talens como la de Bousoño tenían el mismo intento, es decir la subversión frente al lenguaje establecido del poder. 4. Colecciones, revistas En los primeros años de la última década aparecieron muchas revistas y colecciones poéticas de diferente alcance. Seguramente, la colección que por primera detectó el nuevo gusto estético fue “El Bardo”, en la cual publicaron autores como José Miguel Ullán, Gimferrer y Carvajal. En el libro de Vázquez Montalbán, “Una educación sentimental”, se buscaron las premisas de esta nueva estética. Estos poetas estaban distantes de la guerra y de sus consecuencias, utilizaban la poesía como instrumento para revisar los mitos de juventud. La colección “Ocnos” también fue muy importante. Su director fue Joaquín Marco y los redactores Gil de Biedma, Goytisolo, Luis Izquierdo y Vázquez Montalbán. Esta colección aportó también traducciones de Valéry, Eliot y John Donne. “Adonais” ya había perdido su importancia, pero siguió publicando poemarios de autores jóvenes como “Elegía y yo” de José Infante y “A flor de piel” de Ángel García López. “Visor” fue sin duda la colección de las traducciones, entre las cuales destacan las de Cavafis, Mallarmé, Rimbaud, Joyce, Apollinaire, Valéry. Fue una colección importante también porque publicó a muchos poetas del 70, como Carnero, F. de Azúa, Gimferrer etc. Jesús Muñárriz dirigió la colección “Hiperión” que publicó a muchos poetas del 70. Algunos títulos interesantes fueron: “Un país como este no es el mío” de José Antonio Gabriel, “Cantata soelá” de Ramón Buenaventura, “Museo de cera” de J.M. Álvarez etc. Esta colección recogió las obras de la primera madurez de los poetas, pero tuvo una trayectoria muy breve. De esa misma editorial nació “Endimión”, colección en que se encuentran obra como “Libro de alienaciones” de Clara Janés y “La tauromaquia” de J.R. Ripoll. 5 BOUSOÑO C., “La poesía de G. Carnero” en “Ensayo de una teoría de la visión” de G. Carnero, Madrid, Hiperión, 1979, p.28.
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