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Riassunto di "Manual de Historia de la Literatura Española Vol 1" - Lina Rodriguez Cacho per Letteratura Spagnola 2 con Calef, Appunti di Letteratura Spagnola

Riassunto completo del manuale di storia per l'esame di Letteratura 2 con Paola Calef (UniTo L-12)

Tipologia: Appunti

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Scarica Riassunto di "Manual de Historia de la Literatura Española Vol 1" - Lina Rodriguez Cacho per Letteratura Spagnola 2 con Calef e più Appunti in PDF di Letteratura Spagnola solo su Docsity! PRIMERA PARTE (SIGLOS XIII – XV) LA EDAD MEDIA Según las connotaciones, la Edad Media se puede definir como unos ‘siglos oscuros’ entre el esplendor de la Cultura Clásica y el Renacimiento (visión Humanista). Al mismo tiempo, sin embargo, la Edad Media es una época de valores universales y pureza sentimental, con una asimilación de la cultura Clásica de determinados autores latinos y griegos. Toso eso pasa en un periodo de ‘Bilingüismo Literario’ (el Provenzal y el Gallego- Portugués) y de fermento cultural ( árabes + judíos + castellanos católicos). Situación cultural de la Literatura Medieval española Unos estudiosos sostienen que Castilla no tuvo la Edad Media que vivieron la mayoría de los países europeos, por 3 razones: 1. Atraso económico y aislamiento ideológico con respeto a Europa y Cataluña; 2. Proceso de Reconquista de la península bajo el poder musulmán ( Santiago de Compostela llegó a ser un centro de intercambio cultural); 3. Relación con Francia entre los siglos XII i XIV, que determinó un influjo germánico mucho menor. Muy importante fue la dominación árabe que llegó, por ejemplo, a la introducción del papel y a decisivas aportaciones económicas. En cualquier caso, a los árabes se debe la mejor lirica escrita durante mucho tiempo. Por lo tanto, ese periodo de renacimiento cultural del siglo XII fue favorecedor de la primitiva Lírica: las primeras muestras de literatura son las Poéticas, y unas Jarchas (breves estrofas) se encuentran en lengua Mozárabe ( dialecto español de los musulmanes) aún antes que las primeras crónicas en castellano. El texto más importante de esa sociedad mestiza (judía + católica castellana + musulmana árabe) es el Poema de Mio Cid. La gran importancia del latín vulgar se puede ver en el poder de la iglesia, con las Glosas Emilianenses y Silenes , i no se puede olvidar la gran influencia de la vecina Francia, de donde proceden muchos clericós y a los cuales se debe la ‘europeización’ de la cultura clerical hispana. A esa se suman las bodas reales y la política francófila de los reyes, y esas cortes mixtas traen muchos poetas cultivadores del Arte de Provenza. La clave de transmisión de todas esas culturas fue Santiago de Compostela, capital cultural de la península durante más de 3 siglos (puesto que se trataba del destino de peregrinos de muy distintas índoles y religiones), se convirtió en foco de cultura mediolatina. La llegada de la imprenta fue muy importante para el cultivo literario de las lenguas romances peninsulares y se vio el preludio de Novelas muy importantes como la Celestina (o Comedia de Calisto y Melibea). En la primera mitad del siglo XV, llamada ‘el otoño de la Edad Media’, se constituye una literatura demasiado variada y por lo tanto es muy difícil definir el fin de una época y el inicio de otra distinta. Sin embargo, en los años de la Celestina corrían otros modos de escribir ficciones y otros modos de leerlas, y el 1499 se puede considerar como el ‘Cierre oficial’ de la literatura medieval española. LA PRIMITIVA LÍRICA PENINSULAR Durante mucho tiempo se pensó que las primeras muestras líricas de España eran las Cantigas Galaico- Portuguesas, que presentaban un claro parentesco (temático y formal) Provenzal. De todas formas, el descubrimiento de pequeñas Jarchas trasladó el surgimiento de la Lírica Peninsular un siglo atrás y en el contexto cultural del Califato de Al-Ándalus, lleno de excelentes poetas árabes y judíos. Las Jarchas Mozárabes Desde el siglo X, los poetas rompieron con la poesía árabe clásica a través de un género de poema culto escrito en árabe o hebreo clásicos, llamado Moaxaja. Las Moaxajas terminaban obligatoriamente con una cancioncilla escrita en vulgar ( mozárabe, hebreo vulgar o lengua romance), la Jarcha, que lleva un carácter eminentemente popular. La Jarcha llegó a ser vehículo de la vida emocional y de la sensibilidad romance en Al-Ándalus por vía femenina: de hecho, la Moaxaja tiene como tema el tema amatorio y la Jarcha es la voz de una mujer, una doncella sin su amante, con un cambio de voz poética desde el poeta hasta la doncella. La nota dominante es la incertidumbre y ansiedad de juntarse con el amante, expresada por la pregunta metafórica de ‘abrir o no una puerta’. La presencia de Moaxajas en romance se debe al hecho de que contar temas picantes en hebreo o árabe era ‘pecado grave’, pero en cambio contarlos en romance era solo ‘pecadillo venial’. Las Cantigas Galaico-Provenzales En la segunda mitad del siglo XIII un nuevo tipo de lírica estaba en pleno apogeo: las Cantigas Gallego- Provenzales, escritas en Gallego-Portugués y conocidas en 3 sub-géneros: • Cantigas de Amigo; • Cantigas de Amor; • Cantigas de Escarnho e Maldizer. La primera Cantiga conocida es la Cantiga del Rey D. Sancho, seguida por muchas otras, entre las cuales hay Alfonso X el Sabio, uno de los autores más importantes, que escribió las Cantigas de Santa María. Esta escuela poética surgió precisamente en Galicia por muchas razones ( importación galiciana de la Poética Provenzal + influencia mediolatina + peso de ritos folclorísticos en esa zona), sobre todo la afinidad lingüística del Gallego-Portugués con el mozárabe: incluso Alfonso X el Sabio, que había escrito todas sus obras legales y didácticas en castellano, se atrevió con el gallego para sus Cantigas de Santa María. Fue precisamente su corte la causa de las 3 mayores colecciones escritas de Cantigas Galaico-Portuguesas desde los cuadernos de composiciones de los juglares: el Cancionero da Vaticana ( 1205 Poesías y Cantigas de Amigo), el Códice Colocci-Brancuti ( 1567 canciones) y el Cancionero de ajuda o Cancionero de Amor ( 310 poemas). - Las Cantigas de Amigo Tienen una tradición muy antigua en la lírica popular de toda Europa ( Germánica, Francesa, de la Época de Carlomagno), y se caracterizan por la voz femenina de la doncella en la que se proyecta el poeta. El concepto de amor es tratado con un vocabulario simple y sencillo, y un aire de ingenuidad, que celebra un amor espontaneo caracterizado por el ‘Carpe Diem’, que se opone al rígido código amoroso del ‘Amor Cortes’. Sobre todo, se distingue por insinuaciones eróticas ligadas al agua como protagonista de un universo simbólico que revela deseos, nostalgias y miedos. Toda esa naturaleza de mitos celtas sobre lo femenino y la fecundidad. Formalmente se puede notar el aspecto de la ‘transmisión oral’ de esas Cantigas, a través de brevedad, densidad comunicativa y lenguaje elemental, con asonancia y repetición semántica y fónica. Lo más peculiar es la eliminación de la forma estrófica en favor de paralelismo y encadenamiento de versos, técnica conocida como ‘Leixa-Pren’. - Las Cantigas de Amor Influenciadas por la ‘Cançó de Amor’ provenzal, se caracterizan por una mayor complejidad técnica y conceptual, dado que tratan del rígido código del ‘Amor Cortés’. En particular se habla de la diferencia social entre el poeta enamorado y la mujer noble alta e inaccesible, y la devoción del amador desencadena una semántica de la fe y del sacrificio, con la idealización de la ‘muerte por amor’: la pureza del amor convierte el poeta en un asceta sometido a pruebas más o menos duras. Esta concepción del amor cortes se debe al fenómeno socio-cultural del ‘Catarismo’, que favorece esa ‘Religión del amor’ cantada por los trovadores, y que se conforma en una sublimación erótica genuina de la Edad Media correspondiente al ‘Amor Romántico’ de los siglos XVIII y XIX. Muchas de las composiciones de Cantigas de Amor son dialogadas y pueden tener distintos grados de dramaticidad. tanto no puede quedarse abierta a la improvisación de los juglares, y tiene un fin moralizante. Muy importante es el uso de la historia a la manera escolástica, acercándola al oyente para utilizarla al servicio de los valores morales. - El Libro de Alexandre Trata de la figura del Emperador Alejandro, personalidad de gran atractivo en la edad media, y aunque anónimo y sin fecha, es el primero de los grandes libros de la Cuaderna Vía del siglo XIII. Demuestra una gran erudición por su modo de ajustarse a los cánones retóricos y poéticos, y de combinar diversas fuentes. El protagonista es un héroe arquetípico de grandes virtudes (como justicia y valor), y sobre todo es sabio ( lo que no era el Cid), rasgo que le hace perfecto abanderado de los móviles de la clerecía. Sin embargo, los temas principales son sus afanes de posesión ( ruina de la grandeza humana), orgullo y soberbia ( uno de los peores pecados en la Edad Media). - El Libro de Apolonio Muy cercano al Libro de Alexandre hay el Libro de Apolonio, escrito hacia 1240, que presenta rasgos dialectales muy varios. Ofrece un placer de lectura inusual y una enorme riqueza semántica, con diálogos de gran credibilidad y una voz narrativa espléndida. Apolonio, Rey de Tiro, descubre el incesto del Rey Antíoco, que le obliga a dejar su tierra y familia, y él buscará felicidad personal a través del amor y no del honor ( diferencia con Alejandro), llegando a ser un héroe cortés que no se cifra en hechos de armas. El libro tiene presente la realidad doméstica y urbana de España, pero el protagonista absoluto es el mar, emblema de la vida humana con sus incertidumbres y cambios continuos, sin los cuales Apolonio nunca habría sido tan perfecto. La propia métrica del Libro sugiere una composición dirigida a lectores también cultos, dado que eran frecuentes las sesiones de lectura en voz alta por parte de una persona que supiera reproducir manuscritos medievales. - El Poema de Fernán González Escrito hacia 1250 por un autor desconocido, muestra su conciencia de estar tratando hechos ciertos de una parte decisiva de la historia de España ( desde sus orígenes hasta la caída de Visigodos, con gestas del primer Conde de Castilla). La maestría en el manejo del arte de clerecía permite imprimir un carácter didáctico al texto, manejando la Cuaderna Vía frente a la anarquía métrica de la Épica Popular. Fernán González, santificado, es protegido en su lucha por el Apóstol Santiago, y eso convierte al héroe en merecedor de un culto casi religioso. El valor literario del texto se encuentra en el conocimiento del folclore y de determinadas fuentes para dar rienda suelta al orgullo patriótico. - Gonzalo Del Berceo y la devoción popular Gonzalo es el primer poeta castellano que firma sus obras como autor, y elige dos géneros para cultivar el arte de la Cuaderna Vía: las Hagiografías y los Miracula. Él provoca la admiración de los receptores a través de la creencia en los milagros, acercando sus historias a la realidad cotidiana del público. Empieza con la Vida de San Millán, transformando un caritativo ermitaño en un valeroso guerrero que con espada de fuego lucha contra los Sarracenos como heroico caballero. En los Milagros de nuestra Señora el acercamiento del autor a sus oyentes consiste en una ‘castellanización’ de 28 leyendas en prosa latina, en las cuales se basó para esa narración, amplificando las fuentes con elementos dramáticos (por ejemplo, la invención de pasajes). También importante es la naturalidad de su lenguaje, un vocabulario cercano a los oyentes y una permanente sensación de inmediatez. Todos creían posible que en un acto cotidiano cualquiera se diera una aparición divina. Primeros acercamientos al teatro Las primeras tentativas de representación teatral se efectúan en la Catedral de Toledo, y a partir del Auto de los Reyes Magos hay más textos de lo que se puede pensar. El teatro surge ligado al fenómeno de la devoción popular, y en temas como el nacimiento y la pasión de Cristo se nota la centralidad de las prácticas litúrgicas cristianas. Ampliando los tropos ( breves textos litúrgicos), se pasó a diálogos animados entre personajes, mezclando lo sagrado y lo profano. Las leyes dictadas por Alfonso X dan la única licencia para tales representaciones a los clérigos, y las Sietes Partidas avivan el debate sobre si existió o no un real Teatro Medieval Castellano, dado que faltaron, durante los siglos, lugares estables destinados al espectáculo (y que solo empiezan a proliferar al final del siglo XVI). COMIENZOS DE PROSA LITERARIA El reinado de Alfonso X fue decisivo para el progreso de las letras y las ciencias, y se produjeron las obras de mayor envergadura de todo el siglo XIII. El centro de traducción más importante era la reconquistada Toledo, con su Escuela de Traductores, con un amplio número de textos traducidos procedentes de las 3 culturas ( cristiana, musulmana y judía). El castellano era mero vehículo de traducción de textos desde árabe o hebreo, que los judíos traducían al castellano y los cristianos traducían al latín. El objetivo de Alfonso X era la búsqueda de un Castellano Derecho, vehículo de unificación entre las 3 culturas y lengua-objetivo final de traducción equiparable al latín. Por eso comenzó la ambiciosa empresa de elaborar una Historia de España a través de crónicas, y el siglo XIII fue el auge de crónicas en latín. Primera prosa en castellano La redacción de la Estoria de España o Primera Crónica General, iniciada a comienzos del reinado de Alfonso X, no se acabó por completo hasta el siglo siguiente. Esta crónica histórica era entendida como compilación de saberes anteriores de fundamentos bíblicos en orden cronológico, y presentaba el juicio crítico del Rey y un equilibrio entre el enfoque histórico de árabes y cristianos, con una narración sencilla y concisa que tenía la voluntad de enriquecer sintaxis y vocabulario del castellano. Alfonso fue abandonando ese proyecto en favor de una Estoria General del universo desde la creación, pero es la historia de España la que tiene más larga descendencia (con refundiciones y copias). Las dos traducciones de este periodo cruciales para la Historia de Literatura son el Calila e Dimna y el Sendebal, que tienen versiones en castellano por mandato de Alfonso mismo, y son las primeras muestras de narrativa corta en castellano. El interés científico de Alfonso se concentró en la Astrología, una de las principales disciplinas del Cuadrivium Escolástico, pero también una creencia popular vinculada a la magia. Por fin el empeño y afán compilador de Alfonso se ve en la voluntad enciclopédica de las varias y grandes summas. Los cuentos orientales en la península En los siglos XIII y XIV se transmite una tradición antigua de culturas orientales ( hindú, árabe y persa), a través de un dialogo cultural en el que diferentes fundamentos religiosos se adaptan a preceptos éticos comunes entre culturas, y España fue muy importante en esa difusión, no solo por su estratégica posición geográfica. La primera compilación se debe a un sabio aragonés judío, Moises Sefardí, y tiene el título de Disciplina Clericalis: esta obra lleva el sello de su conversión desde la lengua en que fue escrita, y la elección del latín para una mayor difusión, y empezó a difundirse desde el siglo XII. Se plantea básicamente como una serie de advertencias de un filósofo a su discípulo o de un padre a su hijo, que tratan de la prudencia que hay que tener durante la vida, con un esquema vertical basado en pregunta y respuesta. Lo extraordinario es la convivencia en el mismo libro de axiomas de muy distintas procedencias, en un mestizaje cultural. Otro libro de cuentos que pudo leer Alfonso es el Calila e Dimna, un conjunto de fábulas de un brahmán hindú traducido al árabe y por fin traslado al castellano en Toledo. Utiliza una historia leyendaria de un antiguo Rey de Persia en busca de la vida inmortal para engarzar las ‘exempla’ basadas en prudencia y sabiduría, a través de diálogos entre animales. Calila e Dimna presenta las 3 peculiaridades de las colecciones de cuentos medievales: • Necesidad de textos prenovelescos para integrar los exempla; • Complejidad de la divulgación escrita a partir de cuentos de transmisión oral que atraviesan muchas culturas; • Autoridad moral de las moralejas de esos cuentos. Se puede notar la universalidad de las normas de conducta en esos cuentos, basadas en cautela , astucia, intercambiables entre las morales budista, musulmana y cristiana, y vigentes hasta el fin de la Edad Media ( ejemplo: La Celestina). El Sendebar es un conjunto de cuentos que aparecen en las Mil y una noches, y lo primero que se nota es su misoginia, puesto que cuenta historia sobre engaños de las mujeres. La historia principal que enmarca los exempla es una vieja leyenda persa y todo gira acerca de las artes embaucadoras de las mujeres . Lo más peculiar del libro es que se cuentan cuentos para impedir que se cumpla una condena de muerte. El marco muy original de Literatura Gnómica se puede dar a la Historia de la Doncella Teodora, que cuenta de una doncella prudente y sabia, esclava cristiana traída, que consigue salvarse mediante la palabra, respondiendo mediante aforismos sapienciales a preguntas científicas de todos tipos ( cualidad muy avalorada hasta tiempos de Cervantes). Es una historia excepcional en medio de la misoginia de los textos orientales. Por fin hay el Libro de la vida de Barlaam y del Rey Josaphat de India, supuesta cristianización de la Leyenda de Buda, que desde el sánscrito se filtró a través del griego y del latín hasta el castellano. Habla de un joven príncipe que es instruido por sabios a través de cuentos en búsqueda de la sabiduría en una edad de pruebas. Otros textos en que la narración de cuentos es muy importante son los occidentales Decamerón de Boccaccio y los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer. - Don Juan Manuel Caballero, es el primer narrador castellano que se empeña en organizar su propia colección de cuentos, consciente de que se trata de una translación de herencia literaria a un público concreto. Muy importante es su obra Libro de enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio, que presenta dos prólogos muy importantes sobre la concepción jerárquica de la inteligencia humana, dividiendo los cuentos entre los ‘para legos sin estudios’ y los ‘para personas de más sutil entendimiento’. El Conde Lucanor ofrece una estructura muy simple, basada en un diálogo entre un noble y su consejero, y lo más importante es que Don Juan Manuel separa regularmente las narraciones de sus aplicaciones morales. Se diferencia de la Literatura de Clerecía por el hecho de que elimina el hábito escolástico de citar ‘autoritas’, y en cambio maneja las fuentes presentando la obra como ‘Parto’ original . El estilo tiene mucha importancia: léxico selectivo, sintaxis muy avanzada y manejo magistral del estilo indirecto y, sobre todo, del tiempo, con los procesos temporales. La mayor aportación de Don Juan Manuel consiste en dar mucha autonomía a cuentos que participaban de motivos folclorísticos universales presentes en antiguas colecciones (por ejemplo, Las mil y una noches). El Conde Lucanor llegó hasta Cervantes e influenció también el teatro de Lope de Vega, Tirso de Molina y Shakespeare, convirtiendo su autor en el primero narrador españolo imitado por dramaturgos clásicos. Primeros libros de aventuras caballerescas y de viajes El interés por la Caballería fue importado de Francia a través de cuentos de aventuras desde la mitología celta y fabulas leyendarias. Esos breves relatos caballerescos recreaban temas de la historia antigua ( ejemplo, la destrucción de Troya) o se movían en el terreno del fabuloso, con héroes corteses al servicio de La Lírica cancioneril es un conjunto de poemas notos como canciones, la forma predilecta de poemas por su estructura cerrada y fija expresión intelectual del amor. Muy importante es el Cancionero de Baena, que recoge medio siglo de poesía castellana ( 1370 – 1425), y fue recopilado por Juan Alfonso de Baena, dedicado al Rey Juan V de Castilla: se pueden apreciar obras de la Escuela Galaico-Castellana y de la Escuela Alegórico-Dantesca. Otro cancionero muy importante es el Cancionero de Stuñiga, perteneciente a la corte aragonesa de Alfonso V de Aragón. Respecto al Cancionero de Baena, el tono de la poesía es más lírico y las composiciones son más cortas. Los poemas cultos del siglo XV Casi toda la Poesía culta del siglo XV se basaba en los temas de amor, muerte y fortuna, constantes también en toda la poesía de los cancioneros. Iñigo López de Mendoza era el poeta cortesano por excelencia, arte activa en conflictos nobiliarios y con inclinaciones humanísticas que le llevaron a enfrentarse con otros poetas italianos, e intentó imitar el soneto, pero no obtuvo gran suceso no obstante su gran conocimiento teórico del metro italiano. Él era más dotado para la poesía narrativa que para la lírica, siendo un género más adapto para la reflexión retórica, y escribió sobre todo dezíres ( poemas alegóricos y doctrinales), pero es sobre todo recordado por sus serranillas, imitaciones de ‘pastorelas francesas’ basadas en tradición popular castellana, que tratan del encuentro entre un caballero y una campesina. Juan de Mena, poeta judeoconverso, fue el más erudito de todos los poetas cultos, dedicando toda su vida al estudio. Tradujo la Ilíada y escribió el Laberinto de Fortuna, poema de tema político y patriótico que tiene tendencia alegórica al movimiento italianizante. La comprensión de esa obra corresponde al tener acceso al sentido de la Poesía culta del siglo XV, y a través de ella Mena adquirió la autoridad de ‘Poeta por excelencia’ así como un amplio público de la época. Jorge Manrique se puede considerar como el primer autor clásico de la poesía española por la calidad indiscutible de sus dezíres de amor y su naturalidad en el manejo de imágenes, que ofrecía al lector la posibilidad de identificarse con los versos. Su obra más famosa son las Coplas por la muerte del padre, que presentan influencias clásicas, tópicos doctrinales y retóricos medievales, y que solo se comprenden con el concepto de vida ultraterrena. Juan del Encina fue poeta u músico, el primer castellano a ver publicada su producción poética en vida. Su Cancionero es un conjunto de lírica de corte básicamente popular y recreada con originalidad: incluyó imitaciones de poesía culta y adaptaciones de las Églogas de Virgilio. Su finalidad era proporcionar un contrapunto cómico y provocar la risa en el espectador ( novedad en ese género). LA ORIGINALIDAD DE LA CELESTINA EN SU CONTEXTO La variedad y riqueza de la prosa española del siglo XV se debe a un cambio de orientación cultural hacia la influencia italiana. Este periodo se puede concebir como preludio del Humanismo, con muchos humanistas italianos en España y muchos españoles que estudiaban en Italia, como Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera Gramática de la Lengua Castellana en 1492. La nueva concepción de la lengua trae nuevos temas y géneros, más laicos y llenos de cultismos, resultados del peso de las universidades. También se encuentra la tendencia opuesta, es decir una valoración del lenguaje popular y de la coloquialidad, cuyo perfecto ejemplo es La Celestina. Libros de viajes Entre los géneros de mayor innovativos hay los libros de viajes. En la primera década del siglo XV aparece un texto de gran avance: la Embajada a Tamorlán, diario de un viaje real del autor por Asia, que hace por la primera vez una crónica detallada de costumbres orientales, y descripciones de escenarios y sucesos del viaje. La materia se ampliará mucho con las Andanças e viajes de Pero Tafur por diversas partes del mundo, crónica de un viaje real por Europa e Mediterráneo. La novedad es que el autor era un hidalgo, que decidió viajar movido por una inquietud personal y no por encargo alguno. Muy interesante es la riqueza de su relato, con descripciones de encuentros, leyendas locales y aventuras en fluido castellano. Esta obra resulta muy moderna si comparada con los textos sobre la peregrinación a la Tierra Santa, un asunto muy medieval. La prosa didáctica y erudita El tema de la perfección del caballero y de la doncella fue hegemónico en la prosa didáctica de todo el siglo XV. Buenos ejemplos son los libros como el Espejo de verdadera nobleza, el Doctrinal de caballeros y el Vérgel de príncipes, que abordan el tema de la nobleza en forma de manuales escritos, y confirman el interés sobre el valor de la fama y la virtud. El Libro del Arcipreste de Talavera, de Alfonso Martínez de Toledo, es un texto fundamental que trata la licitud y perfección del amor y la concupiscencia ( el contrario). Conocido como El Corbacho, por su asociación al Corbaccio de Boccaccio, es una refundición satírica del amor idealizado, dividida en 4 partes: 1. La primera parte trata de como el amor conculca los mandamientos cristianos; 2. La segunda parte es una sátira contra las viciosas mujeres; 3. La tercera parte es sobre las 4 complexiones de los hombres según la ‘Teoría de los humores’; 4. La cuarta parte es una reprobación de la creencia en fortuna, con disquisiciones morales. Se denota la misoginia del autor en la segunda y tercera parte, y muchas veces el lector tiene la duda de si el escopo del autor sea hacer literatura burlesca. La mezcla del estilo retórico ( propia de predicador) y del registro vulgar hacen del Corbacho un precedente directo de La Celestina, publicada solo un año después. La novela sentimental Es un género que nace dentro de los libros de caballerías y habla del tema sentimental, sobre el amor en la alegoría de la cautividad, es decir, el corazón del caballero está prisionero de su amada (a lado del tema más clásico de aventuras militares). Se dirige sobre todo a un público de mujeres , y un autor muy importante es Juan Rodríguez del Padrón, que escribió en Siervo libre de amor, que presenta una sintaxis muy difícil como un enigma que debe descifrarse. Se trata de recreación en clave caballeresca de leyendas de caballeros, con muertes por amor en finales trágicos, reyes que entorpecen la relación y el dicho tema sentimental. Este tema también se puede ver en el Don Quijote, que al momento de hacerse caballero dedica sus aventuras a su amada, Aldonza Lorenzo, renombrada como Dulcinea del Toboso. Más de 50 años duró el auge de este tipo de ficciones, con gran éxito también en Italia (aunque si en España se habla de ‘vírgenes’ y en Italia se habla de ‘mujeres casadas’ y ‘adulterio’). Hay 2 tópicos muy importantes que recurren en todas las obras del género: 1. Religión de amor: divinización de la dama, a la que el caballero se rinde; 2. Enfermedad de amor: males causados por el amor, que necesitan de la intervención de un intermediario, como el autor Lo mismo exactamente sucede en La Cárcel de amor, la obra magistral del género escrita por Juan de Flores. El gran éxito de esa obra se debe a algunas características sociales: hay una abundancia de hidalgos de mentalidad aristocrática que viven con la nostalgia del esplendor de la caballería, así como mujeres lectoras que aumentan en número y variedad social. Además, el idealismo de esos libros se basa en la onomástica ( nombres propios distantes y geografías exóticas) y en la relación amorosa basada en la necesidad de creer en la duración del amor frente a todos obstáculos. Todas esas características han llevado a considerar La Cárcel de amor como el Werther español, por su adelantado Romanticismo. - La Celestina o Comedia de Calisto y Melibea Se trata de la obra más genial y polémica de toda la Edad Media Española, y nace sin título y rodeada de misterio, escrita por un joven de Toledo, Fernando de Rojas, de cuya biografía poco se sabe, razón del misterio de su obra. Su pasaje por Salamanca, entorno estudiantil muy vario, nos ayuda a justificar la mezcla de La Celestina y el enorme bagaje libresco de un joven de inusual madurez que presenta una prodigiosa capacidad reflexiva e imaginativa. La obra presenta un prólogo en forma de carta escrita a un amigo, que declara las intenciones del autor en escribir esta obra, o sea alertar sobre el carácter destructor de la pasión amorosa. La primera novedad está en el hecho de que la ficción tiene referentes reales y lugares cercanos al lector ( Toledo y Salamanca). Se trata de una contundente parodia del amor cortes, enfrentando dos mundos sociales: el Vulgo y la Nobleza, con los criados que llaman “loco” y “enfermo” a Calisto, por la concepción vulgar de la Enfermedad de amor ( como en el Quijote, inspirado a Amadís de Gaula). La impronta de la novela sentimental se puede ver en los nombres simbólicos de los protagonistas (que son muy raros) y en sus condiciones ( el noble linaje de Calisto y la alta sangre de Melibea), pero también en el desenlace trágico con la muerte de los personajes. Sin embargo, las diferencias son abismales, por ejemplo en la confesión de Melibea sobre la pérdida de su virginidad, que nunca hubiera tenido cabida en las novelas sentimentales, basadas en la castidad de sus doncellas. Otra diferencia está en la complejidad anímica de los personajes, que aquí evolucionan psicológicamente a lo largo de la obra y sus acciones se mueven por un impulso erótico y no por un amor espiritual. Los defensores del carácter teatral justifican los personajes en sus acciones, las estrategias del conflicto y los acaecimientos, y sobre todo el título: al tiempo ‘Comedia’ y ‘Tragicomedia’ no indicaban un género, sino solo un estilo. Por eso se justifica el título de la nueva versión de 1502, Tragicomedia de Calisto y Melibea, ampliada y con muchos cambios. El autor añade copias finales sobre la correcta comprensión del libro, y otro prólogo sobre los debates y desacuerdos sobre cómo debía leerse su comedia: por eso se puede comparar al Don Quijote. La esencia dramática de la obra procede de la comedia humanística, de donde Rojas se inspira por la creación de personajes segundarios y doncellas rebeldes o abandonadas, tan alejados de los estereotipos. Otra proximidad con el Quijote está en la esencia de ser una obra escrita para ser leída en voz alta mediante lectura dramatizada a un público. El diálogo es muy importante, y Rojas lo maneja de manera magistral para organizar la división en actos y combinar, a través de las voces de los personajes, la elegante retórica cortés y las vulgares expresiones del habla común, cambiando de registro lingüístico. Hasta la aparición del Don Quijote, ningún otro texto tuvo el poder inspirador de La Celestina. Además, nadie antes de Rojas había reunido tan profundas psicologías diferentes, sobre todo femeninas, en una sola obra ( como Cervantes hará en el Don Quijote), y lo hace creando Areúsa, prostituta y contrapunto de la inexperta y cándida Melibea, cara y cruz de una moneda irrepetible. Sobre ellas hay Celestina, la vieja alcahueta que las maneja para conseguir ganancia de la pasión de Calisto. Otra originalidad de La Celestina está en la combinación y el superamiento de tradiciones genéricas. Se plantea así un paralelismo entre La Celestina, el Tirant lo Blanc, libro de caballería de Joanot Martorell y el Don Quijote: los grandes textos que llegarán a ser clásicos surgen con el potencial de subvertir y reinventar su género que está en declino. SEGUNDA PARTE (SIGLOS XVI - XVIII) LA EDAD DE ORO Así se llama el periodo que abarca los siglos XVI y XVII, que presenta creaciones geniales, como la poesía de Garcilaso de Vega, la novela picaresca con el Lazarillo de Tormes y el Quijote Cervantino, con movimientos ideológicos y estéticos muy distintos entre 1530 y 1650 ( año de la creación de la comedia de Lope de Vega). Desde las primeras décadas del siglo XVI hay la conciencia de vivir en tiempos de esplendor de letras, unido al orgullo de la Hegemonía política española a partir del reinado de Carlos V (1516), durante lo cual la cultura española tiene valor internacional como nunca antes, y las universidades son vivas. En este periodo los humanistas hablan de Renacimiento, como situación de esperanza al fin de siglos obscuros como la Edad Media. La acuñación del término ‘Siglo de Oro’ (y no ‘siglos’) solo se hace en el siglo XVIII, cuando la tendencia comparatista llevará el plantearse de la comparación de los dos siglos: Las misceláneas representan la renovación de las grandes summas en un siglo de descubrimientos, renovación y curiosidad humanista. Se trata de textos enciclopédicos que pretenden divulgar conocimientos mezclados con noticias sobre el extraordinario, buscando siempre provocar la admiración del lector. El principal modelo surge con la Silva de varia lección de Pedro Mejía, una prosa llena de continuas citas que pretende ofrecer al lector una información que ningún otro libro podía ofrecerle reunida. Recurrente es el asunto de inventores o iniciadores de las cosas, que inspirará Cervantes a una satanización de esa erudición con el personaje del bachiller Sansón Carrasco en el Quijote. El Jardín de Flores de Torquemada abre nuevas posibilidades formales y temáticas al modelo de la miscelánea, como por ejemplo la elección del diálogo familiar que podía captar los gustos de un más amplio público. Este libro refleja la complejidad del Humanismo, mostrando que la verdad no es una, sino que depende de la experiencia individual. Las crónicas de India revelan el descubrimiento como el mayor desafío para los pensadores, puesto que obliga a repensar la historia, le geografía, la cosmografía. Esa reflexión encuentra su fundamento en las crónicas, que tiene el intento de objetividad al hablar de los conquistadores. La posición más crítica fue la de la Brevísima relación de la destrucción de las Indias, defensora de la abolición de la esclavitud y contraria a la forzosa cristianización. El valor común de las crónicas es la voluntad creativa, que combina el rigor de la veracidad histórica con el gusto por la ficción, que lleva a incluir largos pasajes narrativos. La prosa mística Muy variados son los modos de canalizar la nueva espiritualidad íntima del siglo XVI, que se configura con la reforma de las nuevas órdenes monásticas ( franciscanos y agustinos) que expresan una potenciación de la fe individual y una vivencia íntima de la religión. La figura de Teresa de Cepeda (o Teresa de Ávila) da un nuevo hito en la saga de escrituras religiosas: su excepcionalidad está en el hecho de que ella es una iletrada, formada por sus propias fantasías y por la lectura de libros de caballerías, y que transmite su experiencia con gran autenticidad. Su Libro de la vida representa una renovación del género de la autobiografía espiritual, y tiene una gran capacidad imaginativa para crear y reformar metáforas. Teresa es también una ‘parlera’, y posee un estilo muy personal que expresa su retórica de la humildad. Otro autor muy importante es Fray Luis de León, sospechado de ser judío y autor del De los nombres de Cristo, una reflexión sobre los distintos nombres que son atributos de Cristo, tratados como símbolos, rasgo fundamental del Humanismo y del Renacimiento. Se nota muy bien la pésima opinión que un amplio sector del Humanismo cristiano tiene de todo tipo de ficciones profanas, es decir, de lo que se entiende por Literatura. GARCILASO Y LA RENOVACIÓN DE LA LÍRICA A Juan Boscán se debe la apertura hacia un gusto lírico nuevo importado de Italia, el endecasílabo, cuajado también por Garcilaso de la Vega, joven poeta que se pone a cabo de esa iniciativa. El endecasílabo es expresión de la lírica renacentista, y la revolución está en el hecho de que un simple número de sílabas cobre gran transcendencia por la primera vez: no solo se trata de imitar a Petrarca, sino de ver en el aspecto fónico y melódico del verso una parte esencial de la emotividad del poeta, y es un modo nuevo de concebir la poesía, que aspira a la concordancia entre musicalidad y sentido, sello de una nueva estética que busca un tono culto pero de manera natural, sin esfuerzo técnico. La poesía cantada Los ecos de la poesía cancioneril tienen una enorme transcendencia dentro de la poesía del Siglo de Oro, como demuestra el éxito del Cancionero General que anda en manos de todos los poetas y tiene gran influencia desde Boscán a Lope de Vega, y en general responsable de la moda de estrofas de vuelta ( a modo de estribillo), o villancicos, las más idóneas para ser cantadas. Los tópicos son prevalentemente populares, por el interés de la creciente clase burguesa hacia producciones populares, y sobre todo gran importancia cobre la música, que resalta la configuración sónica y métrica del soneto. Con una mayoría de población analfabeta, la oralidad es algo consustancial al soneto, importante para la transmisión de la poesía. Muy importante es el testimonio de Juan Boscán, autor de un magno cancionero de endecasílabos que suelen salir perdiendo la comparación con los de Garcilaso, probablemente por culpa de su menor capacidad para organizar y renovar imágenes y de su menor intensidad lírica. Sin embrago, Boscán lleva el mérito de introducir el soneto, y de comprender muy bien su mecánica, inaugurando la sensibilidad lírica moderna. Garcilaso de la Vega y el Petrarquismo Con Garcilaso de la Vega comienza una revolución, a partir de la formación de la imagen del amado, un tópico de larguísima pervivencia en la poesía y en el teatro (como demostrará Lope de Vega): Garcilaso maneja aquí una retórica de la interiorización, es decir, un análisis del propio sentimiento amoroso, movido por la aspiración de fundirse con el alma de la amada, expresión de amor muy distinta de la del amor cortes, no obstante su mayor modelo ( Petrarca) fuera medieval. Lo cierto es que toda la lírica Petrarquista es una constante glosa del amor desdichado, a través de un examen metódico de la experiencia de ser enamorado y sus aspectos emocionales. Garcilaso tiene una perfecta formación humanística, y debe su gran capacidad de conmover con su tono intimista a Jorge Manrique. Su gran comprensión de las posibilidades rítmicas que el endecasílabo puede ofrecer le lleva a ser autor de uno de los mejores sonetos que se han escrito en la lengua castellana, dada su correspondencia perfecta entre forma y contenido. La naturalidad es otra dote excepcional de Garcilaso, a través de la atenuación de la rima y de un acercamiento de la lengua lírica a la lengua hablada, que se completa con un empleo del vocabulario castellano y de términos de uso común. Garcilaso revoluciona la concepción de estrofa, que se convierte en albergue, hábito conveniente para cada tipo de contenido, sin esfuerzo torturador de significados para adaptarlos al verso y a la estrofa. El auge del Garcilasismo Por su muy breve vida y obra literaria, ninguno de los versos de Garcilaso fue publicado en vida del autor, y solo se publican póstumos gracias a Boscán, que se encarga de reunir sus manuscritos poéticos y añadirlos a su propia obra Las obras póstumas de Boscán y algunas de Garcilaso de la Vega, que conoce un éxito fabuloso. Garcilaso fue el primer autor con edición crítica de sus obras: Las obras de Garci Laso de la Vega con anotaciones de Fernando de Herrera es una edición anotada gracias a la cual se dan a conocer los primeros juicios sobre su calidad poética, elogiando su elegancia, claridad y facilidad de dicción. El 1580, inicio de la auténtica ‘Edad de Oro’ de la poesía castellana, es el momento a partir de que se escriben las mejores obras que consolidan el Garcilasismo, pero corresponde también con la desintegración del Petrarquismo canónico. Un ejemplo es representado por Diego Hurtado de Mendoza, cuya poesía jocosa y paródica desmitifica los tópicos tomados de la poesía italiana, llegando al superamiento del Petrarquismo y a la evolución del modelo de Garcilaso. La poesía espiritual La voz de Garcilaso resuena también en los conventos, la voz de un poeta espiritual cuyas églogas y serenidad de los sonetos gustan especialmente a quienes hacen de la contemplación y el recogimiento su forma de vida. La poesía espiritual es muy rica en la segunda mitad del siglo XVI por la calidad de la lírica de poetas de vocación religiosa y de aquellos que abren el Petrarquismo a temas más filosóficos. A partir de Garcilaso, la poesía se nutre de las experiencias descritas por la poesía profana, por ejemplo con las glosas a lo divino: recreación de estrofas sobre el amor humano a las que se da sentido religioso, a partir de villancicos populares muy adaptas para ser cantados con melodías. Fray Luis de León es el perfecto ejemplo de la combinación de poesía y música, que tiene el poder divino de hacer recobrar al alma su conocimiento y consonancia con el universo. Sus temáticas universales transmiten un sentimiento fundamental de nostalgia, que recorre en toda su obra y se expresa en la meditación sobre lo no poseído en la vida terrenal. Su poesía, así como su prosa, no deja nada a la improvisación, y es el producto de una continua reflexión y labor perfeccionista, y la mejor prueba son los elogios que de su poesía hacen Cervantes y Lope. NARRATIVA IDEALISTA Y NOVELA PICARESCA (SIGLO XVI) La novela es el género más fructífero de la Edad de Oro, con el predominio de varias ficciones, ramas de la narrativa idealista. Se trata de historias de amor y aventuras organizadas en series de incidentes, en función de viajes o pruebas para superar, y con la intervención de elementos sobrenaturales. Los héroes y heroínas son estereotipos de belleza, conducta y psicología simple, que hacen emocionar al lector. Juntos a las novelas sentimentales proliferan los libros de caballerías, inspirados a antiguos modelos medievales y con una visión nostálgica. La prosa novelesca tiene una gran voluntad de experimentación, que resulta en interesantes híbridos, como por ejemplo el Amadís de Grecia de Feliciano da Silva, tan apreciado y razón de locura por Don Quijote. La ambientación bucólica es un indiscutible marco de la época, construyendo la primera obra novelesca expresión de ideal pastoril en lengua castellana, único escenario donde el amor está libre de diferencias de clase y código de honor. Hay 3 tipos de personajes de mayor descendencia: Caballeros , Pastores y Pícaros, todos siempre bien distinguidos hasta la llegada de un genio llamado Miguel de Cervantes, que los hace convivir en su Don Quijote. La novela bizantina Se trata de un tipo de narraciones que aunque busquen países lejanos y exóticos, procuran mantener la verosimilitud ligando la reflexión filosófica a las aventuras y los viajes. Se inspiran a modelos griegos de la época de esplendor de Bizancio, y se difunden en toda Europa. La tentativa pionera en España es obra de Alfonso Núñez de Reinoso, con su Historia de los amores de Clareo y Florisea y las tristezas y trabajos de la sinventura Isea, que sigue muy fielmente el modelo griego, pero con la originalidad de contar los accidentados amores de los protagonistas desde una perspectiva femenina . La acción parte siempre del enamoramiento de dos jóvenes, con impedimentos y adversidades que ponen a prueba la calidad de ese amor. Encuentros con otros personajes permiten insertar historias breves intercaladas según el sistema de la novela italiana. La novela pastoril El modelo de la novela pastoril es el de Los siete libros de la Diana, importado de Portugal. Se trata de una novela de clave que trata de personajes reales de la corte de Felipe II bajo un disfraz pastoril. Unas claves compositivas de este género son los versos intercalados y varios tópicos compartidos con las églogas clásicas de Garcilaso, y sobre todo la música, que tiene un protagonismo especial, acompañando los pastores durante todo el día. Las mujeres tienen un papel muy importante dentro del amor humano ideal, y hay un análisis muy minucioso de sentimiento amoroso, muy cercano al de las novelas sentimentales y en el que pervive el léxico del amor cortes. Un gusto claramente renacentista se nota en la estructura armónica y en el estatismo del desarrollo linear del argumento. Los personajes también no evolucionan, como en los libros de caballerías. Una componente muy importante, inspirada a la novela bizantina, es la posibilidad de intercalar e encadenar numerosas historias de varios personajes segundarios, como piezas de una mosaica que solo al final el lector puede contemplar. Este aspecto se inspira a Cervantes e influye en su modo de novelar, como demuestra el Quijote. La novela morisca Se trata de novelas ligadas a la realidad histórica y especificadamente a las luchas étnicas que culminaron con la expulsión de los moriscos. La novela morisca se basa en escenarios concretos de Al-Ándalus ( nombre árabe de España): la figura del morisco, que se margina en la sociedad, se convierte en personaje ensalzado por la literatura, prototipo del héroe romántico. Pocas obras se escribieron en este género, más dos grandes ejemplos son la Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa y las Guerras civiles de Granada ( primera novela histórica en castellano). La corta extensión, la no exageración de adornas y el dinamismo similar a las novelas bizantinas llevan el género a un gran éxito, y a Alemán y Cervantes se deben las últimas y espléndidas muestras del género, con la Historia del cautivo incluida en el Quijote. La herencia de La Celestina: la novela picaresca hecho de que son una alternativa al teatro, por ser leídas en voz alta cono el Quijote, abarcando las reacciones de los varios públicos. La prosa de Quevedo y de Gracián Francisco de Quevedo y Villegas es un autor de muy excepcional genialidad, por su capacidad de destacar en todos los varios géneros en que escribe ( poesía, prosa satírica y novelesca). Quevedo es considerado perfecto termómetro para medir los cambios experimentados en España durante el Barroco, por su implicación directa en varios acontecimientos políticos y culturales. Su formación universitaria completísima le hace poseer una de las culturas humanísticas más vastas de su siglo, ligada a su aspiración a Cervantes común a otros contemporáneos. Quevedo se presenta como la viva encarnación del gran tema del desengaño, caracterizado por la desilusión y la falta de fe en el futuro frente al optimismo renacentista. Demasiadas son las contradicciones internas de Quevedo, que impiden presentar una única psicología e ideología, y también se reflejan en su estilo. Eso se puede ver en sus fases de crisis, único rasgo que sigue una orden ( cronológica): por ejemplo el periodo de depresión anímica en los años 1600-1613, particularmente fecundo por su imaginación. Muy importante es la pasión política de Quevedo, muy poderosa a lado de su vocación literaria, y esas se demuestran en la España defendida, donde contesta las opiniones sobre España y su oscurantismo por parte de muchos humanistas europeos. El Buscón como novela picaresca Su única novela, La vida del Buscón llamado Don Pablo ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, es una obra de enigmática interpretación, tras su lectura como doctrina moral y su consideración como mero libro de ingenio, y encaja los intereses burlescos y radicales de un joven Quevedo. Se plantea a medio camino entre sus modelos, el Lazarillo y el Guzmán, llevando al límite sus características, por ejemplo exagerando los viles orígenes de su pícaro ( hijo de un ladrón y una prostituta) o insertando encuentros con personajes segundarios que propician una serie de escenas burlescas. El final del Buscón no llega a ningún caso, como sucede en sus modelos, y la dispersión es la nota dominante de la prosa de Quevedo, por eso se puede decir que la novela no es su fuerte, sino que su puno de fuerza es la prosa festiva de sus escritos satírico-burlescos, en los cuales pasa revista a las figuras más frecuentes en la corte. El nexo de unión de sus géneros es la intención del autor de exhibir su estilo conceptista, y con el Buscón se inicia su práctica de astucia verbal, con un lenguaje lleno de agudezas y metáforas, porque en la España barroca el lenguaje crece en importancia como objeto en sí, y el Buscón supone la banalización de lo que en las novelas picarescas precedentes era crítica o sátira seria, perdiendo el sentido moral. Quevedo crea un abismo entre narrador y personaje y no muestra compasión alguna por su protagonista, que pretende pasarse por caballero cuando mantiene una actitud viciosa desde el principio. Los sueños y el género de la fantasía moral La prosa satírica fue una vertiente muy fructífera en España durante todo el periodo barroco, y en esa prosa de propósito moralizante influye la preocupación de aquel siglo por las inclinaciones pecaminosas de la ciega humanidad. De ese tema se ocupa otro género muy fructífero para Quevedo, la fantasía moral, un género de prosa satírica que consiste en una visión fantástica o un sueño contado en primera persona por un narrador que transmite su asombro al lector haciéndole descubrir una realidad insólita y desconocida: el diálogo es el vehículo, pero no hay discusión, sino una única voz adoctrinada que se impone desde el principio. El modelo de las fantasías barrocas son los Sueños y discursos descubridores de abusos, vicios y engaños en todos los oficios del mundo de Quevedo: el narrador accede a otro mundo y desde esa perspectiva superior cuenta al lector la auténtica realidad humana, con verdades que se delatan a través de voces heterodoxas (como la del demonio). El narrador no es objetivo, sino que es un árbitro que impone su juicio particularísimo de la humanidad. Los sueños nos ofrecen las claves para entender la ‘bajada al ultratumba’ y la variación de su concepción en el pasaje desde la Edad Media al Barroco: al igual que Dante, Quevedo agrupa los pecadores en el infierno, pero no sigue una jerarquía canónica, sino los organiza más desordenadamente, con una visión doméstica del infierno, desmitificadora de la geografías inventadas por la literatura profana. Con humor amargo Quevedo predica no solo los defectos de su tiempo, sino los ancestrales del ser humano, convencido de que el hombre es malo por naturaleza y la vida social lo empeora. Gracián y El Criticón Una cara muy distinta de la prosa didáctica del Barroco español es la de Baltasar Gracián, que se distingue por su racionalismo como virtud del ser humano, que defiende en sus obras. Su gran elocuencia le trae una gran fama como predicador, y sus escritos se basan en el poder del raciocinio para alcanzar la perfección y alejarse de lo vulgar, y tiene el objetivo de desarrollar las aptitudes naturales ( genio) y las cultivables ( ingenio). Gracián es sobre todo ensayista, y la imaginación no es su rasgo esencial, pero se puede buscar en su única novela, El Criticón, larga narración alegórica. Muy cercano a Cervantes es el descubrimiento de la verdad al final por parte de un loco, que la felicidad anhelada solo se encuentra en cielo, revelación que en el Calila y Dimna se había puesto en boca a un sabio. Otros modelos del Criticón son el Guzmán y la Odisea. La obra se plantea como alegoría de la evolución humana, que convierte un náufrago en héroe de aventuras bizantinas. Gran originalidad es la mezcla de espacios simbólicos fantásticos ( para tratar de conceptos abstractos) con la geografía concreta francesa, italiana y española, y especial atención se dedica a las consideraciones que de España se tiene en los países vecinos. Distintamente de los grandes nombres de la novela barroca, a Gracián poco le importa todo lo que de previsible tienen los acontecimientos, sino que solo le interesa lo de índole doctrinal, y ese aspecto sorprende por la cercanía a las exemplas medievales, en marcado contraste con las ideas renacentistas. GÓNGORA Y EL DIFÍCIL MAPA DE LA POESÍA BARROCA La antología de Espinosa de 1605, Flores de poetas ilustres, demuestra que con Quevedo y Góngora soplan vientos nuevos, con una poesía nueva en la que confluyen poetas de varias generaciones hasta 1640, uno de los periodos más brillantes de toda la historia de la poesía española. Hay una Primera generación, la de Lope de Vega y Góngora ( iniciador con su personalísimo estilo de la moda culterana), una Segunda generación, la de Quevedo, y una Tercera generación, que acusa las primeras síntomas de decadencia. Se da un nuevo auge de los metros populares, y especialmente de los romances, género sobre el cual muchos vuelven bajo nuevas variantes. También el Petrarquismo se infiltra en las estrofas, especialmente en el soneto, y esa es una de las principales causas del apogeo de la poesía erótica. Poesía como reto y como juego Góngora y Lope de Vega son los grandes renovadores del romancero, con un gusto por una poesía narrativa de admirable concisión. Muy temprana es la afición de Góngora a glosar antiguos villancicos y cantares regionales de los folclores locales, con el cultivo del verso de arte menor después de haberse formado con el endecasílabo, invirtiendo el proceso del siglo anterior. En sus sonetos satíricos no quiere buscar el sentimiento, sino que recurre el tema de la falsedad de la corte y sus moradores. Junto con Quevedo, dedica centenares de versos a las duras condiciones competitivas de la vida cortesana, tratando la envidia, la soberbia y el desengaño de la corte. Buen ejemplo de esos temas es la Epístola moral a Fabio de Andrés Fernández de Andrada. Muy importantes son las academias poéticas cercanas a la corte, frecuentadas por grandes poetas ( Cervantes, Góngora, Lope y Quevedo), en las que se educan las prácticas poéticas de ese periodo. Muy valorada es la improvisación delante del auditorio, y los vejámenes constituyen un género que encarna el aspecto jocoso de la poesía: se finge un desfile de los participantes y cada uno satiriza al que iba atrás, con una coreografía rotatoria acompañada de música. Todo esto está a la base de los sonetos de humillación de Quevedo y Góngora. Cervantes también se une a ese interés por la poesía popular, los villancicos y los romances, con su Viaje del Parnaso, extenso poema de carácter crítico y heroico-burlesco sobre el estado de la poesía. Un rasgo común de todas esas actividades es el afán de notoriedad y la búsqueda de prestigio personal, que distingue los poetas barrocos de los antecesores: se siente la necesidad de mostrar el ingenio verbal y exhibir cualidades a través de la sorpresa fónica con rimas graciosas. Se puede adelantar la conclusión que los poetas del XVII resultan muy ‘polifónicos’ con respeto a los del siglo anterior y se pueden encontrar varias voces, y una capacidad camaleónica de los autores. Las Soledades y el culteranismo Los versos de la Soledad primera de Góngora, publicados en 1613, causan asombro porque no se entienden, son obscuros por su ruptura de la lógica sintáctica en largas frases entrecortadas por aposiciones. Entender el delirio gongorino consiste en traspasar una gran una gran maraña retórica para poder comprender que está contando el poeta: Góngora es el primero que rompe radicalmente con los referentes que (antes) solían ayudar al lector a comprender el texto poético, abriendo un nuevo mundo de las letras españolas, con la poesía más innovadora del siglo XVII. Ese retorcimiento intelectivo y lingüístico forma parte de una poética exclusivista con la que Góngora quiere distinguirse del resto: las Soledades eran poesía para los pocos dispuestos a someter a examen su inteligencia, y por eso se sacralizan y equiparan a la Biblia, dirigida a unos pocos elegidos. El primer mérito de la Soledades es que reivindican la capacidad imaginativa para elaborar el poema, haciendo central la imagen poética y creando un lenguaje poético y autónomo, separado de la lengua común, ideal muy alejado del renacentista. El proyecto inicial de escribir 4 Soledades se redujo a 2, con la Segunda (que nunca acabó) que se difunde entre 1613 y 1617. Las Soledades tienen muchas conexiones con lírica de ambiente pastoril, y antes de ser definida poema culterano, hubo muchas discusiones sobre el género al que adscribirlas: Góngora parece partir de la égloga de Garcilaso para transgredirla y buscar la libertad y frescura ‘selvática’ de un gran metro barroco, la silva, consagrada por él como modalidad genérica mayor. El culteranismo, género con que se bautiza esa nueva moda, ya lo había inaugurado el mismo Góngora un año antes de las Soledades con la Fábula de Polifemo y Galatea, recreación según placer estético de la vieja fábula griega de Polifemo, de gusto muy barroco . Lo que tiene en común con las Soledades es una naturaleza literaturizada, que no es simbólica y no tiene otro sentido que la simple exaltación de la belleza. Estos dos poemas mayores de Góngora fijan las características esenciales de la poética culterana, con el rasgo formal de buscar correspondencias entre el aspecto fónico de la palabra y su significado, con todos tipos de aliteraciones. Quevedo y Lope, poetas anti gongorinos Muchas son las afinidades que unen Lope de Vega y Quevedo, autores que representan la variedad perseguida por la poesía barroca en la renovación de los tópicos y en la experimentación con los géneros. Su poesía se basa en una profunda necesidad vital de comunicación y no en la voluntad de exhibición intelectual como Góngora, y la radical oposición a él es donde más coinciden los dos autores: esa batalla verbal de excepcionales frutos en varios poemas satíricos e imitaciones hechas por reacción al modelo gongorino. El gongorismo cae en muy poco tiempo en una reiteración de fórmulas estilísticas , y se convierte en objeto de parodia de manera muy fácil, llenando simplemente el poema de fragmentaciones sintácticas, y Quevedo y Lope representan la facción más populista de la oposición al poema culterano. Quevedo expone en sus preliminares una defensa de la pureza y claridad, poniéndose como baluarte contra la poesía gongorina. La transmisión de su poesía es cuestión muy compleja, porque muchos son sus manuscritos, y muchos son también los textos falsos atribuidos a él. Pero su obra sorprende por su variedad temática y el Quevedo poeta conocido por sus coetáneos es muy distinto de lo que hoy conocemos: durante mucho tiempo se ha considerado maestro del soneto satírico-burlesco y del romance apicarado, pero también mucho impacto tiene el Quevedo festivo y trasgresor de la poesía amorosa. En general el Quevedo poeta tiene una habilidad especial para tomar expresiones y temas de otros poetas de fama ( como Góngora) y transgredirlos, con la misma oscuridad gongorina, sostenida por el humor y destinado a la risa: sus dobles sentidos son accesibles a cualquier lector, con absoluto respecto por la sintaxis castellana. Lope aboga por la lectura literal de la poesía a través de agudos sonetos-manifiestos de su poética, en los cuales finge conjurar al ‘demonio culterano’. Su aspecto dramaturgo es el más famoso, pero también su Por otra parte, los defensores de la comedia nueva argumentan que la fórmula dramática de Lope es la más adecuada para el momento, por ajustarse a las circunstancias históricas y a los gustos del público. Numerosos son los dramaturgos que saben sacarle partido a todas las enseñanzas de Lope para acertar con los gustos populares de los corrales de la comedia, y el estilo lopesco crea un género que no se agota en sí mismo, sino consolida sus rasgos y aporta otros nuevos. La demanda por este tipo de obra alcanza tales extremos que prueba hasta qué punto el público se identifica con sus fórmulas dramáticas, resultando en un número tal de comedias que no encuentra paragón en ninguna otra literatura europea. El más valorado de los continuadores de Lope es Tirso de Molina ( Fray Gabriel Téllez), en cuya obra suele destacarse el calor humano y la comprensión de la fragilidad del hombre y se puede apreciar la unidad de la acción a pesar de los muchos incidentes cómicos y dramáticos introducidos, manejando con maestría el enredo y la intriga. Por ser hombre de Iglesia, es grande su inspiración desde el antiguo testamento y los temas bíblicos, que maneja con gran propiedad, como se ve en La venganza de Tamar. Muy sorprendente es su innovación en cuanto a estrategias femeninas: en su obra abundan los títulos con nombre de mujer, en los cuales presenta comportamientos atípicos y personalidades excepcionales. Lo que parece interesarle es enfrentar caracteres femeninos decididos y valientes a caracteres masculinos que parecen pusilánimes comparados con la vehemencia de ellas. Por eso se distingue casi como feminista frente a los muchos autores misóginos de su época. Su mayor separación de la escuela Lopesca está en su preferencia a concentrarse en un personaje único prototipo de una determinada cualidad en vez de un grupo de figuras sobresalientes. El mejor ejemplo de esto es la comedia que le da mayor fama, el Burlador de Sevilla, cuyo protagonista es un joven altivo, desaprensivo y despiadado, inspirado al leyendario mito del libertino ‘Don Juan’, galán sin escrúpulos. En su obra Tirso inserta su originalidad femenina, trazando un correlato femenino del Burlador en el personaje de la pescadora Tisbea, quien antes de ser seducida por Don Juan también abusaba de su libertad siendo burladora de todos sus pretendientes. Otra originalidad es la cristianización, presentando un Don Juan creyente que termina pidiendo a gritos confesión y arrepintiéndose ante la muerte, o utilizando el ‘fuego’ en su doble sentido de pasión amorosa y castigo divino. Magistral es también el tiempo de la acción, con la vida de Don Juan que transcurre en lo vertiginoso de su realidad y pasando repentinamente del disfrute momentáneo del amor a la condena eterna. El placer de deshonrar en sí mismo de Don Juan es lo más despreciable en una sociedad sustentada por el honor, y por eso el autor no se acerca al personaje con ningún sentimentalismo. Aportaciones de Calderón al teatro barroco Don Pedro Calderón de la Barca debe su modo de concebir el teatro a su formación libresca y jesuítica, y a ellos debe su inteligente estructura de comedias, siendo acostumbrado a representaciones sobre problemas éticos rodeados de erudición teológica, y su capacidad de tomar de los autores antiguos argumentos envueltos en elegantes figuras de dicción. Se trata de un dramaturgo muy fecundo, como nadie después de Lope, y su mayor mérito es el de saber aprovechar toda la riquísima herencia teatral de su momento, compuesta de activas compañías, un público entusiasta y una gran libertad en el sistema dramático. En todas sus obras expone sus principios éticos, sobre todo el elogio de determinadas virtudes como prudencia y paciencia, y por eso sus personajes son eternos razonadores y muy autocontrolados, y son más tipos que los de Lope, resultando en muy poca espontaneidad en su teatro. El arte de Lope se convierte en ciencia en Calderón, que regula ideológicamente temas y sentimientos basados en orden y disciplina, eliminando las acciones segundarias, basándose en la conciencia de la complejidad de vivir y en una fidelidad a lo real, aplicados muy bien en su El Alcalde de Zalamea. Pero el drama que le da fama universal es La vida es sueño, en el que transmite lecciones atemporales y su pasión por los mitos, revelando, a través del argumento y de la escenografía, que se trata de una obra pensada para ser representada antes un público cortesano. Calderón funde 2 motivos universales muy recogidos: 1. El durmiente que se despierta en nueva realidad desconocida; 2. El rey que se fía de una predicción astrológica fatídica. La obra posee la característica principal del teatro de Calderón, o sea la hegemonía del protagonista único y de sus conflictos interiores, y en el monólogo interior empleado para expresarlos domina la claridad y la lucidez mental, que expresan la pasión del orden. Además, Calderón presenta una renovación del tema barroco de la ‘fantasmagoría de la ilusión ligasa al sueño’, es decir del desconcierto de Segismundo al despertar sin saber si ha vivido la verdad o solo ha soñado (como el Quijote en la Cueva de Montesinos), comparable al mito de la ‘Caverna de Platón’.
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