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La Comuna de París: El Estado en Desaparición según Marx y Engels, Transcrições de Sociologia

Este documento analiza la importancia de la comuna de parís en el contexto de la teoría marxista sobre el estado y la política. La comuna representó la conquista del poder político por la clase obrera, pero su forma y sentido del poder político cambiaron radicalmente, poniendo lo social y la sociedad por encima de lo político. El documento también discute la importancia de la comuna para el proceso del stalinismo y la crítica de la comuna por historiadores marxistas.

Tipologia: Transcrições

2021

Compartilhado em 28/08/2021

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amarolina-ribeiro 🇧🇷

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Baixe La Comuna de París: El Estado en Desaparición según Marx y Engels e outras Transcrições em PDF para Sociologia, somente na Docsity! LA SIGNIFICACION DE LA COMUNA Henri Lefebvre (1962) 1- La insurrección del 18 de marzo y los grandes dias de la Comuna que siguieron, suponen la apertura ilimitada hacia el porvenir y lo posible, sin prestar atención a los obstáculos y a las imposibilidades que pueden atajar el camino. Una espontaneidad fundamental separa los sedimentos depositados por los siglos: el Estado, la burocracia, las instituciones, la cultura muerta. Una efervescencia volcánica alza las escorias acumuladas. En ese movimiento suscitado por los elementos negativos -por lo tanto creadores, de la sociedad existente: el proletariado- la práctica social se quiere y se hace libre, liberada de las cargas que pesan sobre ella. Se metamorfosea de un salto en comunidad, en comunión, en el seno de la cual el trabajo, la alegria, el ocio, la satisfacción de las necesidades -y ante todo de las necesidades sociales y de las necesidades de sociabilidad- no se separaráân mas. La cotidianeidad se transforma en fiesta perpetua. iLa Comuna? Fue una fiesta, la más grande del siglo y de los tiempos modernos. El análisis más frio descubre alli la impresión y la voluntad de los insurgentes de volverse los dueios de su vida y de su historia, no solamente en lo que concierne a las decisiones políticas sino al nivel de la cotidianeidad. Es en ese sentido como comprendemos a Marx: “La más grande medida social de La Comuna era su propia existencia en acto... París todo verdad, Versalles, todo mentira.” Ese acto revolucionario total, que se realizó históricamente, bastó para mostrar que la tesis marxista de un fin de la prehistoria humana, de una supresión de las alienaciones humanas, de la inauguración de una historia conscientemente vivida y dominada por los hombres, no tiene que ver como se ha dicho a menudo con la escatologia, con la visión apocalíptica, con la vana construcción utópica. Esa utopia, ese pretendido mito, durante algunos dias, entró en los hechos y en la vida. En ese sentido, la Comuna se confunde con la idea misma de la revolución, entendida no como una idealidad abstracta sino como la idea concreta de la libertad. Esa idea contiene el sentido de la historia, o más bien de la prehistoria del hombre, en tanto que ella desemboca en su verdadera historia y en la historia de su verdad. La experiencia de la Comuna va pues mucho más lejos que un conjunto de imágenes revolucionarias de enseianzas políticas. Gustosamente la llamaremos transhistórica, o aún filosófica y “ontológica” (en un sentido renovado de esos términos). La Comuna anticipó, en acto, lo posible y lo imposible. De suerte que incluso sus proyectos y decisiones inaplicables, que quedaron en estado de intenciones políticas, como el proyecto federativo, guardan un sentido profundo. 2- En nombre de la Comuna y de las iniciativas del pueblo parisiense, comprendidas las del comité central, la doctrina marxista sobre el Estado y la politica tomó forma. En la confusión efervescente, Marx ha percibido y elegido lo que podia proyectarse hacia el porvenir. Los gérmenes de una critica radical del Estado y de la política, contenidos en la obra de Marx desde la Critica del Estado hegeliano han tomado cuerpo. La misión histórica del proletariado no es solamente proseguir el desarrollo de las fuerzas productivas, es también poner fin al Estado y a la política. El Estado de nuevo tipo creado por la clase obrera en el poder no puede ser y no debe ser sino un Estado en desaparición, consagrado a desaparecer, en la via del debilitamiento y de la superación, liberado de las cargas del ejército permanente, de la burocracia, de la policia, de la magistratura establecida; para abreviar, de todos los “aparatos” estatales y gubernamentales instalados en el curso de la historia en las sociedades de clases. Y por consiguiente más democrático que ninguna otra forma de gobierno. La Comuna fue la conquista del poder político por la clase obrera (Marx) pero ella ha cambiado radicalmente la forma y el sentido del poder politico, poniendo lo social y la sociedad por encima de lo político, rebajando esto último y llevândolo a su fin. “Gracias al combate librado por Paris, la lucha de la clase obrera contra la clase capitalista y su Estado ha entrado en una fase nueva. Cualquiera sea la salida, hemos obtenido un nuevo punto de partida de una importancia universal”, escribe Marx a Kugelmann el 17 de abril de 1871. No omitamos subrayar el término “universal” o “histórico mundial” empleado por Marx, término que muestra que encaraba ya desarrollos teóricos y no un simple inventario de las iniciativas creadoras del pueblo parisiense y de la clase obrera al nivel del empirismo politico. 3- La fórmula de Marx y de Engels : “Observen la Comuna de Paris. Era la dictadura del proletariado”, esa fórmula debe tomarse como punto de partida para mostrar lo que es la dictadura del proletariado, pero también lo que no es. En particular, esa experiencia de la Comuna y esas fórmulas de Marx y de Engels aportan piezas esenciales al proceso del stalinismo, en tanto que hombres que quieren acceder ese dia a la expresión traduciendo con su acto destructivo su desafio total a una sociedad que los rechaza por la derrota en la nada y el silencio. Asi Hércules, simbolo del héroe colectivo, manifiesta su naturaleza heroica, a la vez vital, humana y sobrehumana, encendiendo la hoguera que va a consumirlo. -s La Comuna representa hasta nosotros la única tentativa de un urbanismo revolucionario, atacando sobre el terreno los signos petrificados de la vieja organización, captando las fuentes de la sociabilidad -en ese momento el barrio- reconociendo el espacio social en términos politicos y no creyendo que un monumento pueda ser inocente (demolición de la columna Vendóme, ocupación de las iglesias por los clubes, etc.). Aquellos que relacionan tales actos con el nihilismo y la barbarie deben confesar que en contrapartida ellos se disponen a conservar todo lo que consideran como “positivo”, es decir todos los resultados de la historia, todas las obras de la sociedad dominante, todas las tradiciones: todo lo adquirido, comprendida la muerte y el congelamiento. La masa de los actos bosquejados de la Comuna permite que sean catalogadas de “atrocidades” tal acción particular, que quedó inacabada y en estado de intención espontânea. Los historiadores que restituyen la historia colocândose, conscientemente o no, en el punto de vista de una providencia divina o de un determinismo subyacente (lo que viene a ser casi lo mismo) no tienen ninguna pena en mostrar que la Comuna estaba objetivamente condenada. Presa en sus propias contradicciones, no podia superar esas contradicciones. Pero es necesario no olvidar que para aquellos que han vivido el acontecimiento, la superación estaba alli, próxima, en marcha, en el movimiento mismo. La audacia y la invención del movimiento revolucionario en 1871 no pueden evidentemente medirse con relación a nuestra época, sino con relación a las trivialidades reinantes entonces en la vida cultural, política, moral y cotidiana. El movimiento revolucionario ha quebrado esas trivialidades. Si consideramos la suma de las trivialidades actualmente en curso, podemos imaginar la invención que resultaria de una explosión análoga en el mundo llamado moderno. Explosión espontânea que no es actualmente posible, pero que nada relega para el porvenir más lejano al imposible absoluto, porque razones de rebelión, de descontento, de frustración, se acumulan. La gran lucha de la cual la Comuna es un momento dura siempre (bien que sus condiciones hayan cambiado). Para lo que es “volver conscientes las tendencias inconscientes de la Comuna” (Engels), la última palabra esta lejos de haber sido dicha. Retomando aqui integralmente el pensamiento de Marx sobre la Comuna hemos visto en ella la gran tentativa de destrucción del poder Jerarquizado, la praxis enteramente subversiva develando para destruirlo el mundo existente, sustituyéndole por otro mundo, un mundo nuevo, tangible, sensible y transparente. Momento único hasta aqui de la revolución total. “6 La victoria inicial de la Comuna anunciaba y preparaba -especialmente por las formas espontâneamente adoptadas de estructura y de organización- la victoria de la Revolución de Octubre. Al mismo tiempo, el fracaso de la Comuna y su aplastamiento anunciaban un largo período de estancamiento revolucionario (de 1871 a 1917) , de desarrollo relativamente pacífico del capitalismo, de reformismo, asi como el fracaso del movimiento revolucionario durante mucho tiempo en los países industriales avanzados y el desplazamiento de la revolución mundial hacia los paises predominantemente agrarios: la deriva de la historia. Si la Comuna dio un impulso nuevo a escala internacional o socialista “anexando a Francia al trabajador del mundo entero” (Marx), la gran sangria no debilitó menos al proletariado francés. Sufrió inevitablemente al soportar una serie de grandes derrotas históricas (1848, 1871 y, después hasta cierto punto, 1920, por no hablar de 1945 y de la “Liberación”). Ella tiene pues un doble sentido y un doble alcance: resumen y simbolo de un periodo hoy cerrado, anuncio de un periodo que se abre. Desde hace mucho tiempo en Francia, liberales, cristianos de izquierda y stalinistas se ponen de acuerdo para reducir las significaciones de la Comuna. En recuerdo del “frente nacional” ponen el acento sobre lo que hubo en la Comuna de desarrollo patriótico. Describen un patriotismo profundo, poco a poco teíiido de preocupaciones sociales. La Comuna seria el pueblo francés pidiendo ser bien gobernado, reclamando por petición un gobierno “barato”, dirigentes “honestos” y enseguida empujado a la desesperación por la derecha burguesa y apátrida. Trivialidades positivistas. Hemos descubierto infinitamente más en el movimiento de la Comuna: la contestación radical y en acción de lo existente, el proyecto de una superación total. Contra las interpretaciones restrictivas, nos hemos esforzado en encontrar la grandeza perdida del drama. En estas apreciaciones descuidamos y desdefiamos deliberadamente las objeciones que no dejarán de sobrevenir, la acusación de extremismo, de izquierdismo y de anarquismo (por haber justificado la espontaneidad y ciertos actos generalmente calificados de errores y de crimenes) y la acusación de oportunismo derechizante (por haber parcialmente rehabilitado la ideologia proudhoniana en tanto que proyecto descentralizador). - Acercândonos ahora a la historia y la politica “positivas” podemos afirmar que la Comuna salvó a la República y permitió el desarrollo ulterior de una democracia burguesa relativamente avanzada. La insurrección del 18 de marzo paralizó la voluntad politica de la Asamblea versallesca y de su mayoria de rurales monárquicos (por otra parte, como se sabe, dividida). En un sentido, la Comuna permitió el éxito de las intrigas tortuosas del seãor Thiers que queria una república burguesa y se sirvió de Paris para neutralizar a la derecha monárquica. Durante la agonia de la Comuna, y a pesar del aplastamiento de las insurrecciones en provincias, el movimiento republicano se rehacia. Las elecciones municipales lo muestran, y más aún las elecciones de julio de 1871. 44 departamentos dan entonces una enorme mayoria a los republicanos; en Paris mismo, y a pesar del terror, cuatro diputados solamente son monárquicos sobre 21 nuevos electos. Sobre cien diputados nuevos, uno sólo es legitimista. Durante los aos siguientes, la lucha política se desarrolló en gran parte alrededor de la Comuna, de la rehabilitación de los comuneros y de la amnistia. Los legalistas (Clemenceau), los republicanos centralistas (Gambetta), los conciliadores (francmasoneria), los centristas y oportunistas se beneficiaron de la coyuntura, es decir del sacrificio de lo comuneros, pero no es sino un aspecto menor de la historia. La república burguesa consolidada el 30 de enero de 1875 y después en febrero de 1876 por las elecciones generales, al principio conservadora, recibira lentamente un cierto contenido democrático. La mayor parte de las medidas preconizadas por la Comuna y por las cuales se le rinde a justo título homenaje, podian adoptarse en una democracia burguesa. Lenin lo comprueba: en un periodo normal de la historia, una república burguesa hubiera fácilmente resuelto los problemas planteados en la Comuna. “Cuando la burguesia lo rehúsa, es el proletariado el que resuelve esos mismos problemas violentamente por una revolución, y la Comuna era una”. De hecho, la Comuna proporcionó y momentáneamente realizó el programa que a la democracia burguesa debia llevarle mas de treinta afos cumplir incompletamente: separación de la Iglesia y del Estado; enseiianza laica y obligatoria; legalización de los sindicatos y asociaciones obreras; legislación del trabajo, etc. hubiesen seguido a los realistas en su nueva emigración, e impresionados por la llegada de las tropas republicanas, hubiesen ellos mismos suspendido su mandato. En cuanto a los alemanes, a menos de pretender que querian recomenzar la guerra, lo que desmienten los hechos, no hubiesen ya dado mas importancia a la sustitución de la Comuna de Paris como gobierno en la Asamblea de Versalles, del que atribuyeron a la sustitución del ministerio del sefior Thiers por los de Trochu o Gambetta. Eran esos asuntos internos en los cuales no querian mezclarse, a condición sin embargo de que las condiciones del tratado de paz fuesen respetadas... Se hubiera pues admitido, sostenido también, un gobierno cualquiera... Ese gobierno era posible y deseable, pero a condición de imponerlo por la fuerza, que no se supo usar con tal fin. El edificio comunal, para permanecer sólido e inquebrantable, debia reposar sobre los firmes cimientos de la victoria militar. No hubo más que una victoria electoral efimera. Por la fatta del Comité central, por la habilidad del sefor Thiers, por la ilusoria capitulación de los alcaldes, por la ebriedad del triunfo popular, el 18 de marzo devino una insurrección inútil y la Comuna herida de muerte al nacer, a pesar de la alegria del dia de bautismo, tuvo por cuna un ataúd... No se sabria mejor pasar de premisas exageradamente optimistas a una conclusión exageradamente pesimista. De la victoria posible y fallida, el autor concluye en la inutilidad. El Comité central reveló sus debilidades: hizo su apuesta, jugado su juego, desarrollado su acción, dejando pasar el momento favorable, aquel en que todo era posible. No es sino demasiado fácil abrumarlo y tomarlo por chivo emisario; no hemos adoptado esa actitud. En cuanto a los fracasos del movimiento revolucionario, tienen tanto sentido y alcance como sus victorias. Son también victorias. Lo peor es no entablar la lucha, partir perdiendo y capitular de antemano, sin condiciones (Marx y Lenin). La razón más profunda del fracaso se sitúa a nuestro entender a nivel del desarrollo de las fuerzas productivas y del modo de producción. El capitalismo de libre competencia estaba entonces en plena ascensión. Estaba lejos de haber penetrado en el conjunto de las provincias francesas; bien que sea desde hace mucho tiempo dominante, todavia no habia arreglado del todo las relaciones sociales en el campo, lo que no ocurriria hasta la III República. Deja alli intacta, o reconstituye la clase de los propietarios de bienes raices, de los hidalguetes, de los notables, de los “seniores” de aldea. Un modo de producción no desaparece sino cuando ha desplegado todas las fuerzas productivas que oculta en su seno (Marx). En la Rusia zarista, ese desarrollo será contrariado por la predominancia del capital extranjero y por la formación de los monopolios bajo su égida. El capitalismo de monopolio, que suplantó a comienzos del siglo xx al capitalismo de libre empresa, facilita la transición al socialismo, según Lenin, por la creación de grandes organismos económicos, al mismo tiempo que aporta a la burguesia nuevos medios para llevar su politica de clase. El imperialismo, indisolublemente solidario del capitalismo monopolista, abre el periodo de las guerras mundiales y del movimiento revolucionario extendido a los países oprimidos. . Agregaremos que la concentración y la centralización del capital dan un sentido nuevo -concreto, práctico- a la descentralización y al principio federativo, que son los únicos que permiten a los países y a las regiones subdesarrolladas entrar en grandes unidades económicas sin encontrarse alli dominadas y explotadas. Yugoslavia tanto como la URSS.S. serán federaciones, en el seno de las cuales el problema de la descentralización se planteará con una urgencia cada vez más aguda, a pesar de las tendencias adversas de centralismo estatista. La Europa de maiiana se descentralizará, o será insoportablemente autoritaria. Además, el desarrollo de la industria, multiplicando las grandes empresas, planteará la unidad de producción (la empresa) como base de la autogestión y de la libre asociación al lado de la comuna territorialmente definida. Asi solamente el proyecto descentralizador puede volverse programa y, cesando de representar ideológicamente lo real y lo posible, entrar en la praxis. En fin, hemos puesto en evidencia otra causa del fracaso: la disolución de las estructuras existentes no habia alcanzado más que a Paris. En provincia, superestructuras y estructuras, instituciones y organismos permanecian casi intactos. En estos análisis y apreciaciones hemos seguido fielmente nuestra metodologia: no separar lo posible de lo real, apreciar lo real en función de lo posible y reciprocamente. iPor qué venció el sefior Thiers? Nos hemos abstenido de las injurias rituales consagradas al seãor Thiers: gnomo, arrapiezo sangriento, etc. Esas injurias y esas cóleras reflejan solamente la impotencia y la derrota históricas. Hombre de Estado, hombre del Estado, el sefior Thiers reunió en Versalles y reconstituyó en provincia ese Estado centralizado con todos sus recursos: ejército, policia, burocracia, finanzas. Habiéndolas retomado y reunido en su mano, pudo aplastar a los que ponian en cuestión al Estado, a los que quebraban la máquina del Estado existente y condenaban al Estado a su desaparición. Con el seor Thiers, es el Estado (la maquina de Estado burguesa, puesta a punto por siglos de rutina y de habilidad administrativa) quien venció a la Comuna. “Paris será sometido al poder del Estado como una aldea de cien habitantes” (Thiers). El Estado, en esa perspectiva es a la vez el hecho, el derecho, el valor supremo, cuya conservación justifica y legitima todos los actos. Cuando el sefior Thiers se vanagloria de haber trabajado, durante la Comuna, veinte horas sobre veinticuatro cada dia, no miente sin duda. Atiende todos los asuntos: los tratos con Bismarck, las agitaciones de los alcaldes en Paris, la reorganización del ejército y de las finanzas. Sin contar sus asuntos personales, los corretajes sobre empréstitos. iPor qué no reconocer al sehor Thiers genio politico? La esencia misma de la Comuna es la desvalorización del Estado y de la política, como tal. El homenaje rendido al sefior Thiers reconociéndole ese genio, no comporta ningún tributo de admiración. Digno heredero de Talleyrand, de Mazarino, de Richelieu, el sefor Thiers fue hábil, extremadamente hábil, en nombre de una experiencia secular, pacientemente asimilada por él en el curso de decenas de afios de vida política. No habia estudiado en vano las guerras de la Revolución y del Imperio. El sefior Thiers tenia una táctica y una estrategia. Opositor moderado bajo el Imperio, prepara y quiere una república burguesa parlamentaria. No acepta la guerra con Prusia, lo que lo pone en buena posición en el caso de una derrota que siente venir. Llegada la derrota, busca extraer el mejor partido posible de las circunstancias y “salvar lo que puede ser salvado”, desde el punto de vista de la burguesia que representa, y de la cual conoce admirablemente los intereses. Centrista de derecha, necesita neutralizar y quebrar una por una la extrema izquierda y la extrema derecha, pero primero y sobre todo domar a Paris. Prosigue con tenacidad ese designio: la prueba de fuerza, después la guerra civil. Admite compromisos cuando le convienen (con la derecha), y cuando ello conviene a su estrategia, es intransigente. Ningún escrúpulo lo detiene en la elección de los medios que emplea. El sefior Thiers es el maquiavelismo hecho hombre en la sociedad capitalista, con los medios del Estado burgués. Para ilustración, nos limitaremos a recordar el asunto Dombrovski. El sefior Thiers envia emisarios a algunos oficiales de la Comuna, en el momento oportuno, cuando el desenlace se aproxima. Les propone la traición: librar una puerta de Paris a su ejército para facilitar la entrada. Si Dombrovski acepta, recibirá 500.000 francos (oro) más un pasaporte y la certidumbre de poder volver a su país natal, Polonia. Dombrovski despidió ásperamente al alcahuete, un cierto Veysset (que será fusilado por los federados). Pero el sefior Thiers hace expandir por sus agentes en Paris rumores de traición. La sospecha alcanza a Dombrovski, quien desesperado se hace matar en la calle Myrrha, al pie de Montmartre. espontaneidad en el fenômeno total nos aparece a la vez como condición, como causa, como razón, Ella es condición, porque nada se produce sin ella, ni movimiento ni obra. Ella es causa, porque ciega. Ella es razón, porque es también toma de conciencia, recepción de una ideologia y de un programa. Supone ella misma la ciudad, el pueblo, y la superación de lo que divide al pueblo, lo dispersa, lo separa de si mismo, lo corta en segmentos exteriores los unos a los otros. El análisis arriesga siempre relegar a la sombra un carácter esencial del acontecimiento: el hecho de que continúa una totalidad indivisible, original, singular, bien que no surja de una manera irracional, bien que pueda compararse a otros acontecimientos y que en fin tenga un alcance y significaciones generales. Tales fenômenos totales, aunque originales y relacionados con causas singulares, no tienen menos leyes. La siguiente, por ejemplo: sobrevienen “cuando los hombres no pueden más y no quieren más vivir como vivian” (Lenin). El famoso esquema aristotélico de la causalidad proporciona una primera y grosera aproximación. Todavia hay que volverlo concreto, introducir alli lo negativo, restituir los cuatro órdenes de causas en su totalidad, despojando al esquema de su ontologia sustancialista: en una palabra, dialectizândolo. Hemos podido distinguir causas materiales (situación económica, existencia de comunas territoriales y primero de la ciudad parisiense); causas formales (negativamente, el hundimiento de las formas y estructuras existentes- positivamente la constituciôn de formas y estructuras nuevas), causas eficientes (la derrota, la entrada de los prusianos en Paris, la prueba de fuerza querida por el seor Thiers), y en fin causas finales (el proyecto revolucionario, las aspiraciones profundas de las espontaneidad y los fines que ella se ha descubierto). En cuanto al método de las variaciones, tan a menudo empleado, conscientemente o no, por los historiadores (qué hubiera pasado si...) nos ha permitido, como mucho, descubrir algunas causas, las mas superficiales, del fracaso. Esos esquemas y esas técnicas aún groseras no permiten sino aproximarse al objeto del conocimiento: la praxis tomada en su totalidad, con sus contradicciones internas (práctica creadora y práctica cotidiana), con las tentativas de resolución y de superación de esas contradicciones. A esa luz, la historia puede representarse como una sucesión de tiempos de detención, de estancamientos y de equilibrios (relativos) separados por pulsiones creadoras, las revoluciones, de las cuales el historiador como tal no alcanza a agotar ni el contenido ni el sentido. Esos son los verdaderos acontecimientos. Esos períodos, los unos de creación, los otros de desarrollo mas calmo, no se separan. Los segundos llevan a bien los gérmenes lanzados por los primeros. Los primeros están en germen en el seno mismo de los segundos. Aunque el historiador en tanto que tal no pueda aprehender todo el devenir, la cooperación del historiador, del sociólogo, del economista, del teórico de las ideas, del psicólogo, tiende hacia una historia total.
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